Texto y Fotos : José Manuel Serrano Esparza / Aviación Digital
Carlos Lamela (arquitecto de gran prestigio internacional con ADN innovador en técnicas constructivas y estructurales, CEO del Estudio de Arquitectura Lamela con sedes en Madrid, Varsovia, Ciudad de México y Rotterdam, con 2.000 proyectos realizados hasta la fecha, diseñador de la reforma del Estadio Santiago Bernabéu en 2002 (con tan sólo cinco personas, lo cual fue un hito histórico), el Campus Oficinas Centrales de Airbus en Getafe (Madrid), la Terminal 4 del aeropuerto Madrid Barajas junto con Richard Rogers, el Estadio Son Moix de Mallorca, la Torre Méndez Álvaro, el Metro Ligero de Qatar en Lusail City, la Torre Marina Mix 004 en Doha (Qatar), el Centro Poludniowe en Breslavia (Polonia) y hoy por hoy un referente mundial en arquitectura aeroportuaria, con obras como la Nueva Terminal del Aeropuerto de Amsterdam-Schiphol junto con Kaan Architecten, la Terminal del Aeropuerto de Tijuana (México), la Remodelación del Aeropuerto Chopin de Varsovia, la Ampliación del Aeropuerto de Gran Canaria, etc, impartió el 15 de Abril de 2023 en el Real Aero Club de España en Cuatro Vientos (Madrid) y en el marco del RACE FEST 2023 la conferencia «Mi Relación con el Mundo de la Aviación».
El encargado de presentar a Carlos Lamela ante el numeroso público asistente fue el Comandante de Vuelo Alberto Díaz de la Quintana (Fundador del Campamento Aeronáutico La Loma y gran impulsor del ANR, un muy innovador sistema de control de competiciones aéreas), en lo que fue el emotivo preludio a una conferencia que había suscitado una enorme expectación y que no defraudó a ninguno de los presentes.
Acto seguido, comienza la conferencia, con un Carlos Lamela visiblemente emocionado, que da las gracias al público asistente y afirma que es para él un privilegio el que se le haya invitado a explicar su relación con el mundo de la aviación, pese al hecho de que él es arquitecto.
Comienza su disertación explicando que su experiencia como piloto es de unas 900 horas de vuelo y que ha venido para hablar de sus vivencias, sensaciones y emociones en el mundo de la aviación.
Relata que se sacó el título de piloto relativamente tarde, que tiene 65 años, empezó con ultraligeros cuando tenía poco más treinta años, que hubo un accidente en 1992 en el que se mataron dos instructores de vuelo y que pese a ello, voló en ultraligeros unos cuatro años más.
A continuación, Carlos Lamela comenta el momento de inflexión que marcó su vida desde el punto de vista aeronáutico :
« Un día en Semana Santa en 1997, iba en coche solo, por la noche, rumbo al sur de España, y al pasar por Ocaña (Toledo) vi la silueta de un hidroavión Consolidated PBY Catalina. Instintivamente, me desvié para ver ese avión más de cerca y quedé fascinado. Sentía la necesidad de volar en ese tipo de aeronaves. Me saqué la licencia de piloto en 1997, con 40 años de edad. Tuve un gran instructor llamado Augusto Núñez Valletta, que fue quien me enseñó a volar y con quien hice los primeros vuelos en Ocaña (Toledo). Pero Ocaña estaba algo lejos y opté por el aeródromo de Cuatro Vientos para seguir entrenándome y formándome como piloto, matriculándome en la Escuela de Vuelo Aeris. Y dió la casualidad de que Augusto Núñez Valletta había empezado a trabajar hacía pocos meses como instructor en la Escuela de Vuelo Aeris » .
Carlos Lamela sigue recordando con inefable entusiasmo como prosiguió su andadura en el ámbito de la aviación :
«Y en la primera reunión que tuvimos los socios de Aeris, me dijeron que había un italiano que quería hacer un viaje a Roma, y necesitaba alguien que le acompañase.
Yo levanté la mano, y ahí conocí a Enrico Altieri, piloto italiano que es uno de mis grandes amigos. Me propuso que en vez de irnos a Roma, voláramos a Marruecos, y fuimos los dos pilotando un avión hasta Uarzazate, un lugar bellísimo. Fue un viaje inolvidable que hizo aumentar mucho mi amor por la aviación » .
Mientras pronuncia estas palabras, el semblante de Carlos Lamela se impregna de pasión e imperecederos recuerdos, y continúa :
» Tan bonito fue el viaje, que al año siguiente lo hicimos de nuevo y llegamos pilotando un avión hasta Nuakchot, capital de Mauritania. Fue un viaje repleto de peripecias. Después, gracias a Enrico Altieri, conocí en Italia (país en el que yo había vivido durante un año) la ciudad de Como, que es una maravilla, vi que había una Escuela de Hidroaviones, me encantó lo bonita que era, lo bien cuidado que estaba todo, me matriculé en el curso de hidroaviones y me saqué allí el título de piloto de hidroavión».
