De las múltiples muestras que solemos tener de la gran valía profesional algunos de los empresarios del sector aéreo español, la guinda la pone el visionario presidente de Spanair, cuando afirmaba esta mañana en Catalunya Radio que: "el abrupto cese de actividades de la aerolínea ha pretendido evitar que las tripulaciones de los aviones volaran con incertidumbre sobre su futuro y ese estrés pudiera poner en riesgo a los pasajeros". Por una parte relaciona el "factor humano" como elemento de la cadena de seguridad,…, pero por otra pone en duda la profesionalidad de los pilotos de la compañía, en cualquier circunstancia. Más le valdría mirarse su ombligo empresarial y ver qué es lo que ha estado haciendo estos meses de maravillosa gestión para llegar a este punto. Esta es la clase empresarial, que junto con los políticos y la banca han llevado a nuestro país a esta lamentable situación actual.
Soriano ha demostrado con sus palabras el perfil del empresariado especulativo nacional. Pelotazos aeronáuticos con subvenciones oficiales. En lugar de ir más allá y cambiar totalmente el modelo insostenible, han seguido ordeñando la vaca institucional, hasta que ese maravilloso modelo en el que se sustentaba ha caído por su peso. Ahora, encima, los salvadores de las causas pobres, los medallistas del tejido empresarial, como veremos pronto-ya Vueling ha empezado a lanzar sondas-, aparecerán como un Arca de Noé, para recoger a los hijos pródigos del sector, en que han convertido a los trabajadores de la compañía.
Todo empezó con Pascual y Díaz Ferrán, esos empresarios tan de fiar que comenzaron a hacer declinar esta compañía, y que el viernes dejó de agonizar. Aquellos barros han traído estos lodos.
