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marzo, martes 19, 2024

Javier Aranduy: “Un simple ‘looping’ es una gozada”

Lidia Están para Aviaciondigit@l

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Casarrubios, SP.- Javier Aranduy es piloto privado y acrobático, no es un profesional de la aviación, sino que trabaja en el sector financiero; por eso nos encanta su historia. Ha sido campeón de España de vuelo acrobático en el campeonato CEVA en la categoría de avanzado en 2017 y en 2016 en intermedio, como si tal cosa. Su avión es un Extra 300S, un diseño alemán de los años 90 muy ligero, construido sobre todo con materiales compuestos de fibra de carbono y en tubo de acero y con un motor americano de seis cilindros y 300 caballos. Pero es mejor que nos lo cuente él…

L.E., A.D: – Javier, muchas gracias por atendernos (…) ¿Cuándo y dónde empezaste a volar?

J.A: – ¡Gracias a vosotros por brindarme la oportunidad! 
En 1999. Me hice piloto privado en Cuatro Vientos, Madrid. En el mes de julio tenía la licencia y en el mes de agosto estaba volando en Yak-52 con Vytautas Lapénas en la escuela que tenía en Lituania. 
(Vytautas Lapėnas era un aviadoreconomista y político lituano que fue entrenador del equipo nacional de Vuelo Acrobático).

– ¿No podías entrenar con alguien “normal” o siempre buscas “lo mejor de cada casa”?)J.A: – Siempre a lo mejor que se puede ir, pero además en ese caso tenía la suerte de que Lapenas era el entrenador del equipo nacional y era la mejor opción que tenía. Desde luego, la mejor que existía, sin duda. 

Además de Vytas ha habido muchas personas que me han ayudado en el camino: Sergio Pla, Ramón Tomás, Alex Maclean, Cástor, Juan Velarde, Anselmo Gámez, Nico…muchos.

El entrenador Nikolai Nikityuk a punto de darle un “cate” a Aranduy – Casarrubios, 7/02/2020

– Fantástico… También dijiste que hay que tener en cuenta la velocidad, la altura y saber los límites. ¿Límites del espacio aéreo, del avión, propios, de todo?J.A: – De todo: El avión tiene unos límites, tú tienes unos límites y donde tú te mueves o vuelas también. Tienes que saber dónde estás, saber lo que tú eres capaz de hacer y lo que puede hacer el avión, que no siempre coincide con lo que tú seas capaz de hacer.

– Qué gozada. Y, ¿por qué empezaste entonces?

J.A: – Siempre he querido volar, de pequeño devoraba revistas y libros de aviones, hacía maquetas, aeromodelismo, lo que podía… En mi casa no había ninguna tradición aeronáutica salvo un primo de mi abuelo fue piloto de caza volando el ‘Chirri’ con la Escuadra Morato durante la Guerra Civil y en la Primera Escuadrilla Azul en Rusia. Empecé en cuanto pude.
J.A: – No había tradición y al final cuando me lo pude permitir es cuando empecé a volar. Hace 20 años ya, 21 años.

– ¿Te ha supuesto sacrificios, aparte del económico? Supongo que tiempo…

J.A: – Fundamentalmente esos dos. Necesita dedicación, te tienes que quitar de algunas cosas y si tienes pareja, influye.

– Lo estaba pensando. Compaginar con la familia, o tienes una persona que también lo aprecia mucho…

J.A: – Que lo aprecie o que lo respete.

Javier Aranduy en el despacho de su hangar

– Claro, que te ve feliz y le gusta.

J.A: – Sin duda, al final, en parte tú eres como eres porque haces lo que haces.

– Eso es. ¿Qué es esa anécdota de un avión que salió capotado y volvió cabriolet? 
J.A: – Eso fue en un Sukhoi-29 con un buen amigo, con Anselmo Gámez, que me estaba ayudando a aprender a hacer toneles a cuatro tiempos desde invertido y, por alguna razón, se nos fue la cúpula. Entonces hubo un momento un poco curioso: iba sentando delante y de repente vi que la cúpula desaparecía, que me pasaba bastante cerca de la cara… y lo primero que pensé es: ¿Anselmo habrá saltado? Entonces me paré a pensar un poco con más lógica que, primero, Anselmo no me iba a dejar tirado sin avisar y segundo es que el avión seguía volando, todo iba bien… y recuerdo que sacamos el avión de invertido y hablamos (lo poco que se podía hablar a 270/300 km/h por hora con un avión sin cúpula) y le pregunté a Anselmo: “¿El avión es controlable?” Y él: “Sí, sí, todo bien”. Entonces, todavía me acuerdo de que Anselmo llamó en final: “SUKHOI 29 CABRIO, FINAL 06”. Hubiese sido un poco raro saltar, encontrarnos los dos en el sembrado y discutir por qué habíamos terminado saltando de un avión que estaba perfectamente salvo por el detalle de la cúpula… Esa es la historia del Sukhoi-29 “cabriolet”.

