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Benavente – Zamora: o cómo seguir endeudándose sin dejar rastro aparente en las cuentas públicas

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29/08/2011.- El 24 de agosto de 2011 apareció publicada en el BOE la licitación del contrato de concesión para la ejecución, conservación y explotación del tramo de la autovía de la Plata entre Benavente y Zamora. (TRABAJADORES DE FOMENTO Blog)

www.boe.es/aeboe/consultas/bases_datos/doc.php?id=BOE-B-2011-27987

El concesionario que resulte adjudicatario del contrato tendrá que construir esta autovía, y conservarla y explotarla durante 30 años. A cambio percibirá mensualmente una retribución económica (o canon, como se denomina en el contrato) por parte del Estado. Este canon se comenzará a cobrar a partir del momento en que se ponga en servicio la autovía y hasta el fin de los 30 años de concesión. Es decir, probablemente desde 2015 hasta 2042. Este canon es una cantidad que se actualizará en función de la inflación, es independiente del tráfico de la autovía, y podrá reducirse a la baja si la calidad del servicio prestado por el concesionario es deficiente.
El canon, lógicamente, tendrá que compensar al concesionario por los costes de construcción, conservación y explotación de la autovía, los propios costes de estructura del concesionario, los importantísimos costes de financiación de la deuda que tendrá que soportar el concesionario,… así como atender unos beneficios que hagan atractivo al capital privado acudir a esta inversión. Pues bien, el pago que el Estado tendrá que abonar anualmente al concesionario se estima en 33 millones de euros en 2015. En 2042, la cantidad llegará a subir presumiblemente hasta los 51 millones de euros, en función de la inflación. Es decir, durante los 27 años en que estará el servicio la autovía, el Estado tendrá que abonar al concesionario un total de 1150 millones de euros. Todas estas cantidades sin IVA.
¿Y el Estado qué gana con todo esto? La Administración se ahorra el coste de construir la autovía, cuya inversión se estima en 210 millones de euros. Y también el coste de conservarla y explotarla durante de 27 años, cuyo valor se estima en 120 millones de euros. Hagamos cuentas, 330 millones "ahorrados" frente a unos pagos futuros que ascienden 1150 millones de euros. Para más información vean, el estudio de viabilidad:
www.fomento.gob.es/NR/rdonlyres/1CC3BE96-7D95-4C93-84C5-A5DB03C71057/97929/EstudioViabilidadBZ1.pdf

¿Por qué, para qué? En nuestra opinión, el Gobierno pervierte el significado de un contrato de concesión de obra pública con el fin de ejecutar una infraestructura sin desembolsar un duro hasta 2015, ahora que las arcas están exhaustas. Y lo que es más importante, de manera que el endeudamiento asociado a esta infraestructura aparezca dentro del balance del concesionario, sin figurar en las cuentas públicas como déficit y endeudamiento del Estado. Pero para ello el sistema europeo de cuentas exige que realmente se transfieran riesgos al concesionario, es decir, al capital privado que decide invertir en esta infraestructura. Pero, ¿realmente es así en este caso?
En nuestra opinión no, estamos antes otro ejemplo de "contabilidad creativa" que endeuda a todos los ciudadanos sin repercutirlo en las cuentas públicas. Otro engaño cuyas consecuencias acabaremos por descubrir dolorosamente más tarde o más temprano. Pues en la práctica, a partir de 2015 aparecerán 32 millones de euros a abonar anualmente por el Estado, actualizados en gran medida por la inflación que se produzca, durante la friolera de 27 años. ¿Qué diferencia hay ente esto y un endeudamiento a largo plazo? Teóricamente, que se han transferido los riesgos de construcción y disponibilidad al concesionario. Pero veamos cómo estos riesgos son realmente muy reducidos en esta concesión.

A diferencia de las concesiones de autopistas, que tradicionalmente se han licitado en España sobre anteproyectos escasamente definidos y, por lo tanto, con verdaderas incertidumbres sobre el coste final de la obra, en la autovía Benavente-Zamora el Estado aporta los proyectos de construcción ya redactados. Por lo tanto, el concesionario conoce perfectamente la definición de la obra, las unidades que la componen y las mediciones. Vemos como el riesgo de construcción está muy acotado.
El riesgo de disponibilidad es básicamente el riesgo que corre el concesionario de que los costes de conservación y explotación se incrementen sobre los previstos. ¿Pero se trata de un riesgo real? Hablamos de un tramo de autovía sin especiales dificultades, al que acudirán las principales constructoras españolas, que han construido y conservan miles de kilómetros de autovías y autopistas similares. ¿De verdad es un riesgo para estas empresas valorar correctamente este coste en un mercado conocido y para construir una infraestructura que nada tiene de singular?
Comparemos una vez más con la concesión de una autopista de peaje. Al carecer de proyecto de construcción, el riesgo de construcción es muchísimo mayor en el caso de una autopista. El riesgo de disponibilidad es similar. Y el riesgo más importante de las autopistas de peaje, el tráfico (que el conductor elija el pago del peaje frente a otras alternativas), está ausente en la concesión Benavente-Zamora.
Vemos como se prostituye el significado del contrato concesional, en el que debe haber un verdadero equilibrio entre los riesgos que asume la Administración y los riesgos del capital privado, para servir el interés verdadero subyacente: continuar la fiesta, endeudarse sin que se que refleje en las cuentas públicas, poner a todos los ciudadanos a trabajar y pagar unos impuestos en favor del beneficio de unas sociedades concesionarias que apenas asumen riesgos.
Por último, y no por ello menos importante, ¿todo esto para qué? ¿Se trata de una infraestructura vital que servirá para paliar un estrangulamiento que está lastrando la ansiada recuperación económica? Visiten la carretera nacional entre Benavente y Zamora, observen que su trazado es bueno, que el tráfico es muy escaso. En definitiva, que la carretera sirve perfectamente a la demanda actual. ¿Es necesario acometer esta infraestructura precisamente ahora, en este momento económico tan difícil? ¿No hay otras prioridades?

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