AENA solicitó la semana pasada al Juzgado de Instrucción Nº6 de Telde (Gran Canaria) la ausencia de dos controladores aéreos de los quince que forman parte del grupo citado ante la autoridad canaria por el conflicto del cierre del espacio aéreo que se sucedió a finales del año pasado. Según la entidad, la reclamación surge de la necesidad de evitar retrasos en las operaciones aéreas, puesto que la ausencia de estos dos técnicos obligaría al cierre de un sector de los seis encargados de supervisar el centro de control aéreo de Canarias.
A pesar de esta situación AENA reitera que la gestión de torres y centros de control es efectiva y que el volumen de controladores aéreos es suficiente para supervisar todo el flujo de operaciones aéreas del que se encargan los diferentes centros españoles.
Resulta curioso ver cómo AENA intenta tapar una situación insostenible en la que los retrasos, según la empresa tan sólo el 25% atribuibles al control, se suceden y llegan a afectar casi a la mitad de los vuelos que despegan o aterrizan en suelo español. Una prueba reciente de ello es la imposibilidad de AENA de hacer frente a situaciones imprevistas como la ausencia por enfermedad de uno de los trabajadores del Centro de Control de Canarias el pasado viernes, que repercutió en demoras superiores a una hora en los vuelos conectados con Barajas.
La fragilidad en la gestión de AENA se acusa aún más con el aumento del tráfico aéreo que supone el inicio del período estival. Como respuesta a estas necesidades el ministro de fomento José Blanco expuso en una comparecencia en el Congreso un «plan de choque» que debería haber entrado en vigor el 30 de junio y del que aún no se tienen noticias.
Eurocontrol, el ente europeo de seguridad aérea, habla de una reducción de personal en el Centro de Control canario, hecho que AENA ha negado en repetidas ocasiones. Según un portavoz de la empresa los retrasos en algunos vuelos procedentes de Madrid son «algo cotidiano».
La incompetencia de AENA en las gestiones pone de manifiesto la necesidad de una ampliación del personal encargado del control del tráfico aéreo para evitar colapsos por circunstancias tan humanas como la enfermedad de un controlador. Este incremento en la plantilla es una petición continua del colectivo de controladores desde hace años que AENA no ha sabido escuchar. Hace 5 años que la gestora no convoca un sólo puesto.
La próxima cuestión será resolver qué ocurrirá cuando los técnicos sean llamados a comparecer de nuevo en el siguiente turno de declaraciones. De momento, los controladores españoles siguen asegurando el control del tráfico aéreo bajo una responsabilidad que debería ser compartida por una mayor cantidad de profesionales.