Santa Cruz de Tenerife, SP, 25 de octubre de 2015.- Con la aparición de la novela de ciencia ficción «The Martian», escrita por el estadounidense Andy Weir, y su posterior adaptación cinematográfica bajo la dirección de Ridley Scott, se ha revolucionado un poco el ambiente de los viajes espaciales. Esta novela, muy entretenida, tremendamente ingeniosa y a grandes rasgos no muy alejada de lo que podría ser una realidad, es una obra de «ciencia ficción», quedando aún muchos años por delante antes que el ser humano pise de verdad el planeta rojo. Por consiguiente, yo creo que hay que disfrutar de su lectura y no sacar la lupa científica para poner pegas a determinadas libertades imaginativas que se toma el autor, porque de no haber sido así, esta obra hubiera sido un bodrio aburrido, sin interés y, si algo tiene esta novela que engancha, es un ritmo trepidante de acontecimientos imaginativos insólitos que crean ciertamente gran interés, logrando lo que en el mundo anglosajón se conoce como a page-turner.
Ahora me van a permitir dar un paso atrás en el tiempo para hacer algunos comentarios sobre las visitas del ser humano a nuestro querido satélite natural, acontecimientos que no fueron ciencia ficción.
Es curioso observar como hay gran cantidad de personas que creen en multitud de fenómenos de toda índole no respaldados científicamente y otros (o los mismos), no creen que el hombre haya pisado la Luna.
Recuerdo que cuando trabajaba en la NASA, una pregunta muy recurrente tanto de los medios de comunicación o de las visitas era: Ahora que no nos oye nadie, ¿por qué no nos cuenta algún anécdota de contactos con extraterrestres?
Me da la sensación que el ser humano tiene cierta predisposición a creer lo fantástico y cierta reticencia a digerir algunas realidades respaldadas por la comunidad científica.
Entiendo que un individuo de una tribu aislada de la civilización, invitado a visitar un hospital moderno, cuando le enseñan un quirófano y le comentan que allí se hacen trasplantes de órganos, piense que le están tomando el pelo y no se lo crea. Pero no he conocido a ningún componente del equipo de profesionales sanitarios partícipe en una intervención de ese tipo, que diga que los transplantes son un show muy bien hecho, pero que no son verdad.
Sería muy difícil engañar a un miembro de uno de esos equipos, con conocimientos profundos de su profesión, haciéndolo creer que se ha realizado un trasplante (donde él mismo ha participado), sin que sea verdad.
Yo no tengo ningún interés en que se crea o se deje de creer que el hombre pisó la Luna, no tengo vocación de misionero espacial, pero precisamente por haber participado modestamente en el equipo que lo hizo posible, voy a comentar algunos eventos que hacen muy difícil la posibilidad de engañar a tantos miles de personas de distintos países que participaron en ese acontecimiento histórico.
Había en la época del proyecto Apolo, una nutrida red de Estaciones de Seguimiento, dotadas de equipos muy sofisticados, con personal altamente especializado, que hacia prácticamente imposible engañarlos o comprarlos para que mintieran y, mucho menos a toda la comunidad científica o al otro gran competidor, al Soviético, que nunca lo ha negado.
En las Estaciones de Seguimiento, para establecer las comunicaciones con las naves espaciales, se empleaban grandes antenas parabólicas muy direccionales y se conocía donde apuntaban con una precisión de milésimas de grado. Su apertura de haz (beam width) era tan fino que no llegaba a cubrir toda la superficie de la Luna. Por consiguiente, para establecer contacto con una nave había que realizarlo apuntando con suma precisión, de lo contrario se perdía la comunicación. Se podía afirmar con toda seguridad, que los datos y voz que se recibían, procedían de una nave que estaba exactamente donde apuntaba la antena, a la distancia mostrada por otro equipo de gran precisión (ranging), capaz de discernir diferencias de unos pocos centímetros en distancias lunares (gracias a una fuente de referencia muy estable suministrada por un reloj atómico) y además de conocer la posición de la nave en cada momento, se conocía el sentido y velocidad de la misma por el efecto Doppler.
De momento, solamente con los datos mencionados, podemos confirmar que se siguió a varias naves que se desplazaron desde la Tierra hasta orbitar la Luna, y en un momento determinado se quedaba solamente un astronauta orbitando nuestro satélite en el Módulo de Comando y Servicio, y con la ayuda de otra antena se seguía al Módulo Lunar con dos astronautas a bordo, que descendían a la superficie de la Luna.
¿Cómo podemos asegurar, no solamente que se han seguido a estas naves desde la Tierra a la Luna, sino que había astronautas dentro en todo ese recorrido?
Por varias circunstancias de muy difícil manipulación, principalmente las comunicaciones verbales, los datos biomédicos y la instalación de unos laboratorios que se dejaron sobre la superficie de la Luna denominados ALSEP (Apollo Lunar Surface Experiments Package), que requerían de la intervención de los astronautas para su montaje, colocación y puesta en funcionamiento. Los ALSEP dejados por los astronautas estuvieron mandando datos durante muchos años hasta que se dejaron de seguir por no aportar nada nuevo de interés científico, salvo los tres retro-reflectores que aún se pueden utilizar para medir distancias de la Tierra a la Luna con errores milimétricos.
Las instrucciones para mover la cámara de TV situada en los Rover Lunares, se recibían por las líneas de comunicación en la Estación de Seguimiento desde el Centro de Control, se procesaban en un computador de tiempo real, un Univac 642-B, se imprimían en una impresora de alta velocidad (HSP) y se trasmitían a través de la antena que estaba apuntando al lugar del alunizaje, y a los pocos segundos, en el monitor de TV podíamos apreciar la respuesta coherente de la cámara del Rover mandando imágenes de acuerdo al comando escrito en la HSP y enviado momentos antes.