– Ja, ja, profesional. Impresionante.

– ¿Cuál es tu figura favorita? (del Código Aresti internacionalmente reconocido como el modelo a seguir en figuras acrobáticas)

J.A: – Pues no sabría decirte, hay muchas… cualquier cosa que esté bien hecha. Cualquier figura que te salga bien. Dos o tres toneles encadenados en el eje, cuando salen bien y no pierdes nada de altura y salen perfectamente en el eje es una sensación muy agradable; un simple looping es una gozada. Todas son una gozada. Las negativas, psa…no son muy agradables pero hay que hacerlas.

– ¿Cómo le explicamos a la gente que los giros sobre el eje longitudinal o “toneles” duelen?

J.A: – No, los toneles no duelen. Lo que duelen son los toneles rápidos negativos. En general lo que duele son todas las maniobras negativas; que de repente toda la sangre del cuerpo trate de acumularse en la cabeza no es muy agradable. Al principio de temporada, cuando todavía no estás habituado duelen y te vuelves a casa con dolor de cabeza. Hay que tener cuidado, sobre todo cuando se empieza.– ¿Cuál es tu relación con la Fundación Infante de Orleans?

J.A: – Soy piloto voluntario. Vuelo el AISA-115, la “garrapata”, el único avión 100% español que hay en la Fundación. El diseño es español, el motor es español, la célula es española, todo es español en ese avión, un diseño de los 50 durante la autarquía… No tiene performances estelares – le faltan 200 caballos o le sobran 200 kgs o las dos cosas a la vez– pero es un privilegio volarlo.

– Caramba… te he visto en formación, entonces.

J.A: – ¡No, ese es Yago! que es quien vuela las formaciones. 

– Ah, OK. ¿En función de qué? ¿Porque se te da bien ese avión?

J.A: – Bueno, al final porque es el avión que me han asignado, igual que a otros muchos: te asignan un avión y es el que vuelas.

Javier Aranduy volando la AISA-115, Fundación Infante de Orleans. / Foto: Shery Shalchian

– ¿Volar un avión de patín es diferente?

J.A: – No tiene nada que ver con un avión de tren triciclo y me gusta mucho. De los aviones clásicos, los más interesantes para mí suelen ser patín de cola. Es un tipo de vuelo, un tipo de operación que te enseña mucho. 

– Porque tienes que manejar muchísimo…

J.A: – Porque hay que estar atento, no relajarse; es una configuración que por definición es inestable; en el suelo son aviones inestables y tienes que trabajarte las cosas.

– Esto es fabuloso. Yo no sé hasta qué punto hablar para el aficionado que de memoria conoce estas cosas, el público en general… Esto es la cúspide del deporte, tienes que estudiar un montón, es algo muy mental y físico, es admirable. ¿Qué hacemos para que lo conozca más la gente?

J.A: – Yo creo que lo que tendría que hacer la gente es probarlo y acercarse. Como dices, creo que es la disciplina muy técnica y muy física. Te estás pegando continuamente contra tu propio cuerpo y contra tu propia cabeza o mente, como lo quieras llamar. En relación a lo que preguntabas, qué podemos hacer para acercarlo, creo que publicitarlo, desmitificarlo y pedirle a la gente que se acerque. Aquí ya has visto que se puede venir, te acercas, pides permiso, te metes en el hangar, te quedas, puedes ver, te quedas en la cafetería, puedes vernos volar… la gente también se tiene que acercar, y nosotros acercarnos a la gente.

– Según dijiste en una conferencia en el Museo del Aire, en vuelo acrobático solo existen tres líneas: horizontal, vertical y línea de 45 grados subiendo y bajando y sus combinaciones. ¿Cómo sabe uno que no está a 35 grados, por ejemplo?

