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septiembre, martes 26, 2023

El difícil camino hacia el Convenio

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SEPLA-VuelingAunque con ciertos puntos mejorables, el I Convenio Colectivo ha traído una clara mejora laboral para los pilotos de Vueling. Vueling nació hace seis años con una clara vocación de aerolínea de "nueva generación"; un híbrido entre la aerolínea tradicional y la de bajo coste. El modelo low cost comenzaba a afianzarse por entonces en nuestro país, y parecía la única forma de crecer dentro de las infinitas posibilidades que ofrecía un mercado en plena expansión. La flota y las contrataciones subían sin freno en la empresa, y tal sólo 18 meses después de su fundación, Vueling se consolidaba como la aerolínea con mayor crecimiento de la historia de la Aviación hasta ese momento.

En 2006 apareció Clickair, una compañía participada mayoritariamente por Iberia (80%), que ofrecía una competencia directa a las rutas operadas por Vueling. Al igual que ella, asentó su base en Barcelona, pocos meses de que Iberia se hubiese retirado de El Prat. Clickair respondía de alguna forma a un modelo con más marcado perfil low cost, sobre todo en lo que se refiere a las condiciones laborales de su plantilla de trabajadores.

No existía por entonces ningún tipo de documento oficial que estableciera las reglas de la política de la empresa con los empleados. En Vueling, el llamado "Yellow Book" hacía las veces de reglamento, pero no pasaba de ser un acuerdo de buena voluntad en el que se plasmaban una serie de condiciones que no tenían carácter vinculante. La situación de Clickair era aún más dramática. No había ningún tipo de escrito, quizás para no reconocer que no existía ningún tipo de derecho.


"En Clickair no existía ningún tipo de documento oficial que estableciera las reglas de la política de la empresa con los empleados"


Era difícil trabajar en Clickair. Los empleados, amedrentados, vivíamos sometidos a una constante política del miedo que imponía un silencio que, de romperse, podía acarrear el despido. No hubiera sido el primer caso, la empresa era implacable con las críticas contra ella, aunque fueran en un contexto totalmente ajeno al del lugar de trabajo. En Clickair sólo progresaban los "colaboracionistas", y ello iba creando entre los propios compañeros de profesión un ambiente de tensión y recelo imposible de soportar, que extirpa de raíz las ganas de reivindicar nada.

Y, sin embargo, teníamos mucho por lo que protestar. Las condiciones eran denigrantes. Una botella de agua era el único alimento al que teníamos derecho durante los vuelos, aunque fueran de más de 10 horas de actividad. Tocar el catering del pasaje podía traer penas de expulsión, de hecho, dos comandantes fueron despedidos por ello. Pero lo más sangrante era la actitud de los directivos, quienes se jactaban sin rubor de la política que seguían. Los pilotos teníamos que soportar insultos y ridiculizaciones en público: "sois unos cutres" fue la única respuesta que obtuvimos cuando les pedimos que proporcionaran la comida a bordo o que pagaran minutos de vuelo que no habían pagado durante mucho tiempo. No en vano, nuestra aerolínea se definía a sí misma como "una aerolínea destinada a crecer sin sindicato", intentando hacernos creer que ambos conceptos, sindicalismo y bajo coste, debían ser obligatoriamente excluyentes.

El proceso de fusión

Corría el año 2007 y los nubarrones de la recesión económica empezaban a ser cada vez más evidentes, sobre todo en la industria de la aviación, que ha ejercido un papel premonitorio en esta crisis. Las grandes pérdidas, tanto en Vueling como en Clickair, y el elevado precio del carburante, precipitaron la necesidad una fusión entre dos compañías que rivalizaban por la misma cuota de mercado.

Los pilotos conocimos la materialización de la fusión a través de los medios de comunicación. A pesar de la repercusión obvia que una noticia de tal calibre podía tener sobre nuestros puestos de trabajo, las dos empresas jugaron un papel de total opacidad de cara a sus empleados, a quienes no informaron de casi ninguno de sus movimientos ni de sus planes futuro (reducción de flota, de personal, etc.). La poca información suministrada por una de las empresas se contradecía con lo proporcionado por la otra, aumentando la situación de incertidumbre que nos tocó vivir durante un año y medio.


