José Manuel Pérez, pone a disposición de los lectores de AD una guía del Museo de la Aviación de Polonia, con motivo de la celebración de la Eurocopa en la que "La Roja" intentará levantarnos el ánimo patrio. Entre partido y partido, te podrás descargar esta herramienta mediante la App de AD en tú móvil o tableta, o llevarla contigo antes de salir en el artículo completo en pdf*, y así podrás visitar esta joya oculta para los aficionados del mundo aeronáutico.
Prácticamente desconocido en España, el Museo de Aviación de Polonia (Muzeum Lotnictwa Polskiego en polaco) es sin embargo uno de los museos más interesantes de Europa que ofrece no solamente una amplia colección de aviones y helicópteros, algunos ejemplares únicos en el mundo, sino también un buen puñado de planeadores y uno de los conjuntos de motores de aviación más impresionantes que he visto. En este mes, aprovechando la Euro 2012 que se celebra en Polonia (y Ucrania), puede ser un buen momento para visitarlo
La zona donde se ubica.El museo se encuentra dentro del casco urbano de Cracovia, una de las ciudades más bonitas de Europa y con atractivos lugares a visitar en el entorno cercano. Por ello al interés que pueda despertar para el aficionado a la aeronáutica el propio museo, se une el poder conjugarlo con una interesante vista turística.
En efecto Cracovia es una ciudad que no se hace pesada puesto que se puede visitar en 2-4 días -según queramos profundizar más o menos en su recorrido-. Yo recomiendo especialmente la Plaza del Mercado, con su esbelta iglesia de Santa María, una de las iglesias románicas más hermosas en cuanto a su interior que he visitado, la zona del castillo, con el citado castillo y la catedral o callejear por el Stare Miasto (el casco histórico), sin olvidar, si se puede, una pequeña visita al barrio judío.
Sus alrededores ofrecen igualmente lugares para ver, citaré entre otros el campo de concentración de Auschwitz (1.300.000 visitantes el año pasado), la mina de Wieliczka con su espectacular recorrido de galerías, salas y capillas excavadas a través de los siglos por los mineros o Zakopane en las montañas cercanas a Eslovaquia, donde nos fascinaran las vistas y nos asombraran las construcciones locales. Además la gastronomía, aunque diferente a la nuestra, nos deleitará el paladar, la gente es amable y sencilla y los precios en prácticamente todo lo que compremos nos resultarán muy asequibles, por lo que, como he dicho antes, la zona ofrece una buena situación para combinar nuestra afición con el turismo.
Como llegar al museo
El museo no está situado en el centro ni en una zona turística aunque no se localiza excesivamente lejos de él. Si uno se aloja en el casco histórico o alrededores, le recomiendo que haga lo mismo que hice yo: coger el tranvía. Es un medio rápido y barato de acercarse a nuestro destino; además las maquinas expendedoras de billetes tienen entres sus opciones de idiomas el español, lo que hará fácil su compra. Las líneas que nos llevan allí son 4, 5, 9, 10, 15 y 40 (no dejen de comprobarlo in situ porque las líneas de tranvia, como ocurre en cualquier ciudad pueden cambiar). Hay que tener mucho cuidado a la vuelta si se va hacía el norte del casco histórico en el nudo de Bondo Mogliskie porque es una bifurcación de líneas: la 5 se separa y dirige hacia el norte y la 9 hacia el sur. A la ida hay que bajarse en Wieczysta, andar por la acera izquierda en sentido de la marcha si se viene del centro hasta llegar a un pequeño parque, una vez allí lo cruzaremos, bordeamos la zona residencial de pisos vallada y vigilada, por una pequeña carretera que sólo tiene campo virgen con árboles en el otro margen, y llegaremos al moderno edificio de cristal del museo. Otra alternativa es coger un taxi. No estará de más conseguir un buen mapa que incluya las líneas de tranvía y la zona del museo para asegurarse de no perderse.
Historia del museo.
Localizado en el antiguo aeródromo de Cracovia-Rakowice-Czyzyny (uno de los más antiguos del mundo, inaugurado en 1912), el museo fue abierto en 1964 después de que el aeródromo cerrara. Inicialmente el lugar fue usado por un destacamento de globos a finales del siglo XIX para pasar a ser cuartel general de una unidad de aviación austro-húngara en 1912.
En 1914 aviones basados allí participaron en la defensa de la fortaleza de Cracovia y al año siguiente sirvió de lugar de entrenamiento de tripulaciones y centro de reparación de aviones. A partir de 1920 se convirtió en la segunda base aérea polaca en importancia y por ello fue duramente castigada durante el ataque alemán. El final de la guerra recuperó el campo para los polacos hasta que fue traslado al cercano Balice -a 10 km- en 1963. Finalmente en 2010 fue completado un moderno edificio de cristal y acero que ha sido un perfecto remate para las instalaciones anteriores. Alberga más de 200 aviones, algunos ejemplares únicos, entre los que se incluyen unos cuantos planeadores, y unos 100 motores de aviación.
Primeros pasos.
