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#4U9525 Reflexiones sobre el tsunami mediático del momento

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Santa Cruz de Tenerife, SP, 30 de marzo de 2015.- Yo siempre he oído que no es bueno «legislar en caliente» ni tomar decisiones importantes cuando se está alterado por cualquier acontecimiento reciente, por el riesgo de llevarnos a una sobreactuación y tomar decisiones que a la larga sean más perjudiciales que beneficiosas al sobrevalorar algunos parámetros. En cuestión de seguridad, no se deben escatimar medios para hacer todo lo posible por llevar los riesgos al mínimo, y lo que se debe evitar es que el remedio sea peor que la enfermedad. Después de los atentados del 11-S, se decidió implementar el actual sistema de acceso a las cabinas de mando de las aeronaves para que no ocurriera (al menos con tanta facilidad) lo que ocurrió ese fatídico día. La idea parece buena, pero… Casi todos los medicamentos que curan, también tienen efectos secundarios. Lo razonable es que los efectos secundarios no sean peores que el efecto terapéutico.

Desde la implantación del sistema de acceso restringido a la cabina de mando yo no tengo conocimiento (eso no quiere decir que no los haya habido), de que haya existido algún incidente de alguien que con malas intenciones haya querido forzar la puerta para entrar donde están los pilotos con el objetivo de llevar a cabo alguna acción delictiva.

Por el contrario, sí que tengo conocimiento de varios casos donde uno de los pilotos se ha quedado fuera y no ha podido entrar, bien por avería del sistema o porque el piloto del interior no ha querido abrir, con el consiguiente riesgo en un caso al dejar una operación compleja que debería repartirse entre dos, en manos de uno solo, o en el otro caso, dejando el control a alguien con intenciones perversas sin poder hacer nada al respecto.

¿Cuál es el balance al día de hoy de esta medida del bloqueo al acceso de la cabina de mando, incluso a los mismos pilotos cuando están fuera?

La respuesta no es tan obvia. Con el sistema de fácil acceso ha habido víctimas y con las restricciones actuales parece que también.

Personalmente opino que el acceso a la cabina de mando debe de estar restringido de alguna manera aunque tenga algún efecto secundario adverso.

Por otro lado, en el área hospitalaria se han dado varios casos de sanitarios profesionales que intencionadamente han acabado con la vida de sus pacientes o compañeros, bien porque creían que estaban haciendo una acción humanitaria o bien por problemas de salud mental. ¿Quiero esto decir que hay que diseñar las actuaciones de los profesionales sanitarios de tal manera que nunca estén solos, que se tomen las decisiones siempre por dos o más, que se vigilen a la hora de prescribir o administrar los fármacos, etc.?

Yo diría que no, que los problemas hay que identificarlos y tratarlos preferentemente al principio de la cadena, ya sea un fuego, una enfermedad o un asesinato, tratando de prevenir que más tarde ocurra algo lamentable.

Por unos pocos casos de profesionales que no actúan de acuerdo a lo previsto, no se debe atosigar a todos los demás.

La mayoría de los profesionales de la medicina, los pilotos, los controladores aéreos, etc. son profesionales responsables que no llevarían a cabo actos delictivos ni siquiera bajo amenaza. Entonces, no les volvamos locos, dejémosles en paz y reconozcamos su buena labor sin apuntarles con el dedo acusador como si fueran delincuentes o enfermos mentales que tienen que estar vigilados las 24 horas del día.

Como decía anteriormente, los problemas hay que atajarlos preferentemente en origen. Si el problema está en que entre un millón se ha colado alguien no apto para llevar a cabo su profesión, habrá que mejorar el sistema de selección y las revisiones periódicas, pero tampoco exagerando y haciendo la vida imposible al que está normal.

Ahora el circo mediático esta pidiendo más rigurosidad con el estado psicofísico de estos profesionales y que si no se encuentran en las condiciones adecuadas para realizar su trabajo de una forma segura, que se les aparte del ejercicio de su profesión temporal o permanentemente, lo cual parece razonable. Hace relativamente poco, el 3 de diciembre de 2010, cuando unos controladores aéreos amparados por la Ley de Seguridad Aérea, apartado 34.4, manifestaron encontrarse con las condiciones psicofísicas mermadas para desarrollar su trabajo y el mismo circo mediático (con muy pocas excepciones) que hoy pide tajantemente apartar al no apto, les pusieron «a parir» y aplaudieron que se les forzara a controlar si o si.

De las 22 causas judiciales abiertas contra el colectivo de controladores aéreos en todo el territorio nacional por los acontecimientos que llevaron al cierre del espacio aéreo el 3-D, de momento, al día de hoy, 20 causas han sido favorables a los controladores aéreos y 2 aún siguen abiertas. Cada cual que saque sus conclusiones.

¿En que quedamos? Cuando uno de estos profesionales, médicos, pilotos, controladores aéreos, etc. con la responsabilidad de tener la vida de otros en sus manos, declara no sentirse apto para realizar su trabajo, ¿se le obliga por la fuerza?, ¿se le pone un vigilante?, ¿se manda al ejercito para forzarles a que operen, piloten o controlen?

Siendo todas las profesiones respetables, hay algunas como las mencionadas anteriormente y por supuesto bastantes más, donde hay cuotas de responsabilidad mayores, simplemente porque tienen en sus manos la vida de otras personas.

La clave no está en tenerlos permanentemente vigilados por si se les «cruzan los cables», la clave está en que se seleccionen personas con cierta estabilidad emocional, tengan la formación apropiada, las revisiones adecuadas, ambiente laboral sin presiones que rompan esa estabilidad emocional, que sus ingresos sean proporcionales a esa responsabilidad sin que nadie (ni siquiera un ministro) les eche en cara que ganan mucho, que se respeten sus tiempos de descanso y, que puedan realizar su trabajo pudiendo rendir al 100 por 100.

Esto es lo que yo deseo cuando vuelo o voy a un hospital.

Si en una carretera comarcal de doble dirección, el conductor, bien por desórdenes mentales o de cualquier otro tipo, desea pasar al carril contrario y causar una catástrofe, no importa que vaya solo o acompañado, en una fracción de segundo consigue su objetivo.

Un piloto con tendencias suicidas o fanáticas de algún tipo, puede tener la ocasión propicia tardando 8 minutos en conseguir el desenlace final como parece que ha sido el caso reciente o si la ocasión no se presenta en ese momento, cuando esté al mando en un despegue o aterrizaje, en fracciones de segundo puede colisionar con otra aeronave llena de combustible, causando aún más daño, sin que su compañero pueda hacer absolutamente nada.

La detección temprana de los problemas psicológicos es fundamental, deben ser detectados por las primeras redes de seguridad. Si el sujeto con tendencias suicidas, fanatismo religioso o político extremo, etc. logra atravesar todas las redes de seguridad y sentarse a los mandos, la catástrofe esta servida. De nada sirve ni la puerta de seguridad abierta, ni si está solo o acompañado.

Pero no nos quedemos solamente centrados en las ramas y echemos un vistazo al bosque.

Los trastornos mentales pueden estar favorecidos por una predisposición genética o también por circunstancias del entorno, excesivas presiones, falta de descanso, problemas económicos y un largo etc. más.

Estando de acuerdo en que es necesario una selección y revisiones periódicas que puedan detectar algún tipo de anomalía, ¿qué ocurre con esas otras causas que pueden provocar en estos profesionales ese tipo de anomalías incluso entre dos revisiones?

Acoso laboral, turnos sin periodos suficientes de recuperación, presiones por incumplimiento de horarios u objetivos, espada de Damocles debido a reestructuraciones, rebajas obsesivas de costes, et. etc.

¿No deberían pasar también una selección y revisiones periódicas los directivos de las compañías, personal de RRHH, y políticos?

  1. Iñaki Piñuel, psicólogo, profesor e investigador de la universidad de Alcalá de Henares, entre otras de sus muchas actividades, autor también de numerosas publicaciones sobre estos temas, estima que el mobbing o acoso laboral, en este país lo sufren uno de cada seis trabajadores.

Los principales recursos de prevención deben de estar focalizados antes de la cabina de mando, de la puerta de seguridad o de buscar acompañantes para poder neutralizarlos. Efectivamente, se deben de revisar las selecciones, las revisiones psicofísicas, el acceso a la cabina de mando, etc. pero hay algo muy importante a lo que se presta muy poca atención, la violencia psicológica en el trabajo, las condiciones ambientales del entorno de estos profesionales que puedan influir a crear un desequilibrio emocional que conduzca a una catástrofe y, generalmente en ese área se mira hacia otro lado.

En estos momentos mis pensamientos están con las familias y amigos de todos los afectados en el reciente accidente ocurrido en los Alpes a quienes mando mis más sentidas condolencias .

Please accept my heartfelt condolences on the loss of your loved ones.

J.M.M.C.

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