Con la tecnología actual, probablemente se hubiera podido hacer algo muy sofisticado, con poco peso, volumen y consumo, para llevar a cabo un truco simulando haber pisado la Luna sin haberlo hecho, pero en esa época, era más fácil hacer lo que hicieron con la dificultad y el riesgo que implicaba, que engañar a todos los participantes del proyecto sin que pudiéramos detectarlo.
Como dato curioso, en este proyecto se utilizó la tecnología más avanzada de la época. Los computadores de tiempo real empleados en las Estaciones de Seguimiento se diseñaron originalmente para usos militares, era el modelo 642-B y lo fabricaba Univac. El volumen de cada computador 642-B y su memoria asociada EMU, era del tamaño de dos armarios roperos, su peso de más de dos toneladas y el consumo de varios Kilowatios cada uno.
Con esta tecnología era imposible llevar en el reducido espacio de la nave, algo discreto y sofisticado a la vez, capaz de simular el chorro de datos recibidos desde la superficie lunar, las voces de los astronautas y sus datos biomédicos para engañar a todos los participantes de este proyecto.
Aprovechando la media docena de visitas a la superficie Lunar, también se trajo a la Tierra casi media tonelada de muestras Lunares que se repartieron entre toda la comunidad científica y nadie hasta la fecha ha dicho que eran falsas.
Por todos es conocido que esta hazaña fue fruto de una pugna entre las dos grandes potencias del momento y los más interesados y con más medios para descubrir el engaño eran los competidores de la Unión Soviética. Si ellos no lo hicieron, parece razonable pensar que no encontraron nada que les hiciera sospechar que los americanos habían hecho trampa.
Algo parecido ocurrio cuando los EE.UU. tuvieron que admitir que la URSS se adelantó y puso en órbita el primer satelite artificial, el Sputnik 1 .
Recientemente el satélite Lunar LRO (Lunar Reconnaissance Orbiter), ha confirmado con fotografías los lugares y huellas en la Luna donde estuvieron los astronautas.
Dicho esto, el que siga queriendo decir «carchuto», o negando que Cristóbal Colón estuvo en el Nuevo Mundo, sigue teniendo todo su derecho.
Respecto a un viaje tripulado a Marte, no lo veremos antes de muchos, muchos años.
El poner al hombre en la Luna y de regreso a la Tierra sano y salvo fue una gran hazaña, pero hacer la misma operación con Marte no tiene nada que ver, las dificultades y costes se disparan de una manera increíble.
El principal problema es la distancia, incluso en las condiciones de proximidad optimas que ocurren aproximadamente cada dos años. La Distancia a la Estación Espacial Internacional es de unos 400 Km. a la Luna de 380.000 Km. frente a los 55.000.000Km o 400.000.000 Km. a Marte).
Antes se enviarán muchas misiones robóticas al no tener los inconvenientes que plantean las tripuladas por humanos que necesitan de tecnologías aún por desarrollar.
Si realmente nos interesa saber si en Marte hay o hubo vida, no conviene contaminarlo con la presencia de humanos.
Los problemas adversos de una exposición prolongada a la radiación, los robots lo tienen resuelto, los humanos aún no.
Los problemas de suministros vitales, comida, aire, agua, cultivos de alimentos, etc. los robots lo tienen superado, los humanos aún no.
Los posibles problemas psicológicos por el aislamiento y la convivencia en estancias reducidas por largos periodos de tiempo, los robots no los tienen, los humanos no se sabe.
Los tremendos problemas de suministrar una nave de regreso, los robots no tienen necesidad de regresar.
Los seres humanos durante estancias prolongadas en ambientes de ingravidez, sufren problemas fisiológicos serios de osteoporosis y perdidas de masa muscular, los robots no.
La diferencia de costes de una misión a Marte robótica o tripulada es abismal.
Y así seguiría enumerando una serie de circunstancias que de momento aconsejan, que durante varias décadas, las visitas a Marte sean robóticas y no tripuladas.
Los humanos tenemos la gran fortuna de viajar a bordo de una nave (nuestro planeta), donde todos estos problemas mencionados anteriormente están maravillosamente resueltos, a pesar de lo poco que lo cuidamos.
El agua se recicla a través del «ciclo del agua en la naturaleza», tratamiento biológico, evaporación, condensación en las nubes, lluvia, ríos, mineralización, mares, etc.
Las radiaciones peligrosas del Sol se desvían por el efecto de nuestro campo magnético.
Los problemas de osteoporosis y perdida de masa muscular están resueltos con la gravedad.
Los suministros vitales, como el aire, nos los ofrece la naturaleza en la proporción exacta que necesitamos y lo mismo ocurre con las necesidades alimenticias.
El suministro energético lo tenemos garantizado por millones de años con un generador de fusión , el Sol.
Y para aliviarnos de agobios psicológicos, en la Tierra disponemos de amplios espacios naturales con puestas de Sol impresionantes, paisajes que nos dejan sin respiración, el perfume o la belleza de las flores, el olor a tierra mojada cuando llueve y otros regalos sensoriales, difíciles de reproducir fuera de nuestro planeta y que aquí la naturaleza nos lo brinda gratis, no siendo valorados adecuadamente en muchas ocasiones.
Cuidemos nuestra nave un poco mejor, porque de momento es lo que tenemos y realmente no se porta nada mal a pesar del trato que recibe.
J.M.M.C.