29 de julio de 2013.- Aunque lo mío fue controlar, siempre me ha fascinado el vuelo de los helicópteros, pues aunque me empapé un buen libro sobre aerodinámica del helicóptero, por mucho y muy bien que me lo expliquen nunca terminaré de entender cómo es posible que ese aerodino pueda volar y maniobrar como lo hace. Una sola vez he hecho un vuelo en helicóptero, en Febrero de 1966, en uno de Search and Rescue de la USAF para intentar un aterrizaje y rescate de restos (humanos) a treinta metros de la cumbre del Mulhacén en Sierra Nevada, de un Douglas C-124 "Globemaster" que atrapado en una horrible tormenta terminó su último vuelo allí en la noche del 12 de Febrero de aquel año, con el resultado que es de imaginar.
Como a los veinticuatro años uno se come el mundo sin miedo, y da lo que sea por correr una aventura tan emocionante como es volar en una cosa así por gargantas, abismos y cañones entre paredes verticales, en una inmensidad de nieve tan bonita y sobrecogedora, paso de contarles a Vds. lo que yo sentí y disfruté. Tengo fotografías de aquel evento, que naturalmente, no voy a insertar aquí para no copar el espacio que tan gentilmente nos regala esta magnífica publicación.
Localizamos el lugar del accidente con el estupor que es de imaginar, pero tras varias tentativas, y con tres bidones de combustible de reserva en una gran malla colgando de la panza, que un especialista tenía que descolgar saltando previamente a tierra, en una operación ya de por sí difícil, allí era imposible por los fortísimos vientos, y porque, igual que los primeros hombres que pisaron la luna, tampoco estábamos seguros, con tanta nieve, de si seríamos tragados por un agujero o podríamos resbalar ladera abajo y hacer compañía a quienes ya descansaban eternamente allí; por lo que, de posarse en la cumbre de aquel pico hubo que desistir. Luego, subimos a pie y sin posibilidad de utilizar vehículos, pero esa es otra emoción y otra historia, pues no pudimos llegar hasta el siniestro ni recuperar nada hasta el mes de Mayo, porque la meteo y los metros cúbicos de nieve nos bloqueaban y no nos permitieron coronar la misión antes.
El contarles esta batallita no tiene otro objeto que manifestar que he experimentado siquiera una vez, esa emoción indescriptible y he degustado el sabor de la adrenalina a tope cuando vas a subir a bordo de ese magnífico y para mí, como digo, ininteligible "molinillo de café", y durante todo el vuelo en una misión de ese tipo o de apagar incendios.
Y es que, cuando hay tragedia de por medio, vidas y haciendas en peligro, o simplemente se trata de recuperar para sus familias a caídos en el cumplimiento del deber, pues se siente algo especial y uno se olvida de los riesgos inherentes y de su propia vida.
Vaya este quizás demasiado largo y aburrido comentario de un viejo aventurero del aire, exclusivamente como sentido, emocionado, de modesto, homenaje a todos los tripulantes de helicópteros que están H-24 todos los días del año dispuestos y listos para jugarse el don más preciado que nos dió Dios, la vida, en servicio a los demás siempre que alguien está en peligro.
Yo me pregunto cuando los veo actuar, si existe algo más hermoso y grande, digno de admiración y legítima recompensa, que esas personas, todas en la flor de la juventud, que ponen sus vidas como garantía de las nuestras en tantas y tantas ocasiones y desgracias, a cambio de nada o como mucho por una limosna o sueldo de mera supervivencia.
Para terminar, yo diría que los poderes, económicos o fácticos, y no digamos los políticos, que realmente manejan los hilos de todo lo que huela a dinero o placeres y privilegios, no son ni buenos ni malos. Sencillamente es que quien no ha sentido alguna vez en su vida la emoción, ni ha tenido la experiencia que supone haber hecho algo heróico por alguien, como haber salvado vidas, patrimonios de todos y cosas así, no podrá entenderlo ni valorarlo jamás.
Creo que habría que organizar unos turnos para que en cada vuelo en una emergencia de estas, tuviera que ir, como invitado de honor, un empresario del sector o un político con competencias o responsabilidades en este campo. Como igualmente, yo les nombraría un turno para que tuvieran que controlar, por ejemplo, en una Aproximación como Madrid, o en una torrecita perdida en una isla lejana pero con tfc animado, sin radar, a veces frecuencia, y hasta sin teléfonos.
Sería interesante ver sus caras tras la experiencia, y ver si caían del caballo como San Pablo en el camino de Tarso.
Yo no entiendo por qué vuelan los helicópteros, pero eso me hace, precisamente, admirar y estar más agradecido a sus tripulantes.
Chapeau, SEÑORES. Con todo mi cariño.