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septiembre, sábado 30, 2023

#4U9525 Sueño y pesadilla

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4 de marzo de 2015.- Cuando era un niño ya soñaba con aviones, y con ser aviador o trabajar en algo dentro de la Aviación. Y esos bellísimos sueños se fueron haciendo realidad a lo largo de mi vida. Y fui feliz, con una vida profesional plena y el legítimo orgullo de estar haciendo algo grande y difícil no al alcance de cualquiera, por el progreso de la humanidad, el bien de la sociedad en general, y el de mi Patria en especial. De modo que, tras terminar el antiguo bachillerato superior al cumplir los dieciséis años, entré en la Aviación, en el Ejército del Aire. Me hice Especialista Radiotelegrafista, y como tal, pude cumplir mi sueño de volar como miembro de tripulación; a continuación, Controlador de Aeródromo y Aproximación, y Controlador de GCA, Y allí viví los quince años más plenos y felices de mi vida, entregando toda la energía de mi juventud al servicio exclusivo y directo de la Patria y la sociedad en horario H-24, sin distinción de días laborables o festivos. Cuando en los años sesenta se creó el Cuerpo Especial de Controladores de la Circulación Aérea, civil y dependiente del Ministerio del Aire, oposité a ello y tuve la suerte de conseguir mi plaza al primer intento.

Si feliz había sido en el Ejército del Aire y mi modesto trabajo reconocido y apreciado muy por encima de lo que pudieran haber sido mis pobres méritos personales, los casi cuarenta años pasados en Control, en distintos ACCs y TWRs., así como largos períodos como Profesor e Instructor en nuestra entrañable «Escuela», colmaron con creces todo lo que como persona y profesional pudiera yo haber podido soñar. Si los quince años en el Ejército fueron, como digo, juventud, ilusión y energía desbordante, los casi cuarenta años en Control civil fueron los de la madurez, el sentido de la responsabilidad, y los del mayor conocimiento y experiencia. Y por tanto, los del dominio de una profesión que, a la vez de ser una ciencia, es si cabe, más un arte. Y para compensar mis nostalgias de la vida castrense, creo que le fui más útil al Ejército desde fuera que desde dentro.

Deben perdonarme, porque yo no tenía la intención de salir aquí a aburrirles con la historia de mi vida, pero lo hago para que puedan entender mejor el por qué de mis sueños y de la pesadilla que desde hace cuatro años, y en estos últimos días con tremenda crueldad, me amarga las horas y las noches.

Hace casi un mes comencé a pensar en volver a abusar de la amabilidad de AD, saliendo a esta arena, exclusivamente para exponer una reflexión ante la insólita activación o reactivación de los Expedientes Disciplinarios por parte de «ENAIRE» contra mis antiguos colegas de Barcelona. Sólo para eso, y lo haré brevemente tan pronto acabe de explicarles.

En la meditación y preparación de ello estaba yo, cuando de repente y como si una apisonadora me pasara por encima, como un mazazo en la nuca, a traición y sin aviso, surgió la tremenda noticia de la caída a tierra de un avión con ciento cincuenta personas a bordo, el de Germanwings en los Alpes franceses.

Esto, y lo que nos comenzaron a contar como en un serial radiofónico de terror por entregas o fascículos, en el que cada uno encoje más el corazón, con las hipótesis-conclusiones (¿?) de lo ocurrido, me dejaron K.O. e impedido emocionalmente hasta para respirar. Inevitablemente, tendré que volver brevemente, lo prometo, sobre esta desgracia cuando cumpla con el objeto primitivo de esta intervención.

Si cualquier accidente de Aviación, y más de un vuelo comercial con pasajeros, es sobrecogedor por sus consecuencias de pérdidas de vidas en circunstancias tan traumáticas, éste, por lo injusto y por su dramatismo especial, resulta imposible de asimilar para cualquiera que haya vivido y trabajado toda su vida en ese entorno.

«Principiemos por el principio», que decía el gran escritor accitano Don Pedro Antonio de Alarcón. Y vaya por delante que cualquier cosa que diga yo aquí sobre el asunto de los Expedientes Disciplinarios contra muchos de mis antiguos compañeros, probablemente algunos de ellos en algún momento de su formación, antiguos alumnos míos, es exclusivamente personal y no en representación, que nadie me ha pedido ni yo me otorgo, de esas personas ni del colectivo en general. Voy ya camino de los nueve años jubilado por la edad reglamentaria de mi época, y es también muy posible que muchos Controladores ni me hayan llegado a conocer siquiera de oídas.

Es sorprendente la cara tan seria que en España pone todo el mundo, sobre todo si es político, para rasgarse las vestiduras y jurar por todo lo jurable, que se respetarán las decisiones judiciales sobre cualquier cosa. Con el asunto de los Controladores, desde el mismo día 5 de Febrero de 2.010, aquí no se ha respetado nada de eso, porque el fatídico día tres de Diciembre de ese mismo año y en relación al mal llamado «cierre» del espacio aéreo, el entonces Fiscal General del Estado, que parece había estado en el Consejo de Ministros (!!), salió adelantando en la Radio pública nada menos que las penas de prisión que podían corresponder a los «presuntos» culpables de aquello, sin respetar el derecho a la presunción de inocencia ni al honor de nadie que fuera Controlador. Claro que, cuando a lo largo de estos años se han ido archivando las causas contra aquellos primeros «presuntos», los Controladores, a quien todo el mundo apuntaba y disparaba como si fueran pichones en un concurso de tiro, precisamente esos archivos lo han sido en función de la ausencia de delito por parte de éstos y sí por indicios más que consistentes de que los únicos responsables de aquel desatino monstruoso y aquella burla cruel a toda la nación, muy en particular a los miles y miles de usuarios, entre ellos, por cierto, al actual Presidente del Gobierno de España que quedaron privados de su derecho a volar, fueron otros, y nadie ha movido un dedo para seguir buscando oro en esa veta, quedando impune hasta hoy aquella falacia.

