Aviación Digital, Sp.- El 4 de diciembre de 1953, ocurría un trágico accidente aéreo en el pico de La Cebollera, cerca del puerto de Somosierra. Un avión de la aerolínea Aviaco, un Bristol 170 con matrícula EC-AEG, se estrelló debido a fuertes turbulencias generadas por nubes orográficas. De los 32 ocupantes a bordo, lamentablemente fallecieron 22 personas.
El vuelo, que cubría la ruta Bilbao-Madrid, salió del Aeropuerto de Bilbao a las 4 de la tarde y tenía previsto llegar al Aeropuerto de Madrid-Barajas a las 5:15 p.m. La tripulación estaba compuesta por el comandante Cañete, el segundo piloto Capitán del Ejército del Aire Barsen Garcia-Lopez, el mecánico de vuelo Gonzalo Fernandez Soto y el operador de radio Romero. Además, la azafata Jesusa Terradillos estaba a cargo de los pasajeros.
En medio de condiciones meteorológicas adversas, el avión realizó su última transmisión de radio informando que estaban a cinco minutos del Puerto de Somosierra. Sin embargo, fueron sorprendidos por una turbulencia severa causada por las nubes orográficas y las ondas de montaña asociadas. El avión chocó contra el pico de La Cebollera y se incendió, cobrándose la vida de 22 personas, incluida la azafata Jesusa Terradillos.
Las labores de rescate fueron complicadas debido a la lluvia torrencial, niebla y viento. El segundo piloto, Barsen García-López, junto con el mecánico de vuelo y un pasajero, emprendieron el camino a pie para buscar ayuda en el pueblo de Somosierra. Después de varias horas, lograron llegar al parador de Somosierra y solicitar ayuda.
El rescate enfrentó dificultades debido al relieve abrupto y las malas condiciones meteorológicas. Finalmente, el día 5 de diciembre se localizaron los restos del avión. Los heridos fueron trasladados a hospitales cercanos para recibir tratamiento.
Las causas exactas del accidente no fueron oficialmente determinadas, pero se cree que las condiciones meteorológicas desencadenaron una fuerte turbulencia que llevó al avión a descender abruptamente y chocar contra el terreno.
En reconocimiento a la ayuda brindada durante el rescate, las víctimas del accidente enviaron regalos a los niños de Somosierra como muestra de agradecimiento. Este trágico accidente dejó una profunda huella en la historia de la aviación y se mantendrá como un recordatorio de la importancia de la seguridad en los vuelos.