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El Vuelo Eterno de Salvador Payá

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San Juan, SP, 9 de enero de 2016.- Cuando en el Verano de 2014 nos llegaban las imágenes del vuelo de Salvador Payá, junto con el ya mítico aviador español Miguel Angel Gordillo, no podíamos imaginar que se trataba además de unas imágenes imposibles de olvidar fácilmente, por lo expresivas y aleccionadoras, de la última oportunidad de conocer en acción a una persona de esas que realmente dejan huella en todos los que tuvimos el inmenso honor de conocerle. La noche del pasado 7 de enero, emprendía un Vuelo Eterno, Salvador Payá. Tenía 56 años. Muy pocos días antes, concretamente el pasado 29 de diciembre, tuvimos el placer de conocerle personalmente, cuando unos días antes nos enviaba a nuestra Redacción una felicitación navideña, que nos recordaba que aún no habíamos cumplido con uno de los propósitos del año 2015 que estaba terminando, conocer personalmente al protagonista de «La Vuelta al Mundo en 80 Salva´s…«

Salvador Payá en persona era aún mucho más grande de lo que las imágenes de nuestro pequeño documental de su vuelo junto a Gordillo podían transmitir. Me acompañaba en aquella misión otro amigo y piloto, de la casa de Aviación Digital, Marcelino Campello, que sin dudarlo se unió a aquella improvisada Fiesta. Salvador vivía desde hace décadas en una Residencia de la Playa de San Juan en Alicante, muy cerca del Mar Mediterráneo, con lo que trinomio Aire, Sol y Agua, le acompañaban a diario, y con los que intercambiaba a diario tambien, su Energía Vital. Salva, yo creo, era un «Disfrutador del Viento», ya fuera volando, navegando o en moto. Del viento acariciando su cara sonriente que camuflaba perfectamente su edad.

Salvador, «Salva», para todos los que le conocimos, pese a llevar más de 3 décadas en una silla como consecuencia de la tetraplegia resultado de un accidente de tráfico, había conseguido estar rodeado de objetos que le recordaban sus numerosas pasiones… Salvador no estaba «postrado», era el Mundo el que se había postrado alrededor suyo, pues no sólo transmitía una Energía que en contadas ocasiones hemos visto que irradian algunas personas únicas. Esa Energía por volar, navegar y las motos, como manifestaciones de estar vivo plenamente, que eran sus tres grandes pasiones. Sin presentación previa, puesto que desde el minuto 1 nos sentimos «de los suyos», de los que entendíamos su forma de ser y de vivir, sin más preámbulos, nos vimos inmersos en cientos de temas interesantes y comunes, en una increíble conversación que en todo momento estuvo dirigida por el propio Salva, mientras la cena que le esperaba, y que estaba apunto en una bandeja, se enfriaba.

Una mesa de trabajo con un ordenador, del que se quejaba de su funcionamiento, otra pantalla bajo el techo de su cama, y una serie de instrumentos de diseño propio para comunicarse con el mundo y postrar a la informática a sus necesidades cotidianas de comunicación conformaban el entorno cotidiano de Salva. Algunos de esos «inventos» para procurar su propia autonomía personal totalmente novedosos, diseñados por él mismo, puesto que su nariz y su barbilla ejercían de dedos y manos. El único handicap que echaba de menos para comunicarse de forma totalmente autónoma, era el de descolgar una llamada de teléfono sin ayuda, o sin necesidad de que alguno de sus acompañantes lo hiciera por él. Nuestro «objetivo» práctico de la visita, era precisamente ese, detectar en qué medida podíamos colaborar en neutralizar alguno de los handicaps para mejorar su autonomía personal. Sorprendentemente, ese era la única barrera que pudimos constatar… Salva era capaz de moldear el resto de las barreras que le rodeaban, convirtiéndolas en retos que hasta el momento había ido doblegando. Batallas que iba ganando una a una. Nos escribía correos o nos enviaba archivos de voz… Ya estábamos consultando con expertos en la materia, las posibilidades, mediante el iris de los ojos, o la voz, de que pudiera hacerlo de forma autónoma. Pero lo más importante es que habíamos conseguido conocerle personalmente, y comprobado que las imágenes de nuestro pequeño documental (la edición de Mar Amador si había sido grande con los recursos de que disponíamos) de su vuelo, perfectamente descrito por él mismo, así como su propia Intrahistoria, reflejaban sólo una milésima parte de lo que Salva siempre ya significará para nosotros como medio, y para mí personalmente como su Director. La empírica demostración de que el que lo intenta lo consigue finalmente…

En una de las conversaciones previas a la edición del documental de referencia, por ejemplo, recuerdo que hablamos de las increíbles posibilidades de Google Earth (GE) para viajar alrededor del Mundo, sin moverse de una habitación frente a una pantalla de ordenador. Recuerdo que entonces Salva me hizo una increíble demostración geográfica de todos aquellos lugares, que como el que suscribe, había visitado a través de GE, utilizando su 3D, y realizando vuelos rasantes sobre algunos de los emblemáticos y maravillosos lugares del mundo, sin moverse de su habitación, como tampoco yo lo había hecho. Entonces y sin quererlo, Salva me enseñó que el gran problema de la vida es la perspectiva con la que somos capaces de observarla, el ángulo de ataque respecto a lo que tenemos delante, a los retos y la forma de afrontarlos. Pensé entonces, «eso es lo que diferencia a unos humanos de otros…». El ejemplo de Salva hizo que me reafirmara en aquella reflexión.

