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marzo, viernes 29, 2024

Jorge Ontiveros (Controlador aéreo/APCAE): «Cuando el que avisa es el traidor»

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J.OUna cadena de profesionales opinan/ Llevo cerca de dos décadas investigando y escribiendo sobre seguridad desde la perspectiva del control del tráfico aéreo. Y a pesar de que mis trabajos han sido publicados en la práctica totalidad de los medios especializados españoles, de haber recibido algún modesto premio, y de haber actuado como perito en un juicio relacionado con un accidente aéreo, no tengo ni de lejos la sabiduría ni el reconocimiento que tiene el profesor James Reason, ni una teoría tan inteligente como esa suya del queso Gruyere, ni lo que yo opine merece atención salvo de unos cuantos amigos y aficionados a esto de los aviones. Pero eso es lo de menos.

A pesar de ello, hace unos meses, cuando con el fin de conmemorar el décimo aniversario del famoso accidente del Lago Constanza, ocurrido en julio del año 2002, se me ocurrió hacer un resumen de un largo artículo que había publicado en su momento por fascículos en la revista "Empuje" con el título "Crónica de un accidente anunciado" -era "anunciado" porque 7 años antes en otro artículo titulado "TCAS versus ATC, ¿quién lleva el control?" planteé la problemática que luego llevaría a ese accidente-. Como decía, mientras redactaba el borrador del artículo para varias publicaciones en el que resumía y actualizaba lo sucedido en ese accidente aéreo, la perplejidad me llevó a aventurarme a definir una paradoja a la que de inmediato apellidé "Überlingen", por como también se conoce a ese accidente.

Mi "Paradoja Überlingen" viene a establecer, que TIENE QUE HABER ACCIDENTES PARA QUE NO HAYA ACCIDENTES, un maquiavélico juego de palabras que no significa otra cosa, que si los responsables de la seguridad aérea se preocuparan de hacer de forma adecuada y profesional el trabajo por el que se les paga, hoy habría muchas más personas vivas entre nosotros en vez de numerosas víctimas lloradas de accidentes aéreos y mucha frustración de sus familiares. Tampoco sería necesario sacar enseñanzas de los accidentes que por esa dejadez se producen.

Esto, que parece tan evidente para cualquiera de nosotros, no lo había sido 18 meses antes del accidente para los responsables de la seguridad aérea mundial, al no reaccionar como debían ante una cuasicolisión sobre el cielo de Japón precisamente por las mismas causas que luego llevarían al accidente en cielo suizo. Eso sí, una vez ocurrido el accidente y sin necesidad de que estuviera concluida la investigación oficial se tomaron medidas inmediatas para que no se volviera a producir un accidente similar.

Viene esto a colación, porque en junio de 2007 un avión MD-83 de la compañía austriaca Mapjet despegó por los pelos del aeropuerto de Lanzarote sin haber extendido los flaps. La comisión de accidentes española no le dio la suficiente importancia al asunto y poco más de un año después el vuelo JKK5022 de la compañía Spanair sufre un accidente por similares causas dejando un saldo de 154 fallecidos, decenas de familias destrozadas, ningún responsable salvo aquellos que no se pueden defender y demasiadas preguntas en el aire de Barajas. Lo curioso del caso, es que las autoridades españolas fueron avisadas tras el incidente del vuelo de Mapjet y nadie hizo ni caso. Eso sí, producido el accidente del vuelo de Spanair se han tomado medidas por el fabricante del avión para evitar que se produzca un nuevo accidente por la misma causa y por parte de las autoridades aeronáuticas españolas creo que también se ha hecho algo, aunque aún no tengo muy claro qué.

Para alguien como yo, que tiene siempre presente la seguridad de los aviones que tiene a su cargo cuando trabaja y que dedica gran parte de su tiempo de ocio a leer y difundir lo poco que sabe, resulta descorazonador tomar conciencia a través del documental "JK5022, UNA CADENA DE ERRORES" de los numerosos fallos que se cometieron en la cadena de seguridad aquel 20 de agosto de 2008 y la poca importancia que aparentemente le han dado las autoridades aeronáuticas españolas. Tal es así, que mientras asistía hace unos días a su proyección estuvieron a punto de saltárseme las lágrimas durante la primera parte, dedicada a relatar, por parte de las personas que colaboraron en su realización, los aspectos técnicos y de seguridad implicados y obviados en la investigación oficial, que se transformó en congoja cuando en la segunda parte intervinieron algunos de los supervivientes y familiares de las víctimas.

Tanto como profesional de la aviación, como por ser superviviente de un accidente aéreo sufrido hace más de 30 años y como alguien que ha perdido a unos cuantos amigos en diferentes accidentes aéreos, no puedo comprender mejor a las víctimas y familiares de los fallecidos en el accidente del 20 de agosto de 2008. Y estoy seguro, que ese excelente documental va a conseguir por el bien de la seguridad aérea en España mucho más que lo que se haya conseguido en las últimas décadas.

El coraje y el tesón demostrado en estos años por parte de la AVJK5022 con mi admirada Pilar Vera a la cabeza, de los que el documental es prueba palpable, deberían remover las conciencias de quienes tienen a su cargo la responsabilidad de que en España se vuele con seguridad. Y debemos estarles agradecidos, porque estoy seguro de que van a conseguir que en el futuro no sea necesario que haya accidentes para que no haya accidentes, ni que haya víctimas inocentes de funcionarios irresponsables, ni quesos con agujeros, ni tantas preguntas sin respuesta.

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