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6 de marzo de 2013.- Hoy se cumplen 40 años del accidente en vuelo de dos aviones españoles en el espacio aéreo francés. En la tragedia conocida como el accidente de Nantes, por producirse a 30 kilómetros al sur de esta ciudad, un CV990 Coronado de Spantax y un DC-9 de Iberia colisionaron en pleno vuelo. Saldo final 68 muertos, todos pasajeros del avión de Iberia.

Como contaba el segundo del Coronado, Estaban Saavedra, años después en una entrevista el contexto del accidente fue un caldo de cultivo definitivo para acabar en desastre. Los controladores aéreos franceses habían convocado una huelga y las autoridades del país vecino decidieron sustituirlos por controladores militares, lo que se llamó el plan Clement Marot de intervención militar, plan que no había sido aprobado por la OACI. Además, los militares franceses que asumieron la responsabilidad del control aéreo no dominaban el inglés aeronáutico, situación que agravó la crisis y acabó en catástrofe.

Concretamente el control francés estableció como hora de paso por Nantes para el avión de Spantax las 14.00 horas y la tripulación, al darse cuenta de que iban a llegar antes de hora, solicitó la posibilidad de efectuar un 360 u otra instrucción pero el control no les entendía.

Según palabras del propio segundo de Spantax «se lo tratamos de decir de un montón de formas y en vista de que el control no se enteraba, comunicamos que, de acuerdo a las instrucciones recibidas, efectuábamos un 360 a la derecha» y cuando estaban a rumbo casi opuesto colisionaron con el DC-9.

Tras el impacto, que Saavedra relata que vivieron como una entrada en «turbulencias en aire claro», el control seguía sin tener ni idea de lo que había pasado, el avión de Spantax que estaba virando hacia la derecha entró en invertido a la izquierda pasando la vertical.

Gracias a que en el Coronado el mando eran los spoilers y no los alerones, al perderse el plano conservaron los spoilers interiores y tuvieron mando para hacerse con el avión.

Al descender y adquirir mayor visibilidad, pues el choque tuvo lugar entre las nubes, los pilotos de Spantax vieron las bengalas que les dirigían a la pista donde debían aterrizar y donde un avión T-33 que volaba con ellos les estaba indicando.

El mecánico les informó del despredimiento de la turbina nº1 y de la pérdida de combustible y líquido hidráulico que se estaba produciendo y pese a esas circunstancias tomaron tierra en Cognac y salieron del avión ilesos.

Pero al bajar del avión y pasar las primeras sensaciones de alivio una llamada les comunicó lo que verdaderamente había ocurrido y les «hundió en la miseria». Les culpaban del accidente y no fue hasta pasados 7 años tras una dura lucha cuando se declaró la inocencia de la tripulación de Spantax y se señaló a los controladores militares franceses. Según cuenta Saavedra, en un momento dado, intentaron culpar también a la tripulación del Iberia, dado que no se podían defender, pero los integrantes del Coronado tampoco aceptaron esa versión.

40 años después seguimos cometiendo los mismos errores: echar la culpa al muerto por no saber hacer examen de autocrítica, no valorar los riesgos del trabajo de los controladores, a la hora de ajustar jornadas o de gestionar, por ejemplo, todo lo sucedido en el cierre del espacio aéreo el 3 de diciembre de 2010… Tan sólo el tiempo saca a relucir la verdad.

Por otra parte, Saavedra también dejaba entrever la necesidad de que controladores y pilotos tomen conciencia del trabajo del otro, relación que implicará más seguridad en la operación.
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