Madrid, SP.- El sector de la aeronáutica mundial ha registrado en los últimos años algunos de sus ejercicios más seguros en términos de accidentes mortales. Sin embargo, la mejoría en la gestión de riesgo en el largo plazo está amenazada por el creciente número de riesgos e indemnizaciones de seguro, según la aseguradora especializada Allianz Global Corporate & Specialty (AGCS).
Costosas reparaciones e indemnizaciones por problemas en los motores, daños causados por objetos extraños (como impactos con aves o drones), incidentes de colisión en tierra, resbalones y caídas de viajeros, inmovilización de flotas en tierra, incidentes por mal repostaje y demandas por responsabilidad civil son solo algunas de las áreas en las que las aseguradoras están observando una mayor actividad por siniestros, tal como señala AGCS en su nuevo informe Riesgo en aviación 2020, elaborado en colaboración con la Universidad Aeronáutica Embry-Riddle, el mayor centro universitario especializado en los sectores de la aviación y aeroespacial.
«Afortunadamente, hoy en día es muy raro que las aeronaves comerciales de última generación se vean envueltas en accidentes aéreos mortales», afirma Tom Fadden, director global de Aviación en AGCS. «Sin embargo, estas importantes mejoras en la seguridad no deberían crear en el sector de la aviación una falsa sensación de seguridad. Con frecuencia se subestima el enorme volumen y magnitud de los siniestros de aviación. Las líneas aéreas, fabricantes y aeropuertos deben prepararse para abordar nuevos riesgos, como ciberataques o colisiones con drones».
El informe, que analiza más de 50.000 indemnizaciones de seguros de aviación por un valor total superior a los 14.800 millones de EUR (16.300 millones de USD) entre 2013 y 2018[1], revela que los incidentes por colisión o accidente representan actualmente más de la mitad del valor total de las indemnizaciones (57 %), lo que equivale a 8.400 millones de EUR (9.300 millones de USD), y más de una cuarta parte del número total de siniestros (27 %). El informe señala el mayor coste derivado de los casos de inmovilización en tierra, de las interrupciones de actividad por ciberataques e incidentes con drones, así como una mayor incidencia de las turbulencias causadas por el cambio climático, como algunas de las tendencias futuras que tendrán impacto sobre la siniestralidad.
Tendencias en siniestros
«En general, aumenta la frecuencia e importancia de las intervenciones de las compañías de seguros de aviación debido al mayor valor de las aeronaves, los mayores costes de reparación y los mayores casos por responsabilidad civil concedidas a las víctimas de accidentes», sostiene Dave Warfel, director regional de Aviación para América del Norte en AGCS. «El volumen de los siniestros es también reflejo del incremento de los viajes en avión, con un mayor número de pasajeros y aeropuertos más congestionados, así como de las crecientes demandas a las líneas aéreas, fabricantes y servicios de tierra».
El hecho de que las colisiones o accidentes sean la principal causa de los siniestros de seguro de aviación no responde únicamente a las grandes catástrofes aeronáuticas. Estos siniestros recogen también otros sucesos, como aterrizajes forzosos, impactos con aves e incidentes en tierra. Por ejemplo, el coste medio de los siniestros por incidentes en pista asciende a cerca de 1,7 millones de EUR (1,9 millones de USD). Los defectos de mano de obra en labores de mantenimiento son la segunda causa de siniestro, seguidos por las averías de maquinaria.
Las modernas aeronaves, equipadas con motores más sofisticados y construidas con materiales ligeros de carbono, son más caras de reparar, lo que contribuye al mayor coste de los siniestros. Por su parte, la mayor complejidad del diseño, las tecnologías y la construcción de aeronaves provoca también un mayor coste de los incidentes por inmovilización en tierra, que afectan a flotas enteras, como en el caso del rediseñado Boeing 737 Max, que sigue inmovilizado en tierra después de que se produjeran dos accidentes mortales en un plazo de cinco meses entre 2018 y 2019. «Estos incidentes ponen de manifiesto el reto de hallar soluciones técnicas para problemas complejos, lo que dilata los plazos necesarios para volver a operar las aeronaves inmovilizadas. Las autoridades de aviación civil y de seguridad aeronáutica son cada vez más cautas, y con razón. Sin embargo, esta actitud va a dar lugar en el futuro a un mayor número, y más prologando, de inmovilizaciones de aeronaves», afirma Warfel.