J.A:– Mirando (sonríe de oreja a oreja). Si te fijas, en la punta del ala, en la punta del plano tenemos como una especie de cartabones o escuadras. Eso precisamente lo que indica son las líneas, es lo que nos ayuda a ver las líneas. Enrasándolo con el horizonte sabes si estás a 45 grados, a 90 grados a la vertical… y básicamente lo hacemos mirando fuera, tomando referencias fuera todo el rato. También en la cúpula muchas veces tenemos pintadas marcas; eso lo enrasas en el horizonte y ya te indica cómo estás. 

– ¿Cómo es que van cambiando las figuras acrobáticas a lo largo del tiempo?

J.A: – Realmente las figuras acrobáticas, por lo menos las de acrobacia clásica, no han cambiado. Un señor español, José Luis Aresti, hizo el trabajo ímprobo de recoger en un diccionario todas las figuras acrobáticas y asignarles un factor de dificultad. Creó el idioma en el que se comunican y gracias al que se entienden todos los pilotos acrobáticos del mundo. Es cierto que con el tiempo las prestaciones en los aviones han mejorado mucho y hemos sido capaces de enlazar figuras más complejas, pero respecto a las figuras clásicas, poco se han inventado. (No sé qué habré visto por ahí, quizás esbozos de los principios, pero Aranduy se exprime pensando para buscar algo plausible.) Han desaparecido algunas, eso es cierto; por ejemplo se me ocurren los toneles a tres tiempos o los “superlentos”, que también ha desaparecido. Pero las figuras están ahí. 

– Caray, gracias. Y de una imprecisión pasamos a una idiotez: ¿Es mejor una caída de pestañas o una caída de ala?

J.A:– Pues, jaja… una caída de pestañas, suelen durar más. 

– Bravo (jaja). 

J.A:– El instante es el mismo pero el resultado suele durar más, a veces toda la vida.

– “Cuidao” que hay gente que pone por encima el vuelo acrobático.

J.A:- Cada uno es cada uno, pero hay mucha vida más allá del vuelo acrobático.

– ¿Crees que la mayoría de la gente puede practicar el vuelo acrobático o requiere unas cualidades muy específicas?

J.A:- Creo que casi todo el mundo puede, igual que casi todo el mundo es capaz de conducir… Si partimos del primer filtro, que es querer y estar motivado, habrá un porcentaje- no tengo ni idea de cuál, pero creo que es muy bajo- que no va a poder- o porque físicamente o médicamente no podrán, por no saber orientarse, por coordinación, porque se marearán… pero el resto, mejor o peor, pero lo podrán hacer.

– Has contestado que casi todo el mundo puede hacerlo; pero no sé, como que la acrobacia requiere inteligencia espacial, orientación… Es lo que quería saber, si al principio te mareabas y poco a poco lo fuiste superando. J.A:- Yo nunca me he mareado. Yo tengo la suerte de ser…
– … vasco…
J.A:– No, no… de tener el sistema vestibular tapiado… no sé por qué (ríe). Sí que me he bajado con el cuerpo un poco cortado, sobre todo al principio de la temporada y estoy seguro de que en algún momento me marearía, todos tenemos un límite. Pero la gente que conozco que sí que se ha mareado y que se marea, que los hay, pero lo superan a base de motivación, de habituarse poco a poco y a base de acostumbrar al cuerpo. 

– A mí me dio un mareo terrible. ¿Te gustaría dedicarte a ello profesionalmente, conseguir sponsor… o tienes ya tu trabajo y…?

J.A: – Yo tengo mi trabajo, me dedico a algo completamente distinto a la aviación o al vuelo acrobático (finanzas) y poderte dedicar a lo que es tu pasión es un sueño, pero prefiero centrarme en mi profesión en la que soy muy feliz.  Estoy seguro de que se pueden conseguir sponsors; de hecho hay amigos que los tienen, que tienen apoyo. ¿Cómo? Pues con mucho trabajo: lo primero que tienes que tener son resultados, luego ser capaz de comunicar un proyecto que sea inspirador y que ofrezca un retorno.

– ¡Ya tienes buenos resultados!

J.A:- Hay que tener más (se ríe).

– Qué barbaridad. 

J.A:- Y luego tienes que saber buscarlo y comunicarlo.

– Desde luego que sabes comunicarlo. ¿Y cuáles son tus sitios favoritos para ver vuelo acrobático o exhibiciones aéreas?

J.A: – La FIO en Cuatro Vientos y aquí, en el hangar, una tarde de primavera sentado en una silla y de risas con mis amigos.

– Qué bonito, esto es muy bonito; pensaba que me ibas a decir Oshkosh en América o algo así.

