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El Catalina sobre la Bahía de Pollensa

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Guadalajara, SP, 12 de julio de 2014.- Quizás la mayoría de nuestros lectores conozcan cúal fue el primer hidroavión utilizado para la extinción de incendios en España. Antecedente de los Canadair C-215, el Consolidated PBY Catalina fue un hidroavión diseñado en los años 30. El óleo de Elsa González Zorn, que acaba de abrir un Estudio de Pintura en Madrid, ha hecho que nos interesemos por este modelo, que en honor a la verdad desconocíamos que era el abuelo de los apagafuegos que tenemos hoy en España, CL215 y CL415. Uno de esos ejemplares del modelo PBY-6, siempre me ha llamado la atención dentro de los que en el exterior descansan en el Museo del Aire de Madrid. Este ejemplar tiene como anécdota que era de la USAF, y que erroneamente aterrizó allá por 1942 en el Sáhara español, en plena postguerra. Los modelos que uitlizó el Ejército del Aire de España, eran del PBY-5, con la designación militar DR.1. Prestó servicio como bombardero de patrulla y contraincendios entre 1949-54. Luego asistimos a la ya habitual presencia de su vástago el CL215 de Canadair.

Coincidiendo con este agradable descubrimiento del último cuadro relacionado con la controladora y artista González Zorn, en el que tambien aparece un VOR, reconozco que siempre ha llamado la atención este «faro» en tierra que utilizan los aviones para posicionarse, hizo quizás que mis ojos se fijaran en la estantería de libros de uno de estos establecimientos que parecen reservados a las Very Important Person, en concreto en uno cuyo autor Richard Bach, tambien lo es del ya famoso Juan Salvador Gaviota, al que puso música Neil Diamond para aquella película que relataba una fábula en forma de novela, y que dirigió Hall Barlett. El título de su nueva obra es «Viajes con Puff», una lectura que recomendamos para este Verano, como una forma de reconciliación con la aviación en pleno siglo XXI. Todo comienza cuando su protagonista adquiere un hidroavión ligero SEAREY 912S con 73 horas de vuelo, en el que se decide a emprender una travesía-aventura de costa a costa, y por la costa de los EE.UU. Se trata de una perfecta fusión entre lo novelesco y lo técnico, pero deliciosamente aderezado de detalles que reconfortan y vuelven a hacernos disfrutar de la aviación de los aviadores desde sus páginas.
Lo mismo sucede con el cuadro de González Zorn. Es como si el arte para comenzar este «finde» caluroso de julio, decidiera que nos olvidemos unos instantes del fragor laboral de este sector, y si pudieramos además poner de fondo Jet Airliner de de Steve Miller Band, mientras ojeamos Viajamos con Puff de Bach, y tuviéramos colgado en nuestro hogar el cuadro del Catalina, quizás consiguiéramos reconciliarnos algo con todo lo que comercial y materialmente rodea al sector, y volviéramos algo al mensaje de Juan Salvador Gaviota. Eso sí tendríamos que finalizar con por ejemplo BE, donde dice «Perdido, en un cielo pintado, donde las nubes se cuelgan, para el ojo de los poetas, tú puedes encontrarlo, sí puedes encontrarlo…» para desengrasar. Quizás así, sólo así podramos llegar a pensar que otra aviación es posible, la aviación de los artistas, literatos y poetas. Volvernos a reconociliar con el aire, y con ese milagro que todavía sigue siendo VOLAR.
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