El informe señala también un aumento en el número de demandas de responsabilidad civil por pasajero. Con indemnizaciones que pueden alcanzar varios millones de dólares por persona, un accidente grave de aviación podría en el futuro dar pie a siniestros de responsabilidad superiores a mil millones de dólares.
Las aseguradoras se enfrentan también a un creciente número de indemnizaciones por daños causados por objetos extraños. En 2018, y solo en los Estados Unidos, se comunicaron más de 14.600 colisiones de aeronaves con fauna, según datos de la Administración Federal de Aviación de los Estados Unidos. En concreto, los impactos con aves son un factor de siniestralidad importante en todo el mundo, con un coste medio de indemnización en torno a los 360.000 USD. En algunos casos, la indemnización ha llegado a 16 millones de USD. Por otra parte, crecen los siniestros por mal repostaje. Además, los errores del personal de tierra pueden dar lugar a costosos daños y reparaciones de motores, así como a prolongadas inmovilizaciones en tierra cuando conllevan la sustitución de los sistemas de combustible, pero también pueden tener consecuencias catastróficas, como que los motores se detengan en pleno vuelo.
Retos futuros
El informe señala, también, la aparición de nuevos escenarios de riesgo. Por ejemplo, se prevé que, en los próximos 20 años, la demanda de nuevos pilotos sea de unos 800.000 –el doble de la cifra actual–, lo que plantea desafíos en materia de contratación y formación, en especial para las escuelas de vuelo. Y, mientras tanto, siguen surgiendo dudas acerca de la excesiva dependencia de los sistemas automatizados de vuelo. Varios accidentes recientes han puesto de manifiesto la necesidad de que los pilotos estén mejor preparados para poder tomar medidas correctoras en caso de fallo técnico.
También se prevé que, en el futuro, aumenten las incidencias por turbulencias debido al cambio climático, por lo que se espera un mayor crecimiento de éstas en los corredores aéreos del Atlántico norte, que utilizan a diario miles de vuelos. Las turbulencias extremas pueden causar daños estructurales en las aeronaves, que pueden costar millones de dólares. Además, el creciente número de drones en vuelo y los riesgos cibernéticos, como los ataques informáticos, las interrupciones de sistemas y las violaciones de seguridad de datos personales pueden afectar en el futuro a la siniestralidad aeronáutica.
Los accidentes en tierra siguen siendo un problema que puede intensificarse. En muchos casos, las infraestructuras aeroportuarias no han podido adaptarse al rápido crecimiento en el número de pasajeros y aeronaves. Se prevé que una amplia mayoría de los aeropuertos de todo el mundo tenga, probablemente, problemas de capacidad en un plazo de diez años. La congestión en tierra no es solo preocupante en términos de retrasos, el informe señala que la saturación de las áreas de servicio y las plataformas da lugar a un mayor número de colisiones y accidentes en rampa.
Tres de los últimos cuatro años han sido los más seguros en toda la historia
El informe también pone de manifiesto un descenso constante en el número de accidentes mortales registrados en los últimos sesenta años, plazo durante el cual el número de pasajeros ha crecido notablemente. Entre 2008 y 2017, se registraron en todo el mundo 2.199 víctimas mortales en 37 incidentes de vuelos comerciales con pasajeros, lo que supone menos del 8 % del número total de víctimas mortales registrado desde 1959[2]. En 2017, por primera vez en al menos sesenta años de aviación, no se registraron víctimas mortales en vuelos con pasajeros. 2018 fue el tercer año más seguro de la historia y 2015, el segundo.
La mejora continua de la seguridad aérea puede atribuirse a diversos factores. Los sistemas y la cultura de seguridad han avanzado enormemente. Las mejoras en el diseño (progresos en aerodinámica y fuselajes, criterios de diseño de seguridad, mejoras en los instrumentos de cabina, creciente número de aeronaves con controles electrónicos de vuelo) han tenido un impacto espectacular en las tasas de siniestralidad. También se han registrado importantes mejoras en la fabricación, explotación y regulación de las aeronaves. Por último, los avances científicos han permitido al mundo de la aeronáutica comprender mejor el modo en que el factor humano afecta a la seguridad.