AVE y aeropuertos. Esa parece ser la política anticrisis del titular de Fomento. Millones y más millones de euros se están destinando a estas dos infraestructuras, un dinero que, en los tiempos que corren, se detrae de otras partidas como las asignadas a la red de carreteras o el ferrocarril convencional. (Artículo completo en LIBERTAD DIGITAL).
La última inversión millonaria de José Blanco irá destinada a su tierra natal, Galicia, en concepto de ampliación de pista del aeropuerto del Alvedro, a pocos kilómetros de La Coruña. Las obras comenzarán en breve y supondrán un gasto de 120 millones de euros. No serán los únicos que el de Palas de Rey vuelque sobre el aeródromo coruñés en esta legislatura.El pasado viernes el mismo Blanco inauguró el nuevo aparcamiento de la terminal. Tiene 1.800 plazas distribuidas en cuatro plantas, tres de ellas subterráneas, y ha supuesto multiplicar por cuatro el número de plazas disponibles. Se ha construido también una conexión con la terminal. ¿El coste?: algo más de 42 millones de euros.
Una vez concluido el parking y la licitación para la ampliación de la pista, Fomento promete seguir invirtiendo en La Coruña, aunque esta vez vía el Administrador de Infraestructuras Ferroviarias (ADIF). El ministro anunció el concurso para la redacción de los proyectos básico y de construcción de la nueva estación intermodal de La Coruña San Cristóbal. Los proyectos costarán 7 millones de euros y una vez estén terminados se hará la estación. Una estación a la que tendrá que llegar el AVE. El primer tren de alta velocidad gallego no se hará esperar demasiado. Según las palabras de Blanco durante su visita, el próximo año ya correrá un AVE entre Orense y La Coruña.
El aguinaldo coruñés de Blanco, del que muchos dicen que es su primer acto de campaña para las autonómicas de 2013, tiene como proyecto estrella la ampliación de la pista del aeropuerto de Alvedro. La pregunta que se han hecho muchos gallegos es si merece la pena un dispendio semejante en una instalación con poco tráfico y a unos 50 kilómetros de aeródromo compostelano de Lavacolla, el mayor de Galicia.
Para los vecinos de la zona la ampliación les parece innecesaria. El aeropuerto, inaugurado en 1963, se eleva sobre una meseta a sólo 7 kilómetros al sur del centro de la ciudad. Puede considerarse un aeropuerto urbano ya que está rodeado de edificaciones en todo su perímetro. La ampliación, por lo tanto, exige expropiaciones que no están siendo ni fáciles ni baratas. Los vecinos de Culleredo, municipio donde se encuentra el aeropuerto, han constituido una asociación que duda de su "rentabilidad económica y social", al tiempo que denuncia el impacto ambiental que tendrá la obra.
El aeropuerto de Alvedro dispone actualmente de una pista de 1.940 metros de longitud, corta pero apta para aeronaves de tamaño medio, que son las que utilizan las cuatro líneas aéreas -Iberia, Vueling, TAP Air Portugal y Spanair- que operan en el aeropuerto. El ministerio justifica la ampliación, que será de 400 metros en sentido sur, para que puedan llegar hasta La Coruña aviones más grandes y que, de este modo, aumente el número de pasajeros.
Galicia: muchos aeropuertos, pocos pasajeros y subvenciones
En 2009 por Alvedro pasaron algo más de un millón de pasajeros, una cifra acorde con su tamaño y en retroceso por segundo año consecutivo. En un lugar como Galicia, donde hay tres grandes aeropuertos en un área relativamente pequeña y que no llega a los tres millones de habitantes, la competencia aeroportuaria es feroz. El mayor de la región, el de Santiago, tuvo un tráfico en 2009 de casi dos millones de pasajeros, un número ligeramente superior al de Reus y muy por debajo del de aeropuertos nacionales de tamaño medio como el de Valencia o el de Sevilla o el de Bilbao.
Más al sur, en Vigo, está el segundo aeropuerto gallego, con algo más de un millón de pasajeros al año. "La atomización es absoluta" indican algunas fuentes, de modo que un mercado que ya de por sí es pequeño, tiene que repartir sus cuatro millones de pasajeros anuales en tres aeropuertos. O en cuatro, porque el beneficiario último del desmadre aeroportuario de Galicia es el aeropuerto de Oporto.
Según David Estévez, socio de Parkevoa, una empresa gallega de aparcamientos que acaba de abrir uno en las inmediaciones del aeropuerto de Oporto, el portugués "es un aeropuerto internacionalizado, con cada vez más fuerza y un gran futuro. Su crecimiento es constante y su tráfico mayor que el de los tres aeródromos gallegos juntos". Los aeropuertos de AENA en Galicia, sin embargo, pierden viajeros. El de La Coruña, por ejemplo, se ha dejado 200.000 en los dos últimos ejercicios.
Los vecinos ven en este descenso de tráfico una razón extra para oponerse a la ampliación. Los 120 millones destinados a la pista de Alvedro son muchos millones para el reducido número de aviones que van a transitar por ella. En todo 2009 se registraron 16.236 operaciones, menos que en el de Santander. Gran parte de esas operaciones se realizan con subvención pública. Vueling, por ejemplo, recibe dinero de la Xunta: 325.000 euros en concepto de promoción turística. La conexión La Coruña-Lisboa, realizada diariamente por TAP Air Portugal también recibe un subsidio público. Entre ambas aerolíneas se llevan más de dos millones de euros anuales sólo del Ayuntamiento de La Coruña, gobernado por el socialista Javier Losada.
La low cost británica Easyjet abandonó el aeropuerto de La Coruña hace dos años a pesar de que los datos de ocupación de los vuelos eran aceptables. La aerolínea arguyó que los aviones que tenía destinados a este aeropuerto descuadraban sus rotaciones, pero todos sabían que detrás de la espantada estaba el convenio con la Administración, es decir, la subvención. La lección que las líneas aéreas han aprendido en este tipo de aeropuertos pequeños es que si no hay dinero público de por medio no se vuela. Los billetes quizá sean de bajo coste, los vuelos no lo son en absoluto.
Sumando subvenciones e inversiones directas tal vez el aeropuerto de Alvedro cueste mucho más de lo que genera. 120 millones de euros, sin ir más lejos, es lo que pagó el pasado verano la Mutua Madrileña a FCC por sus 31 aparcamientos repartidos por toda España, o los beneficios que la empresa CAF espera tener este año. Es mucho dinero, en definitiva, para invertirlo en proyectos de dudosa rentabilidad aunque, bien mirado, poco si se trata de asegurar una candidatura y se tira con pólvora del rey.