Hasta ayer eran simplemente un piloto y un controlador aéreo. Ayer fueron "bautizados" en la Cuna Aeronáutica Española. Se reencontraron con sus compañeros a través de las piedras de la aeronáutica. Con aquellos pioneros del AFIS, del A.R.O., y de la ilusión por volar. Esta podría ser la moraleja del primer contacto de Angel Inurria y David Guillamón con Guadalajara. El experimento ha sido todo un éxito. Han puesto orden a lo que son. David necesitaba un precedente a ese goniómetro totem, encontró un AFIS de 1917. Angel a la camaradería, cuyas voces fantasmas llegó a escuchar en el chalet de pilotos. 1 hora de vuelo LEGU-LECU, y 10 de intercambio de experiencias.
Ayer, pudimos asistir a la transustantación de las piedras aeronáuticas del patrimonio arquitectónico tecnológico de la ciudad, y las vísceras de los profesionales del siglo XXI. Ese fue el auténtico éxito del experimento "antropotécnico". Ambos, Angel y David, empatizaron con los orígenes que unían todas las profesiones aeronáuticas. Fueron conscientes de que tanto los primeros operadores AFIS, como los pilotos o los ingenieros aeronáuticos, los ATSEP o los TMA, trabajaban !juntos!. El nexo, la Academia de Ingenieros. Su corazón militar y civil a la vez. Por allí anduvo Torres Quevedo, un Ingeniero de Caminos con el que colaboraba y apoyaba logísticamente el Batallón de Telégrafos, convertido en Unidad de Aerostación. Palomas mensajeras, o telégrafos aportando informacion meteo o reportando desde globos aerostáticos (A.R.O.).
Quizás esta emoción es la que inspiró a Inurria a disfrutar de esa torre de avistamiento, TWR diríamos hoy, convertida en centro social de intercambio de experiencias tras hacer su hora de vuelo para obtener la licencia de piloto.
Quizás a Guillamón le produjera la sana envidia de un tráfico único en el horizonte sin sectores, ni trabas, donde la fluidez estaba garantizada-salvo imprevistos técnicos-, y los retrasos no existían. Donde el estrés diario se reducía probablemente a un aterrizaje seguro.
Pudimos asistir a otro experimento. Un "mi cámara y yo" en el ACC de Torrejón, lo más avanzado en control aérero en España. David, que por eso fue "fichado" para la ocasión, hizo gala de la imaginación y humor que sabíamos tenía.
Entrevistando a sus compañeros sobre si "¿sabías que Guadalajara es la Cuna Aeronáutica y de la Aviación Española?", obtuvo un resultado nada sorprendente. El 100% dijo que "no". Pero el experimento iba más allá.
Mientras la TWR de LEGU permanecía atenta a las pantallas en el Palacio del Infantado, se proyectó el documental de Guillamón. El público pudo asistir, por primera vez en toda la historia de la ciudad, a cómo se gestiona en tiempo real el tráfico aéreo en el mayor centro de control de España. Impacto de un ave y su resolución técnica. El silencio y la armonía que es ver cómo esa "barrita" alínea las aeronaves, procura una distancia segura entre ellas, dibuja la geometría en el espacio, mientras Emilio Herrera, probablemente o Torres Quevedo, estén presentes en esa tecnología de una u otra manera. Herrera fue pionero del GPS con su "Ubicador" o el sistema que ideó T.Quevedo para orientarse en la ciudad hace más de 100 años, o sus aportes primigenios a la Informática y la Automática están engullidos en los equipos de última tecnología de lo que aparece representado en las consolas de Indra hoy. Pero eso es otro tema.
Inurria aportó la parte más artística de las sensaciones de un piloto. Pudimos volver a percibir aquella camaradería del piloto-ingeniero en una sóla persona. Descubrimos que las piedras hablan hoy a través de las sensaciones de estos dos profesionales. Tuvimos la fortuna de asistir a algo único. Creo que para ellos el reencuentro con "los suyos", profesionalmente hablando, tambien ha dejado huella, como sus palabras se han grabado en el Despacho de Vives a escasos metros del evento.
Gracias a los de antes y a los de ahora. Un fuerte abrazo: Loygorri