Madrid, SP, 18 de abril de 2016.- Aviador y español, una forma de ser y un sentimiento que en este país de mediocres empieza a perder su significado. Que la esencia del vuelo se va perdiendo es un hecho; que cada vez quedan menos aviadores, también; y que las hazañas de los españoles como Michel Gordillo no tenga ninguna repercusión en los medios de comunicación ni en las fuerzas vivas de la aviación es un signo más de lo enferma que está nuestra sociedad que demuestra que cada vez quedan menos periodistas de los de antes.
Si para los medios de comunicación no es relevante que un aviador como Michel de la vuelta al mundo con un aeronave construída con sus propias manos, un RV8 Extended Range, con una autonomía de 22 a 26 horas, al menos, cierto interés debería haber generado el hecho de que se vaya a convertir en el primer español que realiza una Vuelta al Mundo circunvalando los Polos en ésta categoría de aviones, consiguiendo un récord que pasará a los libros de la Historia de la Aviación (la mundial incluída). No menciono el carácter científico de la misión denominada Sky Polaris, avalada por la Universidad de Granada, no vaya a ser que le salgan herpes a los directores de los medios de comunicación y contagien a sus lectores.
Pero lo realmente lamentable, es que tampoco genera demasiado interés en las «fuerzas vivas» (más parecen encontrarse en un coma profundo) de la Aviación en España, ni en los profesionales que la constituyen, ni en la industria, ni en las instituciones de las que dependen. La única explicación que existe a este despropósito es que la esencia de la profesión se fue hace mucho tiempo al carajo, entre otras cosas, porque a la nueva hornada de analistas de sistemas que van «dirigiendo» nuestros aviones no les interesa que tengamos un nuevo Pionero en la Aviación, porque ya sólo de ver el patín de cola del RV8, y su instrumentación básica, creen que este tipo de aventuras sólo las puede hacer un loco (un loco de esos que antiguamente cruzaban el Atlántico como Barberán y Collar, o uno de esos que construían autogiros de un tal De la Cierva, que era otro loco que no tenía otra cosa mejor que hacer que diseñar aeronaves de despegue vertical como los helicópteros…).
Mucha envidia hay en todo esto, mucha. El hecho de volar, de ser dueño de tus acciones, de disfrutar de la soledad del vuelo, de sentir el aire frío que te rodea, de disfrutar de tu propia adrenalina, de dirigir y tomar las decisiones sin que intervenga ninguna máquina ni nadie que te vigile y te controle, en resumidas cuentas, de no depender de nada ni de nadie, libre en el vuelo, no como el resto de los mortales que vamos viendo cómo nos van metiendo en un embudo tecnológico y rodeado de normas, requisitos, supervisiones y nuevos inventos de control y supervisión, que nos deja poco espacio para disfrutar del vuelo plenamente y sentir algo de lo que ha debido sentir Michel. Esto es lo que realmente genera tantas y tantas envidias (entre ellas la mía).
A finales de abril Michel llegará al aeródromo alcarreño de Robledillo donde descansará merecidamente dentro de su hangar, habiendo terminado la primera fase exitosamente. En el histórico aeropuerto de Cuatro Vientos, de forma oficial entre el próximo 25 o 26 de abril (la METEO manda) tendrá lugar el final de esta media vuelta al mundo, donde empezó hará algo más de 2 meses. Lo ideal sería un recibimiento a la altura de su hazaña, en el que las instituciones se implicaran, y los medios se hicieran eco de esta gran aventura. Como es poco probable que esto sea así, les invitamos a que acompañen al equipo de Aviaciondigit@l a darle al aviador Michel Gordillo el recibimiento que se merece. Sólo tienen que marcar nuestro teléfono siempre abierto, o enviarnos un correo a nuestra redacción… o estar atentos al DIA.