"La primera medida de la cúpula directiva de la nueva empresa fue eliminar algunos de los derechos que tenían en la antigua Vueling"


Finalmente, en julio de 2009, las dos empresas se fusionaron oficialmente con un aporte mutuo de flota y personal del 50%. Para ello, hubo que reducir ambos conceptos hasta equipararlos en número. La nueva empresa se quedó con el nombre de Vueling, pero adoptó la cúpula directiva de Clickair casi por completo. Pronto nos dimos cuenta de ello: sin presentación previa a los empleados, ni mensajes de bienvenida o similares, su primera medida fue eliminar algunos de los derechos adquiridos por los pilotos de la antigua Vueling, como las comidas o el Block + 15 (un cómputo extra de trabajo de 15 minutos al finalizar la operación). El optimismo con el que al principio afrontábamos esta nueva etapa no tardó en esfumarse, y en ese momento más que nunca nos dimos cuenta de la necesidad imperiosa de una Sección Sindical que velara por los intereses del colectivo. Ahora bien, nos enfrentábamos a un problema: ¿cómo conseguir ese propósito sin pasar por la guillotina? La única respuesta era simple: arriesgándonos. Aun sabiendo que no había garantía de nada, nos sentíamos en la obligación moral de luchar contra la tendencia kamikaze a la que se había adherido la "nueva generación" de Aviación.

La negociación

La empresa era complicada. Tener un Convenio Colectivo no era prioridad para la mayoría, y ese pensamiento generalizado fue el principal obstáculo con el que nos encontramos a la hora de hacer calar entre nuestros compañeros el mensaje de que otra forma de trabajar era posible. Sin embargo, un reducido grupo de colegas y amigos decidimos ponernos manos a la obra, en buena parte gracias al empuje del entonces Presidente de SEPLA, José María Vázquez. Tras varias reuniones clandestinas, se convocó una asamblea en la que fuimos elegidos como representantes sindicales por nuestros afiliados, si bien es cierto que nadie más se presentó. Nuestro primer objetivo debía ser, según el Presidente, limitarnos a un Convenio que recogiera lo establecido en el "Yellow Book", dada la rigidez de la dirección de la nueva Vueling.

El siguiente paso era que nos reconociera la empresa, cosa que hizo tras una dilatada espera e insistencia por nuestra parte -y reticencia por la suya-. Paradójicamente, encontramos otro hueso duro de roer en algunos de nuestros propios compañeros. Por desconocimiento, por recelo, por temor… El nombre de SEPLA no era del todo bien recibido entre los pilotos de Vueling, que veían en él una especie de amenaza para la supervivencia de la empresa, acostumbrados como estaban a asociar la viabilidad económica a su silencio absoluto. Sin embargo, pensamos que la mejor forma de convencerles era presentándoles resultados palpables, por lo que comenzamos a presionar a la directiva para crear una mesa negociadora de cara al que sería el primer Convenio Colectivo de pilotos, que debería solucionar las diferencias abismales que había entre las condiciones de trabajo de los pilotos provenientes de Vueling y las de los pilotos de Clickair.


"El nombre de SEPLA no era del todo bien recibido entre los pilotos de Vueling, que veían en él una especie de amenaza para la supervivencia de la empresa"


Hasta entonces, lo único parecido a representación sindical había sido el comité de empresa de la antigua Vueling, en el que los pilotos apenas estábamos representados. Dos años después, habíamos pasado de la nada a ser reconocidos como interlocutores válidos para negociar un Convenio, que por fin, regulara las condiciones laborales de todos nosotros.

La empresa jugó duro desde el principio, intentando por todos los medios minar nuestra voluntad. La intención de la compañía era igualar las condiciones laborales de ambos colectivos, pero no al alza sino a la media entre ambas, es decir, bajar salarios en algunos casos, y además hacerlo durante un período de cinco años. Se dieron situaciones tan absurdas como que los exVueling tenían derecho a comidas a bordo y no así los de exClickair, ocurriendo a veces que en un mismo vuelo uno tenía derecho a comer y el otro tan sólo el deber de pasar hambre. La propia empresa nos reconoció más tarde que el coste de dar comida a todos era el mismo que el de restringir la comida a parte de la tripulación. Éstas y muchas otras situaciones de esta calaña y sinsentido, se fueron sucediendo continuamente en los primeros compases de la nueva Vueling, cuyo único objetivo no era más que el intentar demostrar al colectivo su fuerza, poder y presión.

La situación llegó al límite cuando, durante la crisis de las cenizas volcánicas de la primavera de este año, Vueling despidió a un Comandante que se había negado a volar por considerarlo un riesgo para la seguridad. Nuestra reacción inmediata fue levantarnos de la mesa de negociaciones si no se readmitía de inmediato al comandante despedido. Una medida que no fue bien vista por todos los pilotos: muchos consideraron desproporcionado interrumpir una negociación colectiva por un caso individual. Fue un punto de inflexión en el que, desgraciadamente, nos tocó constatar de primera mano la inmadurez de parte de nuestro colectivo y la poca fuerza que proporciona la desunión. No obstante con todo, seguimos adelante con nuestro pulso hasta que finalmente la empresa tuvo que readmitir al Comandante. La readmisión de un comandante despedido por motivos de seguridad no tenía precedente en España hasta este caso, y en él fue muy importante el apoyo sin paliativos mostrado por todas las Secciones Sindicales de SEPLA. Además, esta pequeña victoria nos dio fuerza de cara a la negociación: nuestros escépticos compañeros empezaron a ver que moverse bajo el paraguas de un Sindicato es importante para adquirir derechos laborales. Entre otros logros inmediatos, conseguimos que se incluyera en el Convenio (Anexo FDM) un artículo según el cual no se puede echar a un piloto cuando toma una decisión en pos de la seguridad.