Se entra al museo por el edificio moderno. El ticket de entrada cuesta 10 zlotys polacos – unos 2,5 euros- (eso costaba por lo menos el año pasado cuando lo visité) y el personal de la taquilla es amable y competente. Al entrar, lo primero que hago fue preguntarles donde está la librería para comprar la guía del museo, algo que aconsejo vivamente sobre todo a aquellos que hagan fotos y piensen publicarlas después, porque es muy útil para poder obtener datos sobre las piezas expuestas. La librería es pequeña y alberga por desgracia en su casi inmensa mayoría libros muy interesantes pero en polaco. Una excepción es la excelente guía (en inglés), extensa y muy bien documentada que recoge casi todo lo expuesto en cuanto a aeronaves y los motores más destacados, y que compro inmediatamente (si no me falla la memoria por unos 10 euros); me será posteriormente de gran utilidad a la hora de recorrerlo todo y de clasificar y documentar las fotografías, una vez en casa. Solo un pequeño pero en esta parte, la existencia de un café, un restaurante o similares, ignoro si en verano cuando el museo tiene más afluencia pueda haber alguno abierto en la planta superior.
Una vez comprado el libro empiezo el recorrido. En el mismo edificio moderno me encuentro ya algunas joyas en las dos salas que lo componen, donde se exponen diferentes objetos aeronáuticos: motores, aeronaves, uniformes….En la primera sala me llaman especialmente la atención dos motores: una curiosa turbina a gas soviética de los años sesenta de espectaculares formas (una GTD 350) y un motor radial francés Salmson 9AD !datado nada mas y nada menos que en 1917! La segunda sala no se queda atrás y alberga pocos aviones pero de gran interés, empezando por un rara avis, un entrenador P.W.S-26, único ejemplar existente en el mundo, diseño polaco de mediados de los años 30, seguido por una réplica de un planeador de Otto Lilienthal de finales del XIX o un precioso entrenador polaco PZL TS-8 Bies plateado que es el primer indicio del importante desarrollo que experimentó la industria aeronáutica polaca durante la época de la guerra fría y que en el caso del museo se comprueba por la existencia de numerosos diseños nacionales que son casi imposibles de ver en otro sitio.
La exposición al aire libre.
Salgo del edificio por una puerta lateral mientras pienso que acabo de empezar y esto promete, sin saber que lo visto hasta ahora es solamente un aperitivo. El exterior consiste en una amplísima explanada y unos cuantos hangares. Decido empezar por la exposición exterior y de pronto siento como la adrenalina recorre mi cuerpo de forma descontrolada. Son tantos los aviones allí expuestos que mi vista pasa de unos a otros a la misma velocidad que desaparece una paga extraordinaria en navidad sin que consiga decidir por donde empezar.
Respiro hondo y trato de serenarme mientras elaboro un recorrido pero solo consigo tranquilizarme a medias mientras mis dedos disparan fotos sin piedad de forma compulsiva.
Descubro algo interesante a cada paso mientras recorro con avidez cada aparato.
Me sorprende que la mayor parte de los primeras aeronaves sean diseños occidentales (dos cazas Saab Suecos, un Draken y un Viggen, un Harrier británico y un A-7 de la Fuerza Aérea de Portugal) y no soviéticos o polacos que es lo que me esperaba. Aunque apenas puedo contener mi impaciencia por verlo todo, decido documentarme un poco y me siento en uno de los bancos que jalonan el camino y de esta forma aprendo que el museo ha conseguido un buen porcentaje de sus aviones de diseño occidental cambiándolos por Migs o Sukhois (no me extraña con la cantidad de ellos que tienen). Sigo y me encuentro con uno de los aviones de formas más extravagantes que conozco, el avión agrícola PZL M-15 Belphegor que
parece una caja de zapatos supersónica con alas, antes de entrar en lo que se llama "el callejón de los Migs" donde uno puede encontrar a lo largo de unos 200 metros casi todas las variantes de aviones de ese fabricante, desde el Mig-15 de la guerra de Corea hasta el moderno Mig-29, pasando por la diferentes variante fabricadas en Polonia, así como numerosos ejemplos de aviones Sukhoi.
Pasados los Migs y Sukhoi tenemos dos veteranos de la guerra de la guerra de Vietnam que lucharon con los survietnamitas, fueron capturados por el Vietcong y después examinados por el Instituto de Técnica Polaco, para ser finalmente entregados al museo (un F- 5 y un Cessna A-37 Dragonfly). El final de la explanada está ocupado por dos de los aviones más grandes, un Tu-134 con los colores de la compañía polaca LOT y un An-26. Continúo y me dirijo al lado contrario donde aún me esperan dos o tres docenas de aviones más que no voy a describir porque necesitaría dos artículos como este y prefiero que los descubra el lector que se anime a visitar el museo. Una vez vistos y fotografiados me animo a cotillear el hangar más cercano.