Lo de Barcelona es particularmente curioso, porque no hacía mucho habían querido endosarle el muerto a los juzgados de Madrid para que lo unieran e hicieran causa común con la parte que allí se llevaba. Pero parece que Madrid lo rechazó, por improcedente y no ajustado a su jurisdicción, y entonces decidieron decretar su archivo. Ya sabemos la disparidad de criterios aplicados en toda España con este tema. La mayoría de los juzgados competentes al caso ya decretaron el archivo de las causas, unos de forma provisional y otros de forma definitiva; quedan por pronunciarse alguno más, y en el caso de Madrid, margarita tras margarita deshojada, continúa el suspense

Como digo, en el caso concreto de Barcelona, tan pronto optaron por archivar la causa, a ese nuevo invento de ente abstracto llamado ENAIRE, no sé si por el hecho de estar en negociaciones sobre un nuevo convenio colectivo, le ha faltado tiempo para, haciendo caso omiso a la resolución judicial, activar la espoleta de esa bomba llamada «expedientes administrativos», y contraatacar para que no decaigan los ánimos. De verdad, esto no hay quien lo entienda, y a mí, desde las alocuciones o «charlas» radiofónicas de aquel Fiscal General del tres de Diciembre de 2.010, cada vez que oigo la expresión «Estado de Derecho», me dan ganas de llorar. Porque hablando de «charlas» por la radio, si las hace un personaje importante y con autoridad, o un enviado suyo, la memoria se va sin quererlo a tiempos pasados ya muy lejanos, y comienza rememorar otras «charlas» radiofónicas, nocturnas en este caso, que son historia. Hay cosas en este mundo que nunca he podido entender, la crueldad, la saña, y sobre todo, la estupidez y el cainismo de algunos compatriotas.

Y dicho lo que quería decir sobre esta cuestión, terminaré sucintamente haciendo la pregunta que me hago a mí mismo a todas horas en relación a la caída del avión

Dicen que estuvo volando en actitud de descenso durante ocho largos minutos, desde FL380 hasta unos 2.000FT en el momento del impacto contra la montaña. Lo que yo me pregunto es si continúan en vigor los protocolos y pautas de actuación que nos dieron a raiz de lo del 11S en Nueva York, a todos los Controladores Radar en España, y quiero suponer que a todos los de los países miembros de OACI, para el caso de una maniobra extraña y no pedida ni autorizada, por parte de una aeronave que varía su ruta, altitud o cualquier otro parámetro, y encima no responde a las llamadas por radio, y si en este caso no habría sido posible, al menos, enviar un par de cazas a interceptarlo, no para derribarlo, claro, pero sí para que lo observaran visualmente y le indicasen por señales ascender y seguirlos. Posiblemente, si las cosas son tan horribles como se está diciendo, no habrían podido evitar la catástrofe. Pero, quién sabe si el que llevaba el avión pudiera haber reaccionado con un instante de lucidez, despertado de su delirio, y haberlos obedecido. Nunca se sabe cómo puede reaccionar alguien, aún en estado de delirio, ante otro impacto emocional tan fuerte como sentirse amenazado o intimidado por un elemento externo e inesperado. Y en el peor de los supuestos, se habría tenido una información precisa y directa de esos terribles últimos momentos.

En fin, no sé. Quizás yo ya esté más allá del tiempo y la realidad, y sólo viva de recuerdos y sueños. Pero es que, por más que lo pienso y revivo situaciones difíciles, no me cabe en la cabeza que en Europa, en Alemania, pueda haber ocurrido que alguien supuestamente no apto psíquicamente, y con antecedentes, pueda haber ocupado un puesto de Piloto de un avión de pasajeros. Yo he estado durante cuarenta y muchos años teniendo que someterme a las pruebas y reconocimientos establecidos por OACI, igual que los Pilotos, para el mantenimiento de la Licencia Aeronáutica y a aptitud para mi trabajo. Y el hecho de que haya podido ocurrir algo así y que una persona en ese grado de gravedad haya podido pasar desapercibida, es que parece increíble.

Sobre el circo mediático, despiadado y cruel que siempre se monta en estos casos, sin respetar ni el presunto honor, y menos aún el dolor de nadie, prefiero no decir nada, pues llevo sufriendo el desgarro del alma con esto desde la campaña «informativa» brutal orquestada, y el linchamiento moral y social de lo que fue toda mi vida entregada a una profesión, a mis compañeros y a una sociedad desinformada y manipulada desde hace más de cuatro años, sin la más remota perspectiva ni esperanza de poder morirme viendo que alguien hace justicia con esto.

Toda mi vida aeronáutica, y personal, entre tanto desatino como vengo observando y sufriendo en estos últimos años, parece terminar en una negra y horrible pesadilla.

Un fuerte abrazo a todos los Controladores de España, y muy especial en las presentes circunstancias al colectivo de Pilotos de Líneas Aéreas.

HV, Sábado Santo, antes de Gloria, 4 de Abril de 2.015

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