Juan Pons, Atalayar.- El primer ministro británico Boris Johnson, de 57 años, también pretende transformar al Reino Unido en una gran potencia espacial. Fiel escudero de Washington, como lo confirma la reciente alianza bautizada AUKUS encaminada a parar los pies al expansionismo de Pekín en el Indo-Pacifico, el inquilino del número 10 de Downing Street ha entendido bien a las claras que si Estados Unidos, Rusia y China invierten cada año ingentes miles de millones de euros en el sector espacial, por algo será.
Bajo el escudo de Su Graciosa Majestad, el Gobierno de Boris Johnson acaba de publicar la Estrategia Espacial Nacional. Es un documento que en menos de 40 páginas y con un vocabulario claro, directo y conciso expone las razones que llevan al Reino Unido a querer transitar “desde una Gran Bretaña Global a una Gran Bretaña Galáctica”, tal y como el propio primer ministro expresa en el prólogo del citado documento oficial.
La Estrategia Espacial Nacional británica es una reflexión de los motivos por los que Gran Bretaña debe apostar de manera decidida por hacerse un lugar entre los países que lideran el sector espacial global en el plano de la ciencia, la tecnología y la defensa. Y muy en especial, en el suculento, creciente y multimillonario negocio de las aplicaciones comerciales que se derivan de los satélites de comunicaciones, de observación y de posicionamiento y navegación del tipo GPS. La OCDE considera que que la economía espacial mundial crecerá desde 315.000 millones de euros en 2019 hasta 570.000 en 2030.
Así es que la Estrategia tiene por finalidad posicionar “de manera firme” al Reino Unido “en la primera fila de la industria espacial global”, resalta Boris Johnson, y captar una parte del pastel que está en juego. El premier es rotundo al afirmar que “los días de la industria espacial del Reino Unido inactiva en plataformas de lanzamiento han terminado”. Concluye su reflexión con la sentencia de que “este Gobierno tiene las cosas claras y esta estrategia marca el comienzo de la cuenta atrás”.
El documento estratégico concreta los cuatro grandes pilares sobre los que se asienta a partir de ahora la acción gubernamental. En primer lugar, lo que denomina “desbloquear” el crecimiento del sector espacial británico. Lo encabeza la construcción y puesta en servicio de bases comerciales para lanzamientos espaciales por buena parte de la geografía de las islas. Por el momento se han aprobado siete emplazamientos, todos ellos situados en la costa, cinco en el norte y centro de Escocia, uno en Gales e incluso otro en Inglaterra.
Compromiso de lanzar en 2022 desde suelo británico
Por de pronto, el propio primer ministro adelanta que, en 2022, empresas domésticas dispararán el primer cohete que partirá desde territorio europeo portando satélites para colocar en el espacio. No cita el lugar de despegue, pero lo probable es que sea desde el puerto espacial levantado en el aeródromo de Cornwall, en la punta sur de Inglaterra. Pero no será un vuelo convencional que partirá desde una rampa de despegue en tierra.
Será una especie de contribución “patriótica” del magnate británico Richard Branson, el creador del imperio Virgin. La llevará a cabo el avión Boeing 747-400 Jumbo de la compañía Virgin Cosmic, un aparato adaptado para lanzamientos espaciales cuyo nombre es Cosmic Girl. Tras partir desde el aeródromo de Cornwall, será el responsable de efectuar la suelta del cohete LauncherOne desde el espacio aéreo británico, en una misión que ya ha practicado en varias ocasiones en Estados Unidos.
Uno de bases más al norte de Escocia es la de Shuterland, en donde la compañía española Elecnor Deimos Space se ha asociado con las británicas Orbex, Surrey y Astrocast para el desarrollo, operación y lanzamiento del cohete Prime. Con su sede central en Tres Cantos (Madrid), la empresa dirigida por Ismael López y con filial en el Reino Unido aporta al proyecto su experiencia y conocimientos en guiado, navegación y control, análisis de misión, ingeniería de sistemas y estaciones de mando y control en tierra. Para seguir leyendo pulse aquí.