Una y otra vez, Carlos Lamela subraya con incontenible emoción que el primer contacto con el mundo de la hidroaviación que tuvo en Italia marcó su vida.
Hay un silencio sepulcral en el interior de la Sala Pérgola del Real Aero Club de España en Cuatro Vientos (Madrid) donde los muy abundantes asistentes, muchos de ellos aerotrastornados, contemplan en directo un contexto insólito : un arquitecto de auténtica talla internacional con una pasión por la aviación que no le va a la zaga a la descomunal pasión que siempre ha caracterizado a la arquitectura.
El ponente explica también que lleva 23 años ininterrumpidos yendo 15 días al mismo hotel en Como (Italia) para volar con un hidroavión alquilado.
Y que descubrió un mundo maravilloso, que mezcla lo fascinante que tiene la aviación que todos conocemos con una parte de lo que fue la mítica epopeya de la aviación histórica, en un entorno que para él es el más bonito del mundo, porque además, el Lago de Como combina de forma muy armoniosa la naturaleza, la arquitectura y la historia, por lo que todo el que va allí se enamora profundamente del lugar.
Añade con sentimiento que el Aero Club Como, fundado en 1913, es la organización de vuelo con hidroaviones más antigua del mundo, con todo lo que ello representa para la Historia de la Aviación Italiana, Europea y de la Hidroaviación.
Tiene allí muchos amigos.
A continuación, Carlos Lamela se adentra en el cúmulo de sensaciones, emociones y vivencias que le ha generado volar hidroaviones, especialmente el Cessna 172, que es el que más ha utilizado, durante casi un cuarto de siglo :
«Los hidroaviones, una vez que despegan, son como un avión normal. El hidroavión Cessna 172 tiene tal masa, peso y resistencia aerodinámica, que cuando empiezas a volar con él, el anemómetro se pone a cero y el avión sigue volando y hay miedo a entrar en pérdida, porque en el momento en que existe un poco de viento en contra, el avión queda casi parado arriba. Así pues, el comportamiento en el aire es como el de un avión terrestre, todo es mucho más lento, su velocidad de crucero es entre aproximadamente 186 y 203 km /h, la gran diferencia es el despegue y el aterrizaje».
«El despegue es una operación muy singular, porque cuando estás solo, aunque casi siempre vuelo con algún amigo, en la Cessna 172, caben máximo cuatro pasajeros, y al inicio, cuando aplicas plena potencia, siempre tienes que estar muy atento a que no haya nadie en los próximos 200 metros. Es una pista acuática balizada con boyas, pero siempre hay que tener cuidado de que no se meta algún barco que no conozca la zona».
«Durante los primeros aproximadamente 35 segundos de la carrera de despegue, hay un ruido increíble, tienes que hacerlo todo con mucha sensibilidad en los mandos, poco a poco, hasta poner el morro de la aeronave en su sitio, porque si el morro va muy alto el avión no despega nunca, y si va muy bajo puede volcar.Pero una vez que notas que el avión está en el aire, vuela muy bien».
El ponente matiza a continuación que cuando vuela en un avión convencional, lo hace con otro piloto o instructor, pero que cuando vuela en un hidroavión lo hace el solo con algún amigo o familiar y se encuentra muy cómodo, porque este tipo de aeronave le da una sensación de seguridad total.
Y añade :
«Cuando estoy en la zona del Lago de Como pilotando un hidroavión, es un vuelo durante el cual te comunicas por radio con el Aeroclub de Como, la comunicación es siempre en italiano, aunque también se usa el inglés.
Y el aterrizaje en el Aeroclub de Como es de una gran belleza, además de que disponen de unos 8 aviones, un hidroavión anfibio Cessna 206, cinco Cessnas y dos aviones históricos, entre ellos un Caproni precioso que después de un accidente, fue rehabilitado ocho años después y ya está en vuelo.
El Aero Club de Como funciona de un modo increíble en todos los aspectos : el modo en que se hacen los briefings, como se plantean los vuelos según la meteorología existente, como se realiza todo con gran precisión. También es increíble el mantenimiento de los aviones : como los cuidan, como les hacen constantes puestas a punto, etc. Y cuando te has dado una vuelta por el Lago de Como, el Lago Maggiore que está cerca, el Lago de Mezzola, el Lago de Lugano, etc, haces un fantástico turismo visual.
