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¿Deberíamos elogiar a los controladores cuando hacen algo bien, o extraordinariamente bien?

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Sevilla, SP, 24 de agosto de 2015. Un artículo de CBS News el 19 de marzo de 2010, titulaba «Amateur Pilot Guided by Hero Controllers...» en él tras hacer una reflexión sobre cuando estos profesionales hacen algo deontologicamente mal (permitir que un niño diera instrucciones en frecuencia en el JFK), y la opinión pública se les echa encima, relatan algo «heróico» en el sentido de que más allá del deber, los profesionales intetntan gestionar una situación de crisis, como sucedió entonces a bordo de un avión King Air 200, biturbohélice, cuyo piloto había quedado indispuesto al fallecer a 10.000 pies, y el acompañante, Doug White, a pesar de ser piloto privado, no estaba entrenado y habilitado, para pilotar un bimotor tan grande y poderoso como el King Air 200. Desde el Centro de Control Aéreo de Ruta de Miami, Lisa Grimm, recibió la llamada de socorro de White. Nuestros inteligentes lectores habrán ya intuído que lo que queremos establecer es un cierto paralelismo entre el incidente del 2010, y lo sucedido ayer y su gestión por el personal de Aproximación del ACC de Sevilla, respecto al SINUS que se dirigía a IPILA Magna, en Sevilla. Pero si establecemos una comparación objetiva, indudablemente, la complicación de la gestión de esta emergencia tenía muchos más «flecos» operativos que limitaban la resolución satisfactoria, logicamente. En cualquier caso, en ambos casos, y en el accidente de ayer tambien, se encontraba totalmente indispuesto el piloto, y su mujer tuvo que tomar los mandos pese a diferencia del incidente en USA, sin conocimientos de pilotaje. Pese a lo desgraciado del fallecimiento del piloto y esposo de ésta, y pese a traumatismos y alguna quemadura, salvó la vida, y a día de hoy, parece que se recupera satisfactoriamente de esas heridas del cuerpo. Todo un éxito dadas las circunstancias.

Ayer evidentemente la gestión de la emergencia tenía muchos más elementos para elogiar la labor de los controladores, así como la de los pilotos del helicóptero de la DGT y el avión que salió al encuentro desde ILIPA con otro controlador a bordo.

En una situación como esta hay algo que subyace y pone de manifiesto que el perfil del controlador aéreo debe ser especial en el desempeño de sus funciones. No resulta facil intentar dar instrucciones a una persona en una situación tan extrema como la vivida por la pasajera ayer, intentanto tranquilizarla a la vez que guiarla, teniendo en cuenta las escasas nociones que tenía para aterrizar la aeronave. Fuentes consultadas por AD nos han indicado que para una situación como ésta, no hay entrenamiento contemplado para los controladores aéreos, dada su excepcionalidad. Pero no estaría de más que se contemplara la «gestión de crisis» de forma recurrente para la formación continuada de estos profesionales. Además del adecuado perfil, el entrenamiento o la formación ante situaciones imprevistas como esta vivida ayer, indudablemente mejoraría los niveles de posibilidad de éxito en el tratamiento de esta emergencia.

En el caso del bimotor que gestionó el ACC de Miami, nos surge una cuestión como es el intercambio de conocimiento mutuo a ambos lados del cockpit, y fanal o Centro de Control, entre tripulaciones y controladores y viceversa. No estaría demás profundizar en esta cuestión. En una situación como la sobrevenida, evidentemente el controlador que tenía conocimientos de vuelo que salió al encuentro del SINUS, podría evidentemente ayudar a gestionar esta situación con más garantías, que si simplemente fuera un controlador sin esa experiencia y formación.

Resulta evidentemente encomiable la diligencia de la tripulación del helicóptero de la DGT, a la hora de evacuar a la pasajera herida tras el impacto. Muy probablemente, con incluso riesgo de la propia vida del Agente que intervino, ésta no hubiera sobrevivido dada la posterior explosión e incendio de la aeronave, escasos segundos después de ser rescatada. Una maniobra de película, en un campo de frutales, resulta una imagen increíble de valentía y destreza, y buenhacer profesional evidentemente. La Guardia Civil interviniente, estuvo evidentemente a la altura de las circunstancias, y por encima de lo exigible quizás a estos profesionales. Lo de «benemérita» indudablemente se lo ganaron ayer tambien.

Todo esto debía, como así fue, estar coordinado de la mejor manera posible, dejar una frecuencia libre para la emergencia, desviar tráficos, interceptar la aeronave, guiarla coordinadamente con las instrucciones desde las otras aeronaves, etc, etc… durante unos largos 75 minutos según señalan algunas fuentes.

En el artículo de CBS News, Dale Wright, un controlador instructor y responsable de seguridad y tecnología de NATCA dijo que este incidente había sido la más impresionante asistencia a un vuelo con una incidencia que había visto en sus 36 años como controlador de tráfico aéreo. Los 6 profesionales que intervinieron, como no, fueron galardonados con la Medalla como premio «Safety», que la Asociación Archie Leaghe tiene contemplada.

El mejor reconocimiento, sería eso un RECONOCIMIENTO público y notorio de su profesionalidad, independientemente de los merecidos galardones a los que hubiera lugar. Evidentemente se trataría de resaltar la profesionalidad, más allá de lo exigible, a estos profesionales, a todos ellos que ayer dieron lo mejor de sí mismos para la resolución de esta complicada situación sobrevenida en el TMA de Sevilla.

Simplemente con eso se darían muy probablemente por satisfechos. Al mismo nivel que cuando se critican algunas actuaciones de los profesionales, algo, que por cierto, debería tambien despertar un cierto espíritu autocrítico-constructivo por parte de éstos, en ocasiones. Todos saldrían, saldríamos ganando, con ese ambiente de trabajo, que indudablemente se favorece, cuando una situación excepcional (algo que sucede a diario, la excepcionalidad, en el 99,9999999% de los casos) es resuelta de forma tan brillante como la que ayer se vivió.

No estaría demás algún gesto oficial, que no sabemos si habrá llegado ya o no a los intervinientes, por su actuación profesional en el día de ayer.

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