Atalayar/Juan Pons.- París despliega en el espacio los satélites espía CERES para analizar e interpretar las transmisiones electromagnéticas, geolocalizar su origen y obtener inteligencia valiosa. No ha sido uno, ni dos, sino tres los satélites espía que Francia acaba de poner en órbita con éxito y gran regocijo del presidente de la República, Emmanuel Macron. Todos ellos han volado hasta su posición en el espacio en el interior de un lanzador Vega fabricado en Italia, que ha sido disparado desde la base espacial de Kurú, en la Guayana francesa, al norte de Brasil.
El despegue ha tenido lugar el martes, 16 de noviembre, a las 10:27, hora peninsular española, muy poco antes de que los reyes Felipe VI y Letizia dieran la bienvenida oficial en el Palacio Real de Madrid al presidente de Italia, Sergio Mattarella, en su primera visita a España.
Ha ocurrido cuando la ministra de Defensa, Margarita Robles, estaba en plena reunión en Bruselas con sus homónimos de la Unión Europea tratando sobre las misiones europeas en el exterior de las fronteras comunitarias. Entre los asistentes se encontraba Florence Parly, la titular francesa de la cartera militar, a la que es de suponer que la española habrá felicitado por el buen resultado de la misión.
Las autoridades francesas son conscientes de que el espacio es un importante escenario en el que hay que dejar bien sentada la soberanía. Y así lo expresan, con independencia de que sean de una tendencia política u otra. Sin ambages, Florence Parly afirma que CERES ‒así se llama la constelación de tres satélites espía‒ es un “instrumento innovador para la soberanía y la independencia estratégica de Francia”, a la vez que contribuye al “fortalecimiento de nuestras capacidades de defensa espacial”.
Y no es para menos. CERES es la primera constelación de satélites de inteligencia de señales o SIGINT ‒acrónimo del inglés SIGnal INTelligence‒ desarrollada por una nación de la Unión Europea. Las grandes potencias, Estados Unidos, Rusia y China, cuentan con una amplia panoplia de plataformas SIGINT, unas especializadas en inteligencia de comunicaciones (COMINT) y otras en inteligencia electrónica (ELINT) para detectar misiles balísticos, servir de alerta temprana ante incursiones por vía aérea o marítima y hacer escuchas de comunicaciones.
Con CERES nunca más un AUKUS y sus consecuencias
Consciente que no puede estar a la altura tecnológica de Washington, Moscú o Pekín, las ambiciones geoestratégicas de París han llevado a sus dirigentes a encontrar una solución de compromiso por un coste de 450 millones de euros. Sus tres ingenios SIGINT embarcan sensores dedicados a recopilar los datos que viajan por el espacio. Pueden detectar, localizar y caracterizar las señales electromagnéticas de los radares en una amplia gama de frecuencias, analizar el tráfico de telecomunicaciones e interpretar el cifrado de información sensible que pueda afectar a la seguridad o la economía del Hexágono.
Con CERES, Macron confía en que no vuelva a ocurrir un fiasco de la envergadura de la cancelación del contrato con Australia por 12 submarinos y su descarte del acuerdo trilateral AUKUS. El nombre completo de la red en español es Capacidad de Inteligencia Electromagnética Espacial, una rebuscada denominación para poder formar el acrónimo CERES ‒Capacité de Renseignement Electromagnétique Spatiale‒, la diosa romana de la fertilidad. Como es evidente, todo lo importante de estos satélites lleva el sello de secreto militar.
Sin embargo, al estar emplazados en órbita baja de la Tierra, no resulta difícil conocer que están a una altura entre los 670 y 700 kilómetros. Por el manifiesto de carga del lanzador Vega se sabe también que son micro satélites de pequeño tamaño, con un peso unitario algo inferior a los 450 kilos y con un solo panel solar para alimentar de energía los equipos a bordo. Los tres vuelan en formación de triangulo, pero separados entre sí por una distancia fija que se mantiene en secreto, pero que se estima que será de varios centenares de metros o de pocos kilómetros.
Gracias a su disposición alrededor de nuestro planeta, son capaces de sobrevolar con total impunidad todas las áreas del mundo y recoger señales y datos de zonas de operaciones y escenarios que resultan inaccesibles para los sensores terrestres, marítimos o aéreos. De ese modo, la arquitectura CERES se convierte en un instrumento clave para proporcionar al Gobierno de París una inteligencia que redunda en una mayor autonomía en su toma de decisiones.
A los altos mandos militares galos les aportará un más detallado conocimiento de las capacidades e intenciones de sus adversarios, a la vez que una mejor evaluación de la situación táctica, operacional y estratégica en los Teatros de Operaciones donde están sus unidades desplegadas en el exterior. Una vez entren en servicio dentro de las próximas semanas, los CERES auscultarán con sus oídos electrónicos todo el globo durante las 24 horas del día.