Para que os hagáis una idea, el punto de viraje con viento en cola (o sotovento como lo denominan en italiano) a base es la vertical de la Catedral de Como, con toda la ciudad a la vista, sigues hasta estar 1000 pies sobre el hangar, y ves sobre el agua tu pista de aterrizaje balizada, con boyas a la izquierda y boyas a la derecha, y ya lo único que tienes que hacer es recoger my bien el avión, la configuración de amerizaje es muy bonita, porque tienes que llevar el avión muy atrás, para intentar que toque la parte de atrás del flotador, y cuando notas que el hidroavión impacta un poco, frenas en pocos metros, con lo cual es una operación que es una maravilla.
Tienes que estar muy atento a los barcos que pasan contínuamente, que navegan a través del lago y generan olas, es quizá lo más complicado, cuando hay una ola tienes que hacer un tráfico de espera.
Tienes que asegurarte de que no hay ningún barco cerca, porque los hidroaviones son muy atractivos para los barcos, y en el momento en que ven que un hidroavión está amerizando, intentan acercarse todo lo posible para verlo bien y hacer fotos».
Al llegar a este punto de la conferencia, con un público totalmente entregado, Carlos Lamela recuerda con cariño y añoranza su etapa de aprendizaje de vuelo con hidroaviones en Como (Italia) :
«Cuando estás entrenando en el Lago de Como con instructores, haces 15 o 20 amerizajes por día en cualquier lugar del agua, es algo increíble inherente a este tipo de aeronaves. La operación con hidroaviones es una cosa excepcional » .
Pocos segundos después, comienza a rememorar sus experiencias en Gibraltar a bordo de hidroaviones :
«También he volado en Gibraltar. Había allí un piloto británico que tenía un hidroavión sin flotadores, en el que lo que entra en contacto con el agua es la panza del avión, al más puro estilo Consolidated PBY Catalina o Short Sunderland, y nos dió una vuelta alrededor de la roca a un amigo y a mí. Y venía todos los años desde Inglaterra a España amerizando en todos los embalses.»
Es ahora cuando Carlos Lamela recuerda como algunos años después trajo a varios de sus amigos italianos a volar en España :
«Yo tenía buena relación con Agustín Pastor, que era el Presidente de la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir, además de piloto, y nos consiguió un permiso para volar y amerizar sobre el embalse de la Breña y el embalse de Pueblo Nuevo, en la provincia de Córdoba. Así pues, vinieron cuatro pilotos italianos amigos míos a España, haciendo en un avión anfibio la ruta Como, Menorca, La Axarquía y el aeropuerto de Córdoba. Después, aprovechando que se había habilitado el embalse de la Breña, hubo una escuela de Córdoba, Trabajos Aéreos Espejo, S.L, que colaboró con nosotros».
Se aproxima ya el final de esta inolvidable conferencia, que ha servido entre otras muchas cosas, para mostrar el gran potencial que tiene el mundo de la aviación para generar entusiasmo en personas cuya profesión no tiene nada que ver con ella, y el ponente realiza como colofón una apasionada defensa de su tipo de aeronave preferida :
«El hidroavión es un tipo de avión en auge, e incluso hace poco, Turquía envió 50 pilotos a la Escuela de Cuomo para sacarse el título de piloto de hidroavión, como formación extra para pilotos de algunas compañías turcas de aviación, para que tuvieran la capacidad de saber lo que es un hidroavión, por si en algún momento tuvieran que conocer esa sensación y pudieran amerizar en ese tipo de situaciones.
He ido en hidroavión a Venecia, a Génova, que es un viaje curioso, porque llaman desde el aeroclub a la comandancia italiana en la ciudad, abren una aero superficie que dura todo el día, y la proveen de una boya y una persona que acude a buscarte.
Llegamos allí, aterrizamos en el mar, que es más complicado que en un lago, como consecuencia de las olas, amarramos el avión a la boya, subimos en un pequeño barco, llegamos a la costa, comemos en un restaurante, después volvemos al hidravión y regresamos a Como.
Este tipo de periplos son una maravilla : ir del Lago de Como al Lago Maggiore, dejar el avión en algunos restaurantes que tienen lugar para amerizar y aparcar los hidroaviones».
Desde hace 23 años me hospedo en un pequeño hotel de Lenno (un pueblecito precioso, en la zona del Lago de Como, a pocos metros de la playa), cuyo dueño es también piloto.
«Vas con un instructor en el hidroavión, paras en un pueblo, te tomas un café y luego vas a otro a comer, es una cosa espectacular».
Carlos Lamela finalizó esta muy interesante conferencia exhortando a todos los presentes a que visiten Como (Italia), porque es un lugar precioso que no olvidarán nunca.