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marzo, viernes 24, 2023

Joel Dalmau: En 4 minutos la Epopeya Aeronáutica del Aviador Gordillo

Joel Dalmau: El futuro es apasionante (El País)

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Madrid, SP.- (Joel Dalmau/El País «El futuro es apasionante») “Una después de otra, el piloto comprobó las cifras, y quedó satisfecho. Se descubría sólidamente sentado en el cielo. Rozó con el dedo un larguero de acero, y percibió el metal chorreando vida: el metal no vibraba, pero vivía. Los quinientos caballos del motor engendraban en la materia un fluido muy suave, que cambiaba su hielo en carne aterciopelada. Una vez más, el piloto no experimentaba, en el vuelo, ni vértigo, ni embriaguez, sino el trabajo misterioso de un cuerpo vivo. (…)

Luego, como nada vacilaba, ni vibraba, ni temblaba, y permanecían fijos el giroscopio, el altímetro y el régimen del motor, se desperezó un poco, apoyó su nuca en el cuero del respaldo, e inició esta profunda meditación del vuelo, en la que se saborea una esperanza inexplicable”. En su relato Vuelo nocturno, Antoine de Saint-Exupery -imposible separar su dimensión de escritor de su condición de aviador- describió con el lenguaje sencillo y profundo que le era característico la soledad experimentada por un piloto volando de noche desde la Patagonia a Buenos Aires para entregar el correo. En el texto del autor de El Principito se expresa esa extraña emoción que mezcla la libertad con el temor de estar jugándose la vida a miles de metros de altitud y el orgullo de cumplir una misión. Saint-Exupery, que falleció precisamente al estrellarse en el mar el avión que pilotaba durante la Segunda Guerra Mundial, fue durante toda su vida un apasionado de la aviación, en la que encontraba esa “esperanza inexplicable” que describe en su relato.

Esa misma pasión es la que siempre ha sentido Michel Gordillo, aviador español (primero en el Ejército del Aire, luego como piloto comercial), que ha sido la primera persona en dar la vuelta al mundo atravesando ambos polos en un avión monoplaza que, además, ¡construyó él mismo en el garaje de su casa! Gordillo explica en la página web del proyecto que tuvo claro que quería volar desde que a los 12 años calló en sus manos una revista de aviación que todavía conserva. Por entonces vivía en Camerún, país en el que nació, y se describe a sí mismo como un niño “alocado, que cazaba pájaros y hacía gamberradas, además de un mal estudiante”. Toda esa energía la enfocó hacia su gran pasión cuando por fin su familia se estableció en Madrid y, desde entonces, ha continuado alimentando ese alma de “águila en cuerpo de humano” que él dice poseer.

Para el proyecto Sky Polaris, que representaba la tercera vuelta al mundo que Michel Gordillo daba en un monoplaza, se asoció con el Centro Andaluz del Medio Ambiente de la universidad de Granada para recoger datos sobre la huella de hollín en la atmósfera. Fue un vuelo de 76.400 kilómetros atravesando algunos parajes desolados, una aventura peligrosa y apasionante que, como el propio Gordillo describió como “un sueño para el hombre y un hombre para el sueño”.

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