Guadalajara, SP, 20 de febrero de 2013.- El pasado lunes en un local madrileño llamado Föehn, efecto meteorológico que se produce cuando "una masa de aire cálido y húmedo es forzada a ascender para salvar ese obstáculo", típico de la orografía alpina, se reunían unos 250 trabajadores, pilotos, TCPs, etc… de la fusionada compañía chárter AVIACO, que hicieron que olvidaramos la convulsa actualidad del sector, y añoráramos cuando la aviación tenía el glamour que los profesionales aportan por su motivación en un ambiente laboral familiar, no sólo en teoría, sino en su praxis diaria.
A las nuevas generaciones poco les suenan aviones como los DC8, DC9 o DC10. Pero en esa reunión anual, eran los modelos, los "tipos" que más se hicieron oir. Así fue cuando nos presentaron al comandante Francisco Gaitero, por ejemplo. Había un refrán olvidado por los años que le definía bien: "Si quiere llegar seguro y el primero, vuela con Gaitero...". Gaitero hombre afable de trato, y que efectivamente sigue transmitiendo seguridad, la seguridad de estos profesionales en el cuerpo a cuerpo, se incorporó a AVIACO en 1972. Volaban con la familia DCs, Fokker27 o Caravelle. Hablando de fusiones, recordaba como tras once meses de exitosa operación y ocupación de la ruta chárter Madrid-Málaga-Chicago, Iberia puso sus ojos en este exitoso competidor, y tras su puesta en marcha, fagocitó la ruta para neutralizarla tras dos meses operada por la entonces compañía Iberia. ¿Les suena alguna similitud con lo que está pasando hoy?
Gaitero, que hoy tiene 75 años, abandonó su profesión, a los 60-pocos meses después cambiaría la normativa hasta los 65- en 1998, tras 41 años volando. Incluídos sus casi 8 años de servicio en el Mando de la Defensa. Tras su paso por el Ejército del Aire, trabajó para TASA, Spantax, AirSpain o Transeuropa, para finalmente recalar en AVIACO. Cuando "colgó los mandos" como piloto "ayudado" familiarmente en esta siempre dura decisión, todavía estuvo trabajando para Iberia en otras ocupaciones en el lado tierra.
Nos centramos en él, como una buena muestra del perfil profesional de los que el lunes se volvían a reunir en el "Föehn", agradable local "chil out", en una celebración donde la naturalidad de la veteranía, hace que olvidemos lo agrio de este sector en la actualidad.
Blanca Alonso, hija de otra TCP de la compañía, ya fallecida, Ana Erce, tiene todavía muy claros los aspectos, tantas veces olvidados, relacionados con la seguridad de los Auxiliares de Cabina. El pasajero muchas veces olvida que detrás de cada evacuación exitosa de un avión ante un aterrizaje de emergencia, la vida de ellos, y el éxito de esta entrenada y complicada operación, depende de su profesionalidad y entrenamiento. De casta le viene a Blanca esa máxima, la de su función en la seguridad a bordo, que su madre, allá en los finales de los 40 (1948-54), regía el buenhacer de la 2º TCP de AO/AYC. Blanca no olvida que la compañía le facilitó algún trago duro de la vida,diciéndola que se tomara el tiempo necesario, sin agobios, pero que "cuando tenían que contar con nosotros estábamos allï.."
En situaciones como la que el comandante del MD87 de Iberia, antes lo había sido de AVIACO, José Antonio Ortiz de Zárate, tuvo que lidiar junto a su 2º, Javier Bazo, en el año 2005, por impacto de aves, concretamente gaviotas, al despegar del aeropuerto de Hondarribia en San Sebastián. Este comandante, emparentado con la Casa de Alba, sería el último de un DC9 de Iberia, allá por el 2003. Se jubilaba a los 60 años en el 2008. Como decía, en situaciones como el impacto de aves, como la que le tocó vivir junto a su tripulación, "se mantuvo en calma pese a la parada del motor 1, y el incendio del 2, al hacer la aproximación de emergencia al mismo aeropuerto". Nos indicaba que "simplemente repetimos el procedimiento entrenado al pie de la letra, y eso nos salvó", aunque su tono nos recordaba algo al famoso comandante del amerizaje en el Hudson. Dada lo escasa longitud de la pista de Hondarribia, y su brusco final en el agua, lo cierto es que seguro que la adrenalina corrió por su cuerpo, aunque no lo demostrara al relatarnos la "experiencia". El exitoso reparto de tareas con su segundo, y con sus TCPs, ante la evacuación, consiguieron que los 68 pasajeros, y 5 tripulantes, resultaran felizmente ilesos. (AENA debió pagar a Iberia por la deficiencia de el Servicio de Cetrería del aeropuerto casi medio millón de euros). El esperó, esto no nos lo contó directamente, a que todos los ocupantes evacuaran para hacerlo él el último, como un comandante al mando debe hacer. Tambien fue el piloto que voló el último avión que despegó de El Aiuún.
Pero de sus vivencias nos indicaba algo interesante aplicable al día de hoy al preguntarle por la diferencia entre trabajar en AVIACO o Iberia: "En Iberia eras simplemente un número, en AVIACO estabas en una familia…" "La caja de AVIACO, ayudó en ocasiones a Iberia para el pago de sus nóminas una vez fusionada". Preguntamos, solemos hacerlo hasta en estas ocasiones en las que nos encontramos en un evento distendido sobre los motivos de la fusión de AVIACO por Iberia. Iberia tenía "marca" en el extranjero, mientras que AVIACO, pese a intentarlo, no lo logró. Entre otras cuestiones por la poderosa oposición de Iberia.
Con 1200 trabajadores (llegaron a ser 1800) en el momento del cierre, unos 300 pilotos, 600 TCPs, y el resto, personal directivo-escaso- y de tierra, lograban realizar unas 120 operaciones diarias, con 32 aeronaves. Le empresa iba viento en popa, cosa que a Iberia no le gustaba, por lo que finalmente en la noche del 31 de agosto al 1 de septiembre de 1999, tras 51 años de historia dejaba de operar como compañía aérea, siendo absorbida por Iberia.
Nuestra anfitriona Amalia Gallardo, ex-secretaria general de STAVLA, nos fué presentando esas personas que hacían posible el ambiente familiar que transmitían a sus pasajeros y que hacían que el glamour de volar comodamente, fuera compatible con hacerlo de forma segura. Eran los que hacían posible, con el capital humano que representaban(cosa que hoy en día se olvida, el capital es el humano siempre) que la empresa se mantuviera y siguiera yendo viento en popa durante medio siglo. Ese ambiente se ha ido perdiendo en muy pocos años en la aviación aerocomercial en general. El cambio de "ser una familia a ser un número" lo han notado los pasajeros cuando vuelan hoy en día. Ya es otra cosa. Ya no vuelan normalmente personajes como María del Mar Castroviejo, una veterana y jovial Sobrecargo, que sabía donde estaba el término medio de la familiaridad agradable hacia el pasajero, y el estricto cumplimiento de toda su responsabilidad relativa a la seguridad de éstos. Estuvimos y disfrutamos con Natalia Viñolo, Isabel Robles, Isabel Carmé, Chelo Pedrol, Castor… Tantos y tantos, a los que estrechamos la mano, cuando estrechamos la mano de los que hicieron posible en AVIACO que volar fuera una experiencia glamourosamente segura… Cosa, que !sí!, hoy echamos de menos.