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marzo, viernes 29, 2024

Las cosas por su nombre y Aerolíneas Argentinas en su laberinto (Parte III)

El Rincón de Rizzi

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Buenos Aires, ARG.- (Portal de América/Luís Alejandro Rizzi) «…Me gusta pensar en el objetivo de la presidencia como una mutación psicológica de Argentina. Hay que curar un país que históricamente está muy acostumbrado al autoritarismo, a la corrupción, al ventajismo. Ahora estamos en una Argentina nueva. El argentino ha sido tradicionalmente una personalidad que se victimiza. Necesita e idolatra a los enemigos. Nosotros no…” Alejandro Rozitchner, El País (España), 14 de febrero de 2017.

Lo primero que suelo hacer cuando llego a mi estudio es dedicarle por lo menos una o dos horas a la lectura de diarios y portales, y precisamente en El País leí una nota proveniente de Buenos Aires que transcribe una conversación con Rozitchner y que me obligó a modificar parcialmente esta nota que ya había borroneado el sábado pasado.

En verdad comparto plenamente los conceptos expuestos, por eso lo transcribí textualmente, y esa mutación psicológica de la Argentina es el objetivo de esa coalición que se llama “Cambiemos”, que con palabras de Ortega, diríamos que la Argentina necesita crear nuevos usos y costumbres.

Precisamente esta es la cuestión que “Cambiemos” no puede abordar porque confunde dos conceptos, “gestión” con “gobierno”, y por el momento ese equívoco concepto que esconde la palabra “gradualismo”, es precisamente la excusa que se expone para justificar que todo siga como antes.

Parafraseando al “gatopardo”, el slogan erróneo sería “que nada cambie para poder luego cambiar”.

Sin embargo, para cambiar hay que comenzar a cambiar.

Volviendo a la mutación psicológica de la Argentina, es obvio que para impulsarla hacen falta dirigentes cultos apoyados en las ideas que pueda aportar la intelectualidad, y es en este punto donde cobra importancia esa distinción entre “gestión” y «gobierno”, admitiendo la paradoja que un buen gobierno necesita de una buena gestión, pero la gestión sin vocación o capacidad de gobierno, como le pasa al gobierno, significa no sólo una pérdida de tiempo sino aumentar la frustración de la sociedad. La gestión, la buena gestión, es condición necesaria, pero absolutamente insuficiente.

Aerolíneas Argentinas es una empresa que podría haber sido pionera para iniciar el camino de la “mutación psicológica”, pero lamentablemente ya se perdió un año por la falsa creencia que la cuestión era gestionar mejor, o mejor dicho gerenciar mejor.

Así no saldrá de su laberinto. La cuestión es otra, lo que falla es el sistema de gobierno de la empresa y es imprescindible adaptarlo a los tiempos.

Un rasgo distintivo de la época es que la gente desea participar, pero si no le damos canales adecuados, ese deseo de participación se convierte en el derecho al veto, y es lo que nos estaría llevando a eso que ya se llama “contrademocracia”. Hoy para la gente es más fácil demostrar su descontento que desde ya no la conduce a lugar alguno, pero por lo menos le da la idea que oponerse es una acción. Por ese motivo las audiencias públicas son un engaño, porque la gente es llamada a opinar sobre lo que ignora y lo más fácil es oponerse, presentarse como “anti”.

La prueba esta al canto en Aerolíneas Argentinas, se mejoró la gestión pero las pérdidas continúan. Al momento que escribimos, el diario La Nación dio cuenta que la empresa ya consumió el 16% de los recursos asignados por el congreso de la nación ($ 3 mil millones). Con este nivel de uso de los recursos del Estado en agosto próximo la empresa estaría en serios problemas que sus empleados ignoran o pretenden ignorar.

Con la experiencia acumulada en la propia Aerolíneas Argentinas se debería haber advertido que se ha generado una cultura dogmática que nos decía que el estado debía y debe sostener a la empresa, principio que se concretó en la ley 26412, art. 9 que impide no solo su privatización sino renunciar a un eventual derecho de veto por parte del Estado.

Por lo tanto era y es imprescindible implementar un nuevo modelo de gerenciamiento que involucre de modo directo a su personal en los problemas que deben resolverse para convertirla en una empresa sustentable. Este tipo de prácticas debería ir extendiéndose, pero dudo que tengamos dirigencias con capacidad para liderar este “cambio”.

