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octubre, lunes 7, 2024

El adiós al hermano en las sombras: La retirada del KC-10 Extender

El KC-10, símbolo de fiabilidad y eficacia en el reabastecimiento aéreo, cede su lugar al KC-46A Pegasus, un avance tecnológico.

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Claudia C./Aviación Digital, Sp.- El fin de una era ha llegado, no solo para el icónico McDonnell Douglas DC-10, sino también para su hermano menos conocido pero igualmente imprescindible: el KC-10 Extender. Mientras que el DC-10 brilló en los cielos comerciales durante décadas, su contraparte militar, el KC-10, cumplió una misión silenciosa pero vital, extendiendo las alas del poder aéreo de Estados Unidos por todo el mundo. Este 26 de septiembre de 2024, la Fuerza Aérea de los Estados Unidos se despidió oficialmente de su último KC-10, cerrando un capítulo crucial en la historia de la aviación militar.

Despedida Emotiva: «Big Sexy» toma su último vuelo

En la Base de la Fuerza Aérea de Travis, se llevó a cabo una emotiva ceremonia para despedir al último KC-10 Extender, un avión apodado cariñosamente como «Big Sexy» y “Gucci 10” por sus tripulaciones. Durante más de cuatro décadas, este titán de los cielos jugó un papel clave en misiones de reabastecimiento aéreo, transporte de carga y evacuaciones humanitarias, acumulando una rica historia de servicio. Su último vuelo lo llevó a su destino final en el «Boneyard» de Arizona, donde los aviones retirados encuentran su descanso, pero el legado del KC-10 continuará en la memoria de aquellos que sirvieron con él.

El hermano menos conocido, pero no menos importante

Cuando se menciona el nombre DC-10, muchos recuerdan el avión comercial de tres motores que surcó los cielos durante décadas, transportando a millones de pasajeros en vuelos internacionales. Sin embargo, lo que pocos conocen es que este famoso avión tuvo un hermano militar: el KC-10 Extender. Mientras el DC-10 llevaba a viajeros y turistas, el KC-10 sostenía operaciones militares críticas en silencio, suministrando combustible en el aire a aeronaves de combate y cargueros, permitiendo a la Fuerza Aérea y sus aliados mantener su presencia global.

Al igual que el actor de renombre que acapara todos los focos, el DC-10 se ganó la fama, mientras que el KC-10 trabajaba incansablemente en las sombras. Sin embargo, ese hermano más discreto, el KC-10, tenía un papel que desempeñar, y lo hizo con maestría. Durante más de 40 años, este avión proporcionó el soporte vital necesario para la movilidad aérea, sirviendo como un eslabón clave en operaciones de combate, evacuaciones y misiones humanitarias alrededor del mundo.

Nacimiento de un gigante silencioso: de los cielos comerciales a las misiones militares

El KC-10 Extender hizo su debut en 1981, derivado directamente del DC-10 comercial que McDonnell Douglas había lanzado unos años antes. Diseñado específicamente para la Fuerza Aérea de los Estados Unidos, este avión cisterna tenía una misión clara. Con una inmensa capacidad de combustible, el KC-10 podía repostar múltiples aeronaves en pleno vuelo, extendiendo el alcance operativo de la aviación militar en misiones de larga duración.

Su capacidad de transportar no solo combustible, sino también carga y personal, lo convirtió en una pieza clave de la logística militar. Durante los conflictos en Irak, Afganistán y Kosovo, el KC-10 jugó un papel central, realizando miles de misiones de reabastecimiento y transporte de tropas. Durante la Operación Tormenta del Desierto en 1991, por ejemplo, los KC-10 y sus predecesores, los KC-135, proporcionaron soporte vital, entregando más de 125 millones de galones de combustible y ayudando a mover material bélico y soldados al campo de batalla.

Sin embargo, el KC-10 no solo brilló en escenarios bélicos, sino también en misiones de paz y ayuda humanitaria. En 1999, durante la Operación Fuerza Aliada de la OTAN, más de 150 aviones cisterna, incluidos los KC-10, se desplegaron en Europa para reabastecer a las fuerzas aéreas aliadas durante el conflicto en Yugoslavia. Fue un ejemplo emblemático de cómo este avión, silencioso y discreto, sostenía operaciones militares cruciales lejos de la vista del público.

Tras los atentados del 11 de septiembre de 2001, el KC-10 fue una pieza central en las operaciones de seguridad aérea sobre el territorio estadounidense y en las posteriores campañas militares en Medio Oriente. En la Operación Libertad Duradera y la Operación Libertad Iraquí, los KC-10 volaron más de 1,390 misiones, entregando combustible y suministros esenciales a aeronaves de combate y cargueros de la coalición internacional.

Incluso en tiempos de paz, el KC-10 demostró su valía. Durante la Operación Refugio de Aliados, la mayor operación de evacuación no combatiente en la historia de Estados Unidos, el KC-10 ayudó a trasladar a más de 3,000 personas desde zonas seguras en Europa y Medio Oriente hasta suelo estadounidense. Estas misiones humanitarias, junto con su capacidad para responder rápidamente a desastres naturales, como huracanes y terremotos, consolidaron la reputación del KC-10 como un gigante silencioso pero fundamental.

Legado de un héroe en la sombra

El KC-10 Extender no será recordado por su fama o por ser un rostro conocido en la aviación comercial, pero su legado perdura. No es solo la estructura metálica del avión lo que hace que su historia sea relevante, sino la gente que trabajó detrás de él: las tripulaciones, el personal de mantenimiento, los operadores, todos aquellos que, durante más de cuatro décadas, pusieron su esfuerzo y dedicación en cada misión.

En palabras del General David W. Allvin, jefe de Estado Mayor de la Fuerza Aérea, «el KC-10 no fue solo un avión; fue una promesa de poder aéreo, un compromiso de alcance global, y un símbolo de la proyección de fuerza de los Estados Unidos.» La retirada del último KC-10 marca el fin de un ciclo, pero también el inicio de una nueva era con su sucesor, el KC-46 Pegasus, que promete continuar su legado con tecnologías más avanzadas y capacidades ampliadas.

Sin embargo, aunque el futuro del reabastecimiento aéreo parece prometedor, el KC-10 deja una huella imborrable. Su fiabilidad, su capacidad y el impacto que tuvo en la movilidad aérea de Estados Unidos lo convierten en una leyenda discreta, un héroe que nunca buscó la fama, pero que, al igual que el DC-10, dejó una marca indeleble en la historia de la aviación militar.

Así, el KC-10 Extender se retira, pero su historia, como la de ese hermano que siempre estuvo ahí, será recordada y valorada por todos aquellos que volaron y trabajaron con él.

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