J.A: – Eso está muy bien pero pasa una vez al año esto está más cerca. No me tengo que ir a 8.000 kilómetros (sonríe).
– ¿Dónde recomendarías aprender a volar y a volar acrobático? 

J.A: – Recomendaría ponerse en manos de una organización profesional. En España me vienen a la cabeza dos nombres inmediatamente: uno es la escuela de Cástor (Cástor Fantoba, Unlimited Aerobatics), con quien te puedes iniciar y llegar hasta Ilimitado- hasta donde tú quieras; y el otro sería el Real Aeroclub de España que también tiene un escuela de vuelo acrobático.

‘Cracks’, de izquierda a derecha: Miguel Salas, Javier Aranduy, Nico Goulet y Cástor Fantoba

– Fantástico, gracias. ¿Y por qué te gustan los motores Lycoming?

J.A: – Por ser prácticos y porque es el motor del avión que vuelo… El M-14, el motor ruso del Sukhoi 26, del 31, del 29 o del Yak-52 es un motor fantástico, pero que tiene ciertas servidumbres; el Lycoming básicamente es un motor muy práctico: arranca con batería, no con aire comprimido, hay disponible el repuesto que haga falta, es muy fiable y sobre todo es práctico; lo revisas, miras el aceite, el combustible y arrancas, ni darle vueltas a la hélice ni nada… 

– Afirmaste en un vídeo del campeonato CEVA que admiras a los pilotos Ángel Negrón y Vytas Lapenas. ¿Qué nos puedes contar sobre ellos? ¿Cómo conociste a Ángel Negrón?

J.A: Vytas era un aviador y una persona muy especial, tenía un enorme talento e inteligencia natural. Todavía se me ponen los pelos de punta cuando recuerdo que en un mundial de Burgos en el que participó con un Sukhoi 29 preparado; Cuando se levantó y fue con su muleta a recoger la bola del sorteo, todo el mundo se puso en pie con una ovación cerrada. Fue una enorme pérdida.

Ángel también era una persona muy especial y muy querida.  Había sido militar y formó parte del 1er equipo nacional de vuelo acrobático, el que voló en Bilbao en 1964 con las trener y en el que ganó Tomás Castaño. Voló desde el Buchón al Sabre, el Phantom o la Plancheta y tenía una enorme afición: un aviador como pocos.  Le encantaba estar de risas con nosotros y a nosotros con él. Era uno más de la banda y se apuntaba a todo. Le echamos mucho, mucho de menos…

A Ángel le conocí en Torrejón en 1999 siendo Coronel del Ejército del Aire y Director del programa Eurofighter a través de Canario Azaola, un historiador aeronáutico muy conocido que también es de Bilbao y a quien también le debo mucho.

– “Todos los aviones son acrobáticos por lo menos una vez”, advertiste medio en broma medio en serio. ¿No es la acrobacia romper límites?

J.A: Sí, pero no se trata de romper un avión o romperse la cabeza haciéndolo.

– (Jaja) Lo de llevar el reloj por encima del guante ¿es para poder referenciar posiciones sin pensar?

J.A: – Jajajajaja, noooo. Es una manía que trato de justificar diciendo que así me sujeta el guante, pero es una manía al fin y al cabo….

– ¿Qué figuras son difíciles de apreciar para los jueces de vuelo acrobático?

J.A: – Creo que los toneles rápidos, que aprecien bien el movimiento del morro y luego la rotación. En algunos aviones las barrenas, que son un poco raras y “voladas”….

– Según los expertos has progresado mucho. ¿Cómo lo has hecho?

J.A: Muchas gracias por lo del progreso, lo que haya progresado habrá sido entrenando, aprovechando y escuchando. Hay personas que tienen mucha habilidad y van más rápido, pero a los que somos más del montón no nos queda más remedio que meter horas: combustible por el depósito, humo por el escape y un buen entrenador en la radio como es Nikolai, que es magnífico. Al final hay que ponerle dedicación, creo que no hay muchos secretos.

– ¿Cómo es Javier Aranduy?J.A: Pues un tío con muchísima afición que trata de progresar y aprender todo lo que puede, que tiene mucha suerte en general y que es un privilegiado por volar y volar lo que vuela.– 

– Muchas gracias por compartirlo con nosotros.

Javier Aranduy en el hangar de su Extra. / FOTO: Lidia Están





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2 COMENTARIOS

  1. Estupendo artículo! Corroboro que pasar un día de primavera sentado a la puerta del hangar, viendo volar a Javier y sus amigos es de un valor lúdico incalculable.

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