En un primer momento era y es necesario desterrar la idea que el transporte aéreo es deficitario, hoy la gran mayoría de las empresas se sustentan con el producto de su facturación, objetivo que debe hacerse carne en la empresa.

La decisión de apoyar con subsidios o aportes de capital a la empresa por parte del Estado es una decisión política y es el Congreso de la nación al aprobar el presupuesto anual de gastos y recursos el que fijará las prioridades del gasto, el uso y asignación de los recursos mediante la sanción de la respectiva ley.

Esta es la primera pauta que deben tener en cuenta las personas que gobiernen y gerencien la empresa al momento de elaborar el respectivo plan de negocios y su presupuesto, no parece que esta pauta haya estado presente en la gestión de Isela Costantini que obviamente no gobernó la empresa.

Se debe tener en cuenta que el gobierno del Estado ha decidido disminuir año tras año el aporte de capital a esa empresa hasta su eliminación lo que debería ocurrir a más tardar en el año 2018.

La dirección de la empresa deberá adecuar su gerenciamiento a esta realidad y ello implicará la necesidad de tomar decisiones con relación a sus gastos.

Una cuestión esencial pasará por la dimensión de la empresa, la plantilla de personal y la política salarial, y es obvio que los gremios que representan a su personal deberán en una etapa de transición asumir responsabilidades y ponderar situaciones para no solo mantener la fuente de trabajo, sino para hacerla viable.

Por eso nosotros habíamos propuesto e insistimos que el gobierno de la empresa debería incorporar al personal, por medio de sus representantes legítimos, para que de frente a las cuestiones que la afectan, esencialmente pérdidas de alrededor de u$s 1/ 1,5 millones diarios, se puedan proponer y adoptar las políticas necesarias para que en el más breve tiempo posible, la empresa dependa exclusivamente de los recursos que sea capaz de generar.

Hasta ahora el esfuerzo para mantener a la empresa lo hemos hecho únicamente los contribuyentes, mientras la propia empresa con la complicidad de su personal y del Ministerio de Trabajo incorporó al salario rubros “no remunerativos”, rubro groseramente ilegal, con lo que se afectó al sistema de seguridad social y a la recaudación fiscal de la que se sustenta la propia empresa. Un real oximorón.

El personal participando en el gobierno y gestión de la empresa deberá mostrar hasta que punto “somos todos aerolíneas”.

Descarto que frente a una realidad de virtual estado de quiebra, el personal reaccionará mutando su cultura, para que la empresa en vez de ser extractiva de recursos, resulte rentable.

Otra cuestión será el destino de la eventual rentabilidad.

Las empresas del Estado tiene sentido cuando generan recursos para el Estado, los que se deben destinar a la promoción del bien común o bien cuando el costo del servicio es de tal magnitud que su precio debe ser morigerado por el Estado. Un ejemplo podría ser el servicio ferroviario, cuyos costos de explotación y mantenimiento es imposible financiarlos con la tarifa.

Es obvio que si una empresa genera recursos su personal también debe tener participación en ellos, del mismo modo que deberán sacrificar ingresos cuando los resultados sean negativos.

La mutación de la que habló Rozitchner debe ser impulsada por una elite capacitada y será la gente la que en definitiva elija la forma de vida que le parece más adecuada.

Hasta ahora siendo como somos no nos va bien, pero también es cierto que si no tenemos capacidad para convencer a la gente que las cosas se pueden hacer de otro modo, la culpa y la responsabilidad del futuro será de las dirigencias, no de la gente.

En el caso de Aerolíneas Argentinas estimo que frente a problemas de subsistencia la gente sabrá como reaccionar y luego como accionar, y si no se está dispuesto al esfuerzo seguiremos dependiendo del “ventajismo” y falsamente nos “victimizaremos” y la culpa seguirá siendo de los otros.

Como corolario Aerolíneas Argentinas necesita una gestión de excelencia, pero también un gobierno participativo, de ese modo comenzará el proceso de mutación que impulsó “cambiemos”.

Reitero para “cambiar” hace falta tener ideas y la verdad sea dicha, estas no fluyen.

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