La movilidad fisicamente limitada de Salva no le impedía viajar a diario… El perfecto amueblamiento mental que tenía, unido a esa vitalidad tan magnética, hicieron que la visita fuera una recarga energética, no sin antes reparar ambos en la nueva aventura de Gordillo alrededor del mundo por los Polos, de forma emocionada, espectante y llena de admiración por el reto. Salva imaginaba los campos de nieve y agua, que Gordillo sobrevolará, y hablamos del seguimiento del mismo vía GPS. «Intentaremos hacer un seguimiento en tiempo real de este Raid…» le comenté. La habitación depronto me pareció la escena de una aventura de Indiana Jones, con ese cuadro de Tintín en el país de los Soviets.

La decoración de su habitación era un buen mosaico de señales, de recuerdos y de posibilidades vitales de cara al futuro. Piezas de motos y el cuadro de Tintín, tambien en moto, decoraban sus paredes. Depronto me di cuenta de que estábamos dentro del Mundo de Salva, y que incluso dentro de sus cuatro paredes podíamos viajar con él a donde quisieramos. Con orgullo diré que fuí en esa hora larga de visita, junto con Marcelino, compañero de viaje de Salva Payá. Una hora llena de enseñanzas, fuera de tópicos típicos sobre su situación, que en ningún momento se presentó como handicap alguno o en forma de queja.

Recuerdo que Salva reconocía que tenía la inmensa suerte de tener a la gente que les rodeaba, comenzando por sus padres y hermana, que según he podido saber posteriormente a diario en el caso de su padre, recorría a sus 90 años la distancia entre Cabo Huertas y San Juan, para visitar a su hijo. Por mucho que intentemos abrazarles ahora e intentar explicarles que Salva, el Viajero Salva, ahora estará haciendo aquello que más le gustaba eternamente, viajar, será difícil que consuele lo que sienten en estos momentos… Sólo podemos ante el sentimiento de vacío que pueden estar soportando ahora, decirles que Salva para todos aquellos que le conocieron, que le conocimos, aunque fuera fugazmente hace unos días, sabemos que ya nos acompañará eternamente cuando seamos viajeros… Viajeros de la Vida, compañeros del Viaje Eterno de su hijo, hermano, amigo, Salva. El que suscribe le recordó que uno se rodea de la maravillosa gente que uno es capaz de reunir entorno suyo en esta vida, si se cumple la premisa de que ese uno es generador del ambiente propicio derivado de la propia forma de ser de cada uno, de irradiar positiva energía vital. Salva indudablemente era una maravilla de la Naturaleza Humana. Puedo dar fe de ello, y por esa razón los que le rodeaban a diario, tambien lo eran necesariamente… El era feliz en ese entorno y lo transmitía.

Dejamos aquella habitación con el consejo de Salva sobre la precaución en nuestro viaje de regreso a Valencia. Cuando apenas diez días después me encontraba en Alarilla (Guadalajara) el pasado 5 de enero, una semana después de mi visita a Salva en Alicante, viendo el descenso nocturno en ala delta y parapente de Reyes y Pajes Reales en Alarilla, recuerdo que fugazamente pensé en que aquel espectáculo tan visual, tan puro, tan excelente, lo tenía que ver Salva algún día, y comencé a maquinar cómo hacerlo posible… Creo que fue el rojo de las bengalas del ala delta de Melchor aquella noche fría lo que encendió el recuerdo de Salva, puesto que el cuadro de Tintín en moto que tenía colgado en una pared, lo llenaba todo de rojo, y de Energía en aquella habitación, y en aquella noche gélida de Magia en Alarilla. Imaginé a Salva en un momento dado forrado con un buen anorak de plumas, y la logística para que viera los preámbulos desde arriba de la Muela y en el aterrizaje ya nocturno.

El teléfono sonó el pasado 7 de enero anunciándome Gordillo que Salva se había ido… Lo primero que pensé es que se trataba de un viaje, un nuevo viaje, pero tardé algo de tiempo en darme cuenta de que Salva se había ido simple y llanamente a realizar un viaje Eterno. Ese viaje donde las limitaciones físicas de los humanos ya dejan de ser un handicap… Salva ya no tiene ninguna limitación física que le impida seguir viajando eternamente, pensé. «Salva está de viaje» saltó un mecanismo de defensa que debemos albergar en alguna parte, para impedir que la natural sensación de tristeza nos embargue ante una noticia como esa depronto.

Eso sí, Salva no se olvidó de su chupa de motero para ese viaje… gracias a un ángel en forma de Hermana que tiene.

Por eso, prefiero terminar estas líneas con un VEP (Viaje en Paz) en lugar de un simple y protocolario DEP.

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