La Sección Sindical consiguió que se readmitiera a un Comandante despedido por tomar medidas a favor de la seguridad.


Primer objetivo cumplido

Después de casi un año de luchas encarnizadas con la compañía, y pasando por muy malos momentos, hacia finales de julio del 2010 llegamos a un preacuerdo de borrador de Convenio, que debía ser ratificado por el colectivo por votación. Aceptamos llevar a consulta ese borrador a pesar de nuestro desacuerdo con varios puntos, especialmente con uno: el polémico nivel 6.

La decisión de someter a votación el borrador del convenio, aun con sus imperfecciones e incluso injusticias, se hizo con la convicción de afianzar este primer paso para luego ir avanzando en la adquisición de mejores derechos. No hay que olvidar que, ante nosotros, además de la empresa, teníamos un colectivo dividido, desconfiado, desmotivado y sin ningún tipo de cultura sindical. Además, la amenaza de la compañía aérea más destructora de todos los tiempos, Ryanair, no hacía sino dificultar nuestra tarea.


"Ante nosotros, además de la empresa, teníamos un colectivo dividido, desconfiado, desmotivado y sin ningún tipo de cultura sindical"

Sin embargo, finalmente el 16 de agosto del 2010, después de una votación en asamblea y por correo, se ratificó por parte de todos los tripulantes afiliados al SEPLA el primer Convenio Colectivo de pilotos, con una amplia mayoría. Este Convenio mejora sustancialmente en muchos aspectos las condiciones laborales del colectivo. Siendo conscientes de que en otras tiene aún mucho margen de mejora, podemos decir que es el primer gran paso de un largo y tortuoso camino donde por fin el piloto ya tiene voz y voto.

El post – convenio

Si la etapa pre-convenio fue dura, no presume ser menos la era post-convenio. En estos momentos, una de nuestras funciones más importantes es vigilar que tanto el colectivo como la compañía cumplan estrictamente todos los artículos del Convenio. Cuando parecía que, ya con el Convenio firmado, podíamos empezar a respirar un poco, nos empezamos a encontrar con sorpresas que nos han hecho volver a levantar las espadas.

El programa Cadetes es el caso más sangrante. Se trata de un programa pensado para los pilotos con baja experiencia y recién incorporados en el nivel 6, según el cual la compañía se compromete a asumir parte de los costes de su habilitación como compensación a su bajo salario. Sin embargo, y una vez puesto en práctica el programa, la realidad que ha llegado a nuestros oídos es totalmente diferente: casos como el de un piloto con habilitación de A320 al que se le han cobrado miles de euros en concepto de instrucción, o el de pilotos que han debido pagar dicho curso a un precio muy por encima del mercado y con unas desorbitadas cláusulas de compromiso. Finalmente, tras una dura confrontación, la compañía ha rectificado, pero son dos ejemplos claros de que la labor sindical no acaba en la firma de un convenio; más duro, si cabe, es velar porque éste se respete.

Por último, queremos aclarar este artículo es un intento para trasmitir una pequeña parte de los dimes y diretes de esta andadura sindical. Sabemos que acabamos de empezar y que tendremos que afrontar muchas dificultades, pero también sabemos que no estamos solos, ya que contamos con el apoyo de cada vez más compañeros, y con el asesoramiento de nuestro Sindicato, que tanto nos ha ayudado.


"Somos conscientes que nuestro Convenio tiene aún grandes deficiencias, pero confiamos en que seamos capaces de seguir poniendo ladrillos sobre los cimientos recién asentados"


Quizá es probable que como Sección Sindical nos hayamos equivocado en muchas decisiones, pero el objetivo de todas ellas era y es cambiar la tendencia suicida a la que estábamos sometidos, donde reinaban las injusticias, las condiciones paupérrimas y donde la dignidad profesional día a día se iba degradando aún más. Somos conscientes que nuestro Convenio tiene aún grandes deficiencias, pero confiamos en que seamos capaces de seguir poniendo ladrillos sobre los cimientos recién asentados. Esperamos que los sacrificios personales y laborales que hemos tenido que adoptar quienes formamos parte de esta Sección Sindical sean para el bien común de todos los profesionales que formamos el colectivo de pilotos.

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