El hangar pequeño
Al entrar no puedo creer lo que ven mis ojos, este primer hangar tiene pocos aviones pero se trata de ejemplares !que datan de la primera guerra mundial! Otro vistazo a la guía me explica que estoy ante la llamada "Colección Göring" que fue evacuada de Berlín hacia el oeste de Polonia para preservarla de los bombarderos aliados durante la 2º GM. Todos los aviones son ejemplares únicos excepto un Sopwith Camel británico y fueron restaurados concienzudamente en los noventa porque casi todos estaban severamente dañados. Pese a todo algunos no conservan las alas. Aún aturdido por el tesoro que acabo de ver salgo de este hangar y camino hacia el siguiente.
El hangar principal
Este hangar es más mucho más grande y está repleto de aviones, miro a mi alrededor y siento un autentico deleite aunque algunos de ellos tengo que confesar que me son completamente desconocidos. Enseguida me fijo en un modelo siempre atractivo para cualquier visitante de museo aeronáutico: un Spitfire de las últimas series que luce las insignias del famoso 308 escuadrón polaco de la 2º GM aunque la guía del museo aclara que en realidad voló con el 421 escuadrón canadiense y fue intercambiado en 1977 con el museo de Hendon.
Aparte de su historial guerrero apuntaré que fue uno de los aviones usados en la película "la batalla de Inglaterra". Sigo curioseando y de pronto me quedo boquiabierto, apenas unos metros más allá localizo un PZL P-11 -de nuevo el único que queda en el mundo- el caza polaco más famoso de la 2º GM; un autentico guerrero que luchó con bravura contra la Luftwaffe, derribándoles 130 aviones antes de la caída de Polonia. Pero eso no es todo, aparte de un techo repleto de planeadores, encontramos desde modelos tan conocidos como un Tiger Moth británico o un Texan americano hasta otros tan peculiares como un PZL TS-9 Junak polaco, pasando por diversos modelos soviéticos como el Yak-23 o 17UTI, o un Tupolev Tu-2, sin olvidar un curiosísimo Curtis Hawk que participó en diversos shows durante la olimpiada de Berlin. Abandono entusiasmado este hangar por una puerta distinta a la que entré y paso al siguiente.
El hangar de los motores.
La capacidad de asombrarme que tiene el museo aún no ha terminado porque me encuentro con la colección de motores más impresionante que he visto jamás. Cerca de un centenar de ellos de diversos tipos y épocas. Los primeros son motores de la primera época de la aviación. Descubro alucinado un motor Antoinette V-8… ! de 1908 ! o un Le Rhone C de 1913 y varios motores alemanes de la primera guerra mundial como los famosos Mercedes D.IIIa, D.IVh o D.IVa, BMW.IIIa o Benz BZ.IVd por citar algunos. Seguir caminando entre las diversas filas de motores te va llevando a través de la historia viva de la motorización aeronáutica y van desfilando por delante de mis ojos ejemplares de los años 20, 30, 40, 50…hasta llegar a los años sesenta, y aunque confieso que no entiendo mucho de mecánica me siento impresionado al ir reconociendo el nombre de muchos motores míticos. Al llegar al último miro preocupado la cámara (gracias que he decidido coger las tarjetas de reserva que tenía en el hotel pero aún así me estoy quedando sin fotos) En ese mismo hangar aunque tengo que salir al exterior y volver a salir por otra puerta me encuentro con la parte más original de la visita, una zona destinada a los aviones de los pioneros, que aparecen en estado puro, es decir, sin restaurar. Sus telas desgarradas y el que se vea la estructura interior en algunos casos les da un aspecto tierno aunque parecen recién sacados de un accidente catastrófico.
Son todos ellos auténticos tesoros que recorro con reverencia sin dejar de pensar en como sería aquella época tan lejana en la que volar era una autentica aventura. También se encuentran allí un prototipo del Me-209 y algunos diseños polacos de posguerra.
El Hangar de la NATO
El último hangar visitable trata de recrear el ambiente de la guerra fría, algo que logra perfectamente gracias a los numerosos carteles que adornan sus paredes y a una ambientación luminosa y sonora muy lograda que consigue que te sientas en un hangar de la época en medio de una situación límite. Donde mejor vives esa sensación es al entrar a la dependencia donde está situado un F-104S de la Fuerza Aérea Italiana. Allí las parpadeantes luces de emergencia y el sonido hacen que te den ganas de subirte al avión y realizar la misión. Este, muy bien conservado, parece listo para partir en cualquier momento. Le acompañan dos helicópteros.
Resumen
Una vez que salgo de este hangar y vuelvo al mundo real, miro el reloj y me doy cuenta que el tiempo ha pasado volando y como no he venido solo a visitar Cracovia debo pensar en los demás y seguir conociendo la ciudad. La visita ha sido sin duda muy fructífera y son escasos los peros, quizás echo en falta poder visitar algún avión por dentro o poder asomarme a las cabinas, algo habitual en otros museos similares, pero si hacemos un resumen general tengo que decir que estamos ante un muy buen museo, que como suele ser habitual en los países de la antigua Europa Oriental contiene una colección con un gran número de aviones, helicópteros y planeadores, en este caso además, no solo de origen soviético, y que abarcan casi todos los períodos de la aviación. Además los aviones muestran en general un buen estado de conservación. A eso hay que añadir la exposición de motores, por extraordinaria por cantidad y por calidad.