(EXCELSIOR.com.mx/Leo Zuckermann) México, 31 de octubre de 2012.- Lo más importante es el tema de la seguridad. En México no han sido hipotéticos los accidentes aéreos donde mueren altos funcionarios.
El gobierno de Felipe Calderón ha anunciado que comprará un nuevo avión para transportar al Presidente. Es evidente, por los tiempos, que el beneficiario de esta aeronave será el próximo mandatario Enrique Peña Nieto. Esta decisión comienza a ser criticada por algunos que consideran que el país no está para darse el lujo de comprar un Boeing de última generación con un equipamiento muy completo en materia de seguridad. Creo que se equivocan. Yo, por el contrario, pienso que México necesita cuidar lo más que se pueda a su Presidente, minimizando la posibilidad de que éste fallezca en un accidente aéreo.
Se calcula que el costo de la aeronave Boeing 787 Dreamliner rondará los 370 millones de dólares, de los cuales unos 120 millones serán en un financiamiento a diez años. Además, el gobierno mexicano logró mejores condiciones económicas ya que adquirió el avión como parte de un paquete de cien aviones que compró la empresa Aeroméxico a Boeing, incluidos diez 787 iguales a los que tendrá la Presidencia. Es, sin duda, mucho dinero. Pero un país del tamaño de México tiene los recursos públicos para pagarlo. Además, lo más importante es que 370 millones de dólares no son nada frente a lo que puede perder el país en caso de un accidente fatal del Presidente.
Imaginemos el escenario. Cae el avión presidencial. Muere nuestro jefe de Estado y de gobierno. La incertidumbre política hace que se devalúe el peso mexicano. Las empresas mexicanas pierden cientos de millones de dólares por la caída en sus acciones. Las tasas de interés de los bonos de México denominados en pesos y dólares aumentan. Tan sólo recuérdese lo que ocurrió cuando Luis Donaldo Colosio fue asesinado siendo candidato presidencial del PRI en 1994. Magnifiquemos varias veces esta historia si la víctima fatal es el Presidente.
¿Queremos eso? Claro que no. El país no puede darse el lujo de un accidente o atentado en el avión presidencial. Por eso, estoy a favor de la decisión de que la nueva aeronave cuente con todos los sistemas de seguridad de última generación. Se informa que al nivel de los que tiene el air force one donde viaja el Presidente estadunidense. Pues qué bueno porque nuestro mandatario tiene que tomarse en serio el asunto de la seguridad en un país donde precisamente hay un déficit de eso.
Está bien que sea un avión de última generación. Está bien que tenga todos los sistemas de seguridad más modernos para convertirlo en una fortaleza aérea. Está bien que tenga un diseño donde el Presidente, su comitiva y la fuente presidencial viajen en un espacio digno y cómodo. Otra cosa sería que nos enteráramos que van a incluirle elementos de lujo como el que un príncipe saudí piensa ponerle a su nuevo Airbus 380: elevador, baño turco de mármol, suites privadas con camas King, templo de oración y sala de conciertos con piano de media cola. Eso sí que sería un escándalo. Pero no. Aquí estamos hablando del mejor avión que puede tener el Presidente de México para minimizar el riesgo de fallecimiento por accidente o atentado. ¿No lo merece este país? Yo creo que sí.
Además hay que decir que la compra del nuevo avión presidencial se está haciendo con total transparencia y, al parecer, en las mejores condiciones económicas. Hay que añadir que, siendo un Boeing 787 como los que tendrá Aeroméxico, el mantenimiento de la nave podrá hacerse en México. Amén de que la nueva generación de dreamliners le permitirá volar a nuestro jefe de Estado directamente a Europa y Asia sin tener que hacer escalas para cargar combustible, a diferencia del 757 que actualmente se tiene y que cuenta con una autonomía de vuelo más limitada. Y un último dato: el 787, al estar construido con materiales más ligeros que el aluminio (plásticos reforzados con fibra de carbono), consume 20% menos de combustible, un ahorro que nos beneficiará a los contribuyentes mexicanos.
Pero lo más importante es el tema de la seguridad. En este país no han sido hipotéticos los accidentes aéreos donde mueren altos funcionarios. En los últimos años hemos perdido a un secretario de Seguridad Pública y dos secretarios de Gobernación. De ninguna forma nos podemos dar el lujo de que el siguiente sea el Presidente. Por eso, me parece una decisión correcta la de renovar la aeronave del Presidente con toda la parafernalia posible en materia de seguridad.
Twitter: @leozuckermann