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marzo, martes 19, 2024

¿Será de nuevo el Speedmaster de OMEGA el reloj que llegue a la luna?

Se cumplen más de 50 años desde que los tripulantes del Apolo XI llegaran con el modelo Speedmaster de Omega a la luna

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Aviación Digital, Sp.-La misión Artemis I, que por fin puso rumbo al espacio, llevará en un futuro no muy lejano, al ser humano de nuevo a la luna, para después, emprender la hazaña de llegar al planeta rojo, Marte. Pero antes, asistiremos al que será el alunizaje de la primera mujer y del primer hombre de color… ante tal acontecimiento, son millones las preguntas que seguro nos hemos hecho alguna vez: Cómo vestirán, que tipo de rutina de vida llevarán, y un detalle más que no escapará a los más fanáticos ¿Qué reloj portará el primer ser humano que vuelva a pisar la luna?

The Moonwatch, el primer reloj en la luna

Retrocedamos en el tiempo, hasta hace más de 50 años, momento en que la Misión Apolo 11, con el equipo formado por los astronautas Neil Armstrong, Buzz Aldrin y Michael Collins conseguía el gran paso para la humanidad que fue llegar a la luna. Ocurrió en 1969. Neil Armstrong, el primer hombre que descendía del módulo lunar “Eagle”, ponía un pie en la luna por primera vez. En ese momento acaparaba la atención de millones de espectadores de la faz de la tierra. Pero, a pesar de estar bajo la atenta mirada de la humanidad, Armstrong no portaba su reloj Omega Speedmaster Professional, en tan memorable momento, en su muñeca.

La explicación venia de la mano de la previsión del ávido astronauta Armstrong, que decidía dejar a buen recaudo su reloj en el interior del módulo lunar para tener una alternativa de seguridad, en caso de que alguno de los instrumentos de a bordo no funcionara correctamente, y dado a que el reloj los duplicaba, siendo además vital para la misión, Armstrong lo dejaba protegido por si fuera necesario usarlo.

De esta manera el protagonismo pasaba a su compañero Buzz Aldrin.  Collins se había quedado dentro del módulo de mando, por lo que Aldrin se convirtió en el primer hombre de la misión Apolo 11 que además de poner un pie, puso un reloj en la luna, dando comienzo al legado que pasaría a la historia, marcando un antes y un después, para esta increíble pieza que resultó ser el Speedmaster, y modelo de culto perteneciente a la distinguida marca de relojes suizos Omega.

Lo increíble hoy en día en cuanto a este reloj, es que, aunque hayan pasado una eternidad de minutos a través de sus manecillas, el tiempo parece haberse detenido en este modelo que ha viajado al universo. No ha sufrido apenas cambios, ni modificaciones sustanciales durante su eterna existencia, pues está claro, que el tiempo no es su enemigo. Un reloj que se ha mantenido perpetuo e imperturbable a través de los años, convirtiéndose en todo un icono y siendo modelo de inspiración de otros muchos, que apenas han podido alcanzar una gota de su esencia.

Un reloj que haría historia

Omega lanzaba en 1957 tres modelos que en un principio estaban orientados al mundo de las carreras automovilísticas, y que serían la gran apuesta de la casa suiza: el Omega Seamaster, el Railmaster y el Speedmaster, caracterizados con la novedad de tener la escala de taquímetro impresa en el bisel, y no como habitualmente se hacía en el dial. Lo que nunca imaginaria la casa Omega es que uno de sus modelos iba a estar tan cerca de las estrellas. Ese primer contacto se producía en línea con el proyecto pionero de la NASA, el Programa Mercury.

Programa Mercury

Los rusos habían iniciado su carrera hacia el espacio poniendo el primer satélite Sputnik en órbita alrededor de la tierra en 1957 cuando, dos astronautas de la NASA, Walter Schirra y Gordon Cooper, pertenecientes al grupo conocido como MERCURY SEVEN, serían los artífices del primer acercamiento del Speedmaster al universo, ya que en 1962 lo adquirieron para utilizarlo durante la misión Mercury Atlas 8, llevándolo por primera vez al espacio.

Los 7 de la NASA (MERCURY SEVEN)

Junto a ellos iban, Alan B. Shephard, John Glenn, Scott Carpenter y un infortunado Virgil I. Grissom, que perdería la vida en el incendio de la misión Apolo I, y de los cuales no se sabe si portaban relojes, ya que dado a la escasa duración de los vuelos suborbitales en los que consistían estas misiones, no tenía mucho sentido el uso de un reloj. Eran los comienzos de la era Omega.

Programa GEMINI

Con la llegada de 1965, comenzó el que sería el segundo programa espacial tripulado para los Estados Unidos, el Programa Gemini, en línea con la carrera espacial rusa, y tras finalizar el pionero programa Mercury, que lograba poner en órbita terrestre a los primeros astronautas americanos.

Este programa, sin embargo, pasaría desapercibido a los ojos de la opinión pública a pesar de su vital importancia para futuras misiones, y que se centró básicamente, en desarrollar las posibilidades espaciales y de acoplamiento de los módulos que serían utilizados más tarde en el programa Apolo, además de ganar experiencia en la exploración espacial, todo esto con el objetivo final de conseguir un paseo lunar, según había pronunciado JF Kennedy en su famoso discurso.

No sería hasta finales de los 60, cuando la NASA aseguro que cumpliría el sueño de enviar un hombre a la luna, y traerlo de vuelta a salvo antes de que finalizara la década. Se iniciaba el programa espacial tripulado Apolo, y para entonces, Omega desconocía que su reloj pasaría a la historia, ya que en 1969 y con el alunizaje de los tres astronautas, el famoso Speedmaster Ed White, se convertía en el primer reloj en llegar a la luna.

Como dato curioso a toda esta historia, se ha de resaltar que la primera noticia que tuvo Omega de que su reloj modelo Speedmaster estaba en el brazo de un astronauta fue cuando lo vieron en primera plana en la legendaria publicación “LIFE”, en un especial de 16 páginas a todo color en donde aparecía Edward White, que en la misión Gemini IV, portaba un par de Speedmaster en sus muñecas. Alguien en las oficinas de Omega de Bienne, Suiza, vio las fotos y exclamó “¡Es nuestro reloj!”, poniéndose rápidamente en contacto con Cabo Cañaveral, donde la NASA les respondía… “ya era hora de que nos llamarais”.

Elegido para la gloria

De como resultó elegido el Speedmaster Cronógrado calificado para todas las misiones espaciales tripuladas« por la NASA se ha escrito mucho. Dicen algunos, que la NASA en su búsqueda del modelo perfecto para sus astronautas, y para evitar que la fabricación de un reloj exclusivo para sus misiones no fuera un proceso muy dilatado en el tiempo, encargó a personal de la casa la misión de adquirir distintos cronómetros de los que se exhibían en los escaparates de las joyerías de Houston, para someterlos a una profunda evaluación que determinara si eran los idóneos para ir al espacio. Doblemente afortunados serian algunos de los ciudadanos propietarios del cronógrafo, exacto al que fuera elegido para la misión a la luna.

Por tanto, debía de ser un modelo que se ajustase de forma manual y fuera capaz de funcionar sometido a condiciones y temperaturas extremas, y durante las fases más severas de vuelo; el despegue y la re entrada a la atmósfera, donde las fuerzas generadas pueden ser hasta seis veces mayores que la gravedad terrestre.


Por ello, antes de elevarse en el Olimpo de los cronos del universo, el Speemaster se tuvo que someter en 1965, a durísimas pruebas, donde además de demostrar la materia de la que estaba hecho, tuvo que vérselas con otros grandes rivales que ostentaban ser los elegidos para viajar a través de las estrellas como reloj oficial de la NASA.

Sin embargo, otros aseguran que desde la NASA se creó una lista de posibles relojes candidatos de las marcas más relevantes de cronógrafos, entre las que se encontraban Omega, Longines, Bulova, Mido, Rolex, Benrus o Hamilton entre otras.

La idea de la NASA de someter a los cronógrafos a  pruebas extremas donde la esperanza de vida de los relojes era más que comprometida, siendo la primera prueba la de mayor dificultad, hacía todavía más difícil la carrera hacia el éxito de algunos modelos de estas marcas: Los únicos candidatos que se prestaron voluntarios a participar en estas pruebas fueron los relojes de Omega, Longines,  Rolex y Hamilton, éste último descalificado desde el principio por no cumplir con los requisitos requeridos.

La primera prueba consistía en probar la resistencia a altas temperaturas, permaneciendo cada reloj, 48 horas a 71º C y 30 minutos a 93º C, con una presión atmosférica y humedad relativa concreta. Tras ésta, los relojes se someterían a una de Resistencia a Bajas temperaturas en las que estarían durante 4 horas a -18º C.

De ahí, la tercera prueba de temperatura a presión consistía en constantes cambios de temperatura a una presión determinada. Si conseguían seguir de una pieza, los relojes se someterían a 240 horas con temperaturas que oscilaban entre 20 y 71 grados centígrados en la prueba de humedad relativa de al menos el 95%. Una quinta prueba consistía en exponer al reloj a una atmósfera de oxígeno puro.

Hasta aquí lo más normal es que el reloj ya hubiera dejado de funcionar, o que éste hubiera resultado gravemente dañado y deteriorado.

Una de las máquinas utilizadas para someter a los relojes a las distintas pruebas

La siguiente prueba era de choque, a la que seguiría una de resistencia a las vibraciones, para pasar a la de aceleración, y a otra de descompresión, en la que tendría que estar 90 minutos al vacío. En la décima prueba, de alta presión, se les sometía a una presión de 1,6 atm por un período mínimo de una hora, para terminar con una exposición al Ruido acústico.

El resultado fue revelador. Ni Longines ni Rolex consiguieron terminar las pruebas. El primero perdió su cristal durante la prueba de alta temperatura y de descomprensión. Y el de Rolex no pudo continuar ya que la aguja de los segundos se plegó y atascó con otras manecillas en la prueba de alta temperatura. No se llevaron a cabo más pruebas.

El Speedmaster de Omega, fue el único modelo que seguía funcionando al completar la totalidad, a pesar de algunos problemas que se registraron durante éstas. Teníamos un vencedor capaz de superar todas las variaciones de presión, temperatura y condiciones extremas a las que está sometido un astronauta, no solo en las distintas etapas del proyecto, sino también en la superficie lunar. Su secreto, una combinación de elementos que funcionaron en conjunto a la perfección y por lo que Omega recibió la certificación Oficial de la NASA.

Y no solo eso, además había consenso en la elección por parte de los astronautas, que tenían como favorito al Speedmaster de la casa Omega especialmente por ser fácil de manipular incluso llevando traje espacial, lo que supuso una grata satisfacción cuando se dio a conocer el resultado de las pruebas, ya que, a partir de entonces, la NASA lo incluiría en todas sus misiones.

Así nació un mito, ya que la NASA mantuvo al Speedmaster 105.012 Professional cómo el exclusivo Moonwatch y único instrumento a bordo que no fue diseñado por la Agencia, que apenas sufriría modificación alguna, ahorrándose tener que volver a pasar todas las pruebas necesarias para otorgar la certificación de cronógrafo capacitado para viajar al espacio, y que de sobra cumplía este modelo. Un reloj con una gran carga emocional para los astronautas, que no solo marcaría la hora de Houston, sino también, la hora de volver a casa.

Reconocimiento del Snoopy Award

El icónico Spedmaster recibiría el premio Snoopy de la NASA, uno de los honores más grande de la industria otorgado a Omega como el más importante galardón en cuanto a reconocimiento, y especialmente cuando en la accidentada Misión Apolo 13, los 14 segundos más exactos de la historia espacial marcaron la línea entre el desastre total y el final feliz de la misión que rozó la tragedia.

Un galardón consistente en un pin de plata, que la NASA entrega a muy pocas empresas colaboradoras, y cuyo premio se creó a raíz del trágico incendio en la cápsula espacial del Apolo I, durante unas pruebas en tierra y en el que perdieron la vida los tres astronautas, Roger Chaffee, Edward White II y Virgil Grissom, hoy héroes caídos, convirtiendo al proyecto Apolo en la primera gran catástrofe de la agencia espacial estadounidense, que casi hizo que ésta descarrilara.

Silver Snoopy Pin

El famoso personaje creado por Schulz también soñaba con cumplir algún día su sueño de ser astronauta, subido en el techo de su casita de madera. La NASA lo escogió en 1968 como el “guardián” de su programa de seguridad, bajo el slogan “Eyes on the Stars”, y creó un programa de premios para contribuir a la seguridad del programa espacial y al éxito de las misiones tripuladas con una única prioridad, que todos los astronautas de vuelta a la Tierra, llegaran sanos y salvos.

En la actualidad, Artemis I, la misión del cohete Space Launch System (SLS) y la nave espacial Orión, lanzada recientemente y que viaja alrededor de la Luna, no cuenta con astronautas a bordo, pero según ha comunicado la Agencia, Snoopy ayudará a compartir esta experiencia con la humanidad, mientras viaja en la cabina con otros dos » pasajeros «: Los maniquíes, llamados fantasmas, fabricados con materiales que imitan los huesos humanos, los tejidos blandos y los órganos de una mujer adulta. Sus nombres son Helga y Zohar.

Snoopy disfrutando de su viaje espacial en gravedad cero

Aniversario del Speedmaster

Omega seguirá conmemorando con distintas ediciones de su Moonwatch, el aniversario de la misión a la luna del 69, con este modelo que es referente no solo en cuanto al éxito económico de la marca, sino como la técnica que ha conseguido que, a pesar del paso de los años, éste se mantenga inalterable, ya que el actual Speedmaster sigue siendo la esencia del que fuera en su tiempo parte del legado de la conquista del espacio.

Y de cara al futuro, aunque aún es demasiado pronto para pronunciarse, los primeros designios tienen la vista puesta en realizar más misiones lunares, incluso hacia Marte. Seguramente, la NASA seguirá confiando en su socio Omega, del que ha tenido siempre un reloj de unas características únicas y totalmente fiables. Intuimos que muy probablemente, el primer hombre de color que pise la luna llevará en su muñeca un ejemplar de Speedmaster, y quizás su compañera, lleve el Omega Constellation, llamado así por las ocho estrellas que figuran en su emblema símbolo de los ocho récords establecidos por Omega en cuanto a precisión, pues, al fin y al cabo, su nombre contiene el destino de lo que puede ser su nueva misión.

La intención de la NASA de llegar con una misión tripulada a Marte, abrirá un nuevo desafío para la casa Omega, que siempre ha tenido a punto sus cronógrafos preparados para ser testigos de los viajes de los astronautas a través del universo, y que posiblemente, lo siga haciendo en un futuro. La tecnología será la que decida si el Speedmaster será el elegido para la gloria de poner un pie sobre Marte, eso sí, no sin antes demostrar que es capaz de sobrevivir en las condiciones extremas del planeta rojo.

Porque las misiones Artemis tienen que llegar allá a donde se proyecten, ya que el destino de la humanidad es explorar nuevos horizontes e ir siempre más allá del infinito universo y sobre todo, desde una nación libre.

Puede que haya empezado una nueva era de exploración espacial que rescatará aquella mentalidad de los años 60, que resonaba no solo en la mente de sus astronautas, sino también en sus corazones, “podremos lograr cualquier cosa»… que se nos proponga.

Omega, seguirá fiel en su aventura espacial de poner su Speedmaster más allá de las estrellas, pues, aunque no naciera con ese propósito, su destino no puede ser otro, de igual modo que otro de sus más icónicos modelos, el Omega Seamaster, será siempre fiel y completará a uno de los personajes más emblemáticos de la historia del cine, el reloj perfecto para el espía más deseado del mundo.

Pero esa ya, es otra historia.

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