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abril, sábado 20, 2024

D.B. Cooper, el ladrón que apuntó más alto

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Era el día 24 de Noviembre de 1971. El vuelo 305 de Northwest Orient (actualmente Northwest Airlines) no tardaría en despegar desde el Aeropuerto Internacional de Portland con destino a Seattle. El comandante William Scott y el primer oficial Bob Rataczak ultimaban los detalles para la salida mientras Tina Mucklow y Florence Schaffner, las azafatas, acomodaban al pasaje formado por 37 personas. Entre ellas se encontraba un hombre de aproximadamente 45 años y 1,80 metros de altura ataviado con una gabardina negra sobre un traje oscuro, camisa blanca, corbata y unos elegantes mocasines. Caminó hasta la parte trasera del avión y tomó el asiento 18C.

Portaba consigo un maletín negro, lo que junto a su enjaezada vestimenta le otorgaba un aspecto propio de un hombre de negocios realizando un viaje rutinario por motivos laborales.
Poco después del despegue aquel individuo reclamó la atención de Schaffner, quien aún permanecía en el asiento plegable a la espera de que la señal luminosa de cinturones se apagara. El extraño pasajero le entregó entonces una nota la cual, pensando que se trataba de su número de teléfono, guardó sin llegar a leer. Pero el hombre de la gabardina, con voz tranquila y buenos modales le espetó: «Señorita, mejor lea lo que hay en esa nota. Tengo una bomba«. Aquél hombre sería recordado como D.B. Cooper, autor de uno de los crímenes más espectaