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abril, sábado 20, 2024

El Papa que esquivó la tormenta

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Papa parking
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Mientras Benedicto XVI, aún estaba en tierra española, los "ángeles custodios" del espacio aéreo, del TMA de Madrid, velaban por que todo estuviera en orden y concierto desde el momento de rodaje del IB2804, hasta que surcara los cielos a nivel crucero en dirección a Ciampino. No deja de ser metafórico. Y no deja de tener todo el respeto, la licencia de llamar a estos profesionales "ángeles custodios del espacio aéreo papal". Ellos tambien han sufrido persecución estos meses. Ellos tambien, como los mercaderes bíblicos, fueron desalojados de su anterior status por la fuerza. En esta ocasión de forma injusta, violenta e irracional. Fe y razón, suele ser el mensaje, y la razón no estuvo de parte de los que ostentaban el poder, y aún lo mantienen. Fueron perseguidos, ahora en el siglo XXI suele hacerse con los medios de comunicación por delante, con el pecado del falso testimonio y la mentira como ariete. Con el falso testimonio de la manipulación de los datos. Fueron lapidados publicamente, fueron arrastrados ante la sociedad con insultos que afectan a la propia honra de la condición humana. No queremos con esto decir que el Papa tendría que haber hecho mención explícita alguna, dado que estos perseguidos aunque hayan pagado un alto precio por la injusticia y el escarnio público al que han y están siendo sometidos, dificilmente inspiran la tan cristiana compasión a la que el Sumo Pontífice ha hecho mención en estos días de visita. Pero, los que sabemos discernir cómo se manifiesta en ocasiones el sufrimiento humano, no hemos podido abstraernos de esta realidad con la que hemos convivido durante todos estos meses. Una "vigilia aeronáutica", silenciosa e intensa, que dura hasta hoy.

Hemos visto el sufrimiento, la tensión y el abuso del poder humano sobre estas personas. Hemos podido mimetizarnos con la injusticia en estado puro, a pocos metros de nosotros. Hemos visto lágrimas, via-crucis humanos por fanales y consolas, que intentaban levantarse de la caida con la alquimia del siglo que vivimos, los fármacos. Hemos oteado la sensación de soledad de unos ciudadanos, ante el linchamiento que han sentido ellos y sus familias y amigos. Muchas veces, con toda la razón del mundo, la jeraquía eclesiástica nos recuerda, como es su obligación, el desierto de sufrimiento, el valle de lágrimas en el que se está convirtiendo el mundo. No puedo apartar el pensamiento de Somalia y otros fracasos de la Humanidad. Pero en ocasiones, como en esta, el sufrimiento, lo tenemos justo frente a nosotros. La injusticia brilla en periódicos, televisiones y emisoras, verdaderas lanzas anti minorías con mala imagen pública azuzada desde arriba. No hemos visto demasiados gestos de compasión pública. Han sufrido, y mucho, y estaban cerca, muy cerca de nosotros, a tiro de torre de control.

Volviendo a la realidad
Durante la despedida del Papa, y su embarque en el avión de Iberia, un helicóptero situado en vuelo estacionario a 3400 pies en la prolongación de la pista 33L de Barajas para retransmirir las imagenes de TV ha sido necesario que los controladores de aproximacion Madrid desviaran todos los vuelos de llegada a la pista 33R, como podemos ver en el pantallazo de la primera foto.

El despegue hasta nivel de crucero, estuvo milimetricamente organizado, gestionado, para este vuelo. Fue tratado como un vuelo más, eso sí, reorganizando la aproximación de llegadas, para dejar expedito el espacio aéreo de salida del avión papal.

Eran las 19 00 LT, puntualidad de británica precisión, como a la llegada. Pero el radar meteo indicaba la que se avecinaba. Tras el orden para la salida del avión de Benedicto XVI, volvió el caos de una monumental tormenta sobre los cielos madrileños. No deja de tener su aquel esta circunstancia. Tras una organización de calles y plazas de la capital que ha rondado la perfección estos días, tras su despedida, ha vuelto la cotidaneidad al TMA de Madrid, con enormes nubarrones que han hecho sudar la gota gorda a nuestros profesionales. Angeles custodios aéreos, de todos nosotros cuando volamos… "Angeles de desolación", que decía W.Burroughs

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