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marzo, jueves 30, 2023

El «espíritu de Librero» reaparece para Halloween

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Reinaldo RodríguezCuando ya se daba por hecho que la anterior directora de Navegación Aérea (verdugo de la sinrazón de Blanco y Lema en su búsqueda de un suculento pellizco en la privatización fallida de los aeropuertos), había pasado a mejor vida profesional lejos de los controladores aéreos cuya dignidad hundió en el fango para ganarse un dorado destino en la OACI, que ha visto truncado por su mala baba. Y cuando parecía que la navegación aérea española empezaba a despegar gracias a las decisiones -escasas pero aliviadoras- de su sucesor, nos damos cuenta de que estamos como al principio.

Sólo así se explica el contenido de la carta que su sucesor, Reinaldo Rodríguez, envió el pasado miércoles día 26 de octubre al director de El Mundo en respuesta a un artículo a doble página publicado en ese diario bajo el título "Fomento propició el caos de los controladores".

En el mismo se desvelan diversos documentos internos de Aena que parecen demostrar las tesis que han venido manteniendo los controladores aéreos desde que se iniciara uno de los más lamentables episodios de tiranía gubernamental contra unos trabajadores desde que el viejo régimen dio paso a nuestra aún adolescente democracia: que todo respondía a un maquiavélico plan que escondía en realidad otro objetivo.

La carta, publicada al día siguiente en el mismo diario y que reproducimos más abajo, hace gala de un cinismo e hipocresía al mejor "estilo Librero" para rebatir los nada rebatibles datos que desvela el diario en sus páginas.

Asegurar como asegura el director, que "en todo momento Aena se ha ajustado a las normas legales vigentes para el cálculo de la jornada laboral de los controladores aéreos", sin percatarse que la torpeza del sr. Lema, en su ceguera privatizadora, le llevó a mentir y a cambiar varias veces las reglas del juego con el partido ya iniciado, ya que no estaba conforme con el lado del campo en el que le tocaba jugar a pesar de haber sido siempre elegido por él en la forma de varios decretos, innumerables órdenes ministeriales y circulares internas a cada cual más nefasta, nos muestra el retrato definitivo del nuevo director, que en absoluto aconseja mantenerlo en su puesto ni un minuto más del estrictamente necesario tras las próximas elecciones generales.

Abundar como abunda este señor en que "los criterios de la empresa han sido ratificados por la justicia", es escudarse en la fácil ignominia de nuestra judicatura, como si le fuera ajena la irreverente sentencia del juez Bodas, hoy sospechosa de haber sido cocinada en la trastienda de Fomento para mayor gloria del ministro gasolinero.

También resulta llamativa la defensa a ultranza que hace el director de Navegación Aérea del criterio que se aplicaba entonces al cómputo de las horas, cuando en la documentación desvelada se comprueba el recocinado ad hoc e in situ del mismo para computar, a 39 días de finalizar el año, lo que era y no era jornada laboral "aeronáutica" en una decisión tomada a toda prisa para cuadrar el año y evitar así que se les viera el consabido plumero si aquello terminaba contagiándose al resto de dependencias de control españolas. No contentos con eso, se producía una nueva "aclaración" vía BOE la mañana del 3 de diciembre de 2010, a 27 días de finalizar el año y a unas horas del inicio del puente más largo. Ya les vale.

Estuvo probablemente mal que los controladores de Santiago que creían, con razón o no, agotada su jornada laboral total decidieran dar por concluido su turno anual y tomarse vacaciones lo que quedaba de ese infausto año. Y lleva cierta razón el director en su apologética carta cuando, de forma un tanto cínica y sabiendo lo que el colectivo de controladores llevaba a esas alturas a sus espaldas, apostilla que "Si existe un desacuerdo lo correcto y legal es reclamar ante la justicia". ¿Qué justicia?

Pero que estuviera mal lo que hicieron unos, no da automáticamente la razón a los otros. Es más, resulta paradójico que quien ha tenido a su disposición todos los resortes del Estado -omitimos lo de "de derecho"- para hacer y deshacer a su antojo, haya tenido que rectificar día sí, día también al ritmo que los controladores denunciaban en los medios los torpes errores que estaban cometiendo Blanco, Lema y Librero.

Como por ejemplo, el de expulsar de las salas y de los fanales a los controladores mayores de 57 años en una adaptación peculiar y equivocada de la legislación europea. Una metedura de pata que podría haber terminado diezmando la jornada laboral anual del colectivo -más que nada, porque los controladores tienen la privilegiada manía de cumplir años a diario- y que tuvo que ser rectificada poco después con nocturnidad y alevosía aprovechando la publicación en el BOE de un paquete de medidas económicas que nada tenían que ver con el asunto. Peor, imposible.

Y lo que ya es para no echar gota, es su apelación a la democracia y a que la ley salvaguarda los derechos laborales de los ciudadanos para arropar la frecuente e inhumana actuación de su predecesora.

Lo curioso del caso, es que todo esto lo haya defendido alguien que por aquel entonces no tenía en sus planes fichar por Aena. Por suerte para él se librará de la quema cuando la justicia se desperece. Si algún día lo hace.

"Comentario a una noticia publicada"

Sr. Director:

Ante la información sobre Aena publicada ayer por su diario, esta entidad reitera su posición de que en todo momento se ha ajustado a las normas legales vigentes para el cálculo de la jornada laboral de los controladores aéreos. Esta postura de la empresa ha sido ratificada por la Justicia, que así lo estableció en diversas sentencias del juzgado de lo social número dos de Santiago de Compostela, que rechazaron las demandas presentadas por varios controladores aéreos afectados.

En el mes de noviembre de 2010, los controladores aéreos de Santiago decidieron unilateralmente ausentarse de sus puestos de trabajo alegando que habían consumido la totalidad de su jornada anual, poniendo en grave riesgo la continuidad del servicio de transporte aéreo y causando graves perjuicios a los ciudadanos.

Consta en esta empresa que Aena envió una carta individualizada a cada uno de ellos en la que se les informaba de la jornada que habían consumido y las horas que les restaban hasta finalizar el año de acuerdo con el criterio de la empresa. Para la elaboración de esas comunicaciones es obvio que fue necesaria la preparación de la correspondiente documentación incluidos diversos requerimientos internos de información.

Por último, quiero hacerle notar que los controladores, como el resto de los ciudadanos, y mucho más cuando se trata de un servicio público esencial como es el del tráfico aéreo, no pueden abandonar su puesto de trabajo por motivos de discrepancia con su empleador. Si existe un desacuerdo lo correcto y legal es reclamar ante la justicia. Esto es lo que se hace en un país democrático en el que la ley salvaguarda los derechos de los ciudadanos, incluidos los laborales.

Reinaldo Rodríguez Illera

Director general de Navegación Aérea de Aena.

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