Atalayar / Álvaro Escalonilla. Los titulares de Defensa de Estados Unidos y Turquía negocian las condiciones de cara al nuevo escenario en Afganistán tras la retirada de las tropas estadounidenses y de la OTAN. Continúa el tira y afloja entre Washington y Ankara para alcanzar un acuerdo definitivo en materia de seguridad a partir del próximo 11 de septiembre, cuando las tropas estadounidenses emprendan la retirada por completo de Afganistán. La creciente amenaza talibán obliga a ambos a sellar un pacto de mínimos que garantice la protección del aeropuerto internacional Hamid Karzai de Kabul.
“Las conversaciones fueron positivas y constructivas”, reconoció el ministro de Defensa turco, Hulusi Akar, tras dialogar con el secretario de Defensa estadounidense, Lloyd Austin. Akar reveló que existen determinadas cuestiones “sobre las que hemos llegado a un acuerdo”. Por lo tanto, las negociaciones para administrar el aeródromo de la capital avanzan.
Los encargados de la seguridad nacional de Estados Unidos y Turquía mantuvieron la semana pasada una serie de conversaciones telefónicas para discutir “el funcionamiento seguro del aeropuerto internacional Hamid Karzai”, según remitió en una nota el Ministerio de Defensa otomano.
El ministro Akar añadió que las iniciativas planteadas por Turquía han contado con la aprobación de varios miembros de la organización atlántica. “Intentamos seguir el proceso con nuestros hermanos afganos, la OTAN, la Unión Europea y la comunidad internacional”, aseguró el dirigente turco.
En junio, Turquía ofreció sus servicios para administrar el aeródromo de la capital tras la retirada de las fuerzas estadounidenses y de la OTAN. El aeropuerto, ubicado en un enclave estratégico entre el palacio presidencial afgano y las misiones diplomáticas, promete ser determinante a la hora de mantener la seguridad de las embajadas y facilitar la llegada de ayuda humanitaria.
Ankara y Washington coinciden en mantener al aeropuerto de Kabul operativo. De lo contrario, Afganistán perdería el contacto con el exterior y dificultaría el desarrollo de las labores diplomáticas para encontrar una salida a la crisis. Para resolver esta cuestión, una delegación del Departamento de Estado y del Pentágono ha visitado esta semana la capital otomana.
Ankara es conocedora de que el funcionamiento del aeropuerto Hamid Karzai es capital para un futuro acuerdo de paz en Afganistán, aunque la oferta turca forma parte de una estrategia de fondo puesta en marcha por el Gobierno de Erdoğan. El objetivo consiste en acercar posturas con el resto de las potencias occidentales, sobre todo con EEUU, para reforzar su creciente debilidad interna.
Por este motivo, Ankara ha optado por enterrar el hacha de guerra y limar asperezas con el resto de actores regionales. Eso sí, Turquía exige cierto apoyo a nivel político, financiero y logístico para poder extender su presencia regular en Afganistán, ya que el país atraviesa una profunda crisis económica marcada por la inflación y la devaluación de la lira turca.
En cualquier caso, no solo Estados Unidos aceptó el ofrecimiento, también lo hizo el propio Gobierno afgano. La última muestra de agradecimiento ha corrido a cargo del embajador de Afganistán en Turquía, Amir Ramin. “Gracias fraternas a Turquía como nuestro amigo de mayor confianza por la continuación de este importante papel más allá de misión internacional. Extenderemos todo el apoyo necesario para el éxito de esta misión”, expresó a través de Twitter.
No obstante, el galopante aumento de la presencia talibán en Afganistán ha hecho saltar las alarmas. La Autoridad de Aviación Civil afgana se ha visto obligada a activar un sistema de defensa antiaérea en el aeropuerto Hamid Karzai como respuesta anticipada al posible lanzamiento de proyectiles talibanes contra las fuerzas e instalaciones gubernamentales.
En este sentido, Turquía también se ha visto amenazada por los talibanes. “Todo el mundo es consciente de que todas las fuerzas extranjeras tienen que retirarse de nuestra querida patria, en línea con el acuerdo de Doha, una decisión apoyada por Naciones Unidas y la comunidad internacional”, trasladó el grupo a través de un comunicado en alusión al acuerdo de paz firmado en febrero de 2020 con EEUU.
“Mevlüt Çavuşoğlu estuvo presente en la ceremonia de la firma”, remarcó el portavoz talibán Zabihulá Muyahid, apelando directamente al ministro de Asuntos Exteriores de Turquía. El representante talibán cargó además contra el Ejecutivo otomano por “extender su ocupación en nombre de un acuerdo con Estados Unidos”. Para la facción radical, esta decisión “generará sentimientos de resentimiento y hostilidad en el país hacia los funcionarios turcos y dañará los lazos históricos, culturales y religiosos con el pueblo de Turquía”.
La pelota está ahora en el tejado de Turquía para alcanzar un acuerdo con los talibanes. El grupo fundamentalista avanza hacia Kabul con la intención de expulsar a todas las tropas extranjeras de suelo afgano. Por su parte, Ankara, que cuenta con el segundo mayor ejército de la OTAN, ha puesto en marcha una serie de operaciones militares con 500 efectivos en las inmediaciones del aeródromo.
En respuesta a los talibanes, el ministro Akar justificó la presencia de Turquía en el país como parte de una misión de largo recorrido. Ankara lleva dos décadas en Afganistán ejerciendo un papel no combativo y como acompañante de Estados Unidos. Además, tan solo ha intervenido en labores de asesoramiento, reconstrucción y mantenimiento, y ha operado el aeropuerto durante seis años.