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abril, jueves 18, 2024

ATAs Málaga: Una falla latente como consecuencia de la toma de decisiones organizacionales

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Guadalajara, SP.- Los Técnicos de Comunicaciones e Información ATS y Posiciones de Control de Afluencia o ATAs, son un pequeño y casi desconocido colectivo cuya misión es realizar las actividades necesarias para el funcionamiento de las comunicaciones, el tratamiento y difusión de la información aeronáutica y los planes de vuelo, y el seguimiento de las medidas ATFM (Gestión de Afluencia) necesarias para lograr el adecuado equilibrio entre la capacidad y la demanda de los flujos de tráfico aéreo.

A tal fin tienen encomendadas numerosas funciones que los convierten en un apoyo imprescindible para los controladores aéreos y en un eslabón insustituible de la cadena de la seguridad aérea. Estas funciones se pueden clasificar en tres grupos fundamentales para los ATAs de la Torre de Control de Málaga: asistencia a los CTAs en el fanal, oficina técnica y formación en simuladores.

Los crecientes requerimientos de los simuladores, puesto que en Málaga también se vienen realizando en los últimos meses los correspondientes a Granada y Almería, han llevado a este reducido grupo de cinco profesionales a una situación crítica: pese a su inmejorable disposición, fácilmente demostrable con el hecho de que en la actualidad ENAIRE les adeuda más de un millar de horas de compensación de servicios voluntarios, ya se ha demostrado que es absolutamente imposible hacer frente a todas sus funciones con tan escasa plantilla.

La situación sería fácilmente revertible mediante una medida tan sencilla como la contratación de dos nuevos ATAs, lo que permitiría compensar el saldo deudor de la empresa con los trabajadores y dar cumplida cobertura a las funciones asignadas al colectivo. Es ésta una opción nada descabellada teniendo en cuenta la boyante situación económica de ENAIRE y el hecho de que, en la misma Región Sur de Navegación Aérea, se han asignado cinco nuevas plazas de estas características al Centro de Control de Sevilla.

Esta opción, muy razonable desde cualquier punto de vista ha sido tajantemente rechazada desde la DRNA Sur. En su lugar, se ha establecido un orden de prelación absolutamente inexplicable y contrario a la lógica de la seguridad aérea, que coloca el simulador e incluso la oficina técnica por delante de la asistencia en el fanal, que queda desatendido cada vez con mayor frecuencia.

Obviamente las labores que los ATAs se ven obligados a desatender en el fanal deben ser asumidas por los controladores aéreos, cuyas dotaciones envejecidas, desalentadas y progresivamente disminuidas en número hacen frente a los constantes incrementos de tráfico en condiciones cada vez más precarias mientras asisten impotentes a la degradación imparable de la safety causada por el ciego imperativo económico de ENAIRE.

Se argumenta por parte de los gestores que los estudios realizados y la disposición de nuevos medios tecnológicos permiten que el ATA pueda, sin afectación alguna a la seguridad y continuidad del tráfico, desarrollar otras funciones sin presencia física continuada en la posición de TWR pero no muestran dichos estudios cuando se les requieren y desoyen el criterio y las constantes advertencias de los profesionales operativos.

Afirman además, sin ningún rubor, que en caso de que por necesidad del servicio sea preciso derivar su actuación [la del ATA] a otras funciones no menos relevantes y más precisas, esta decisión será adoptada con la certeza de que no ha de tener afectación al servicio dado a los tráficos operacionales. Obviamente, es imposible tener certezas de este tipo como bien ha quedado demostrado en las últimas semanas, mientras se desarrollaba la controversia que relatamos, cuando la irrupción de animales en pista, fallos de comunicaciones de aeronaves y de la propia torre o la súbita indisposición de un controlador han supuesto incidencias imprevistas en las que no siempre se ha contado con la necesaria presencia de los ATAs.

En definitiva, la regla de oro de seguridad, orden y eficiencia se ha subvertido y se ha privado a la seguridad de su lugar de privilegio. Aún estamos a tiempo de retomar la senda de la cordura pero cada día que pasa sin que lo que hagamos es un riesgo que no deberíamos de asumir. Es demasiado lo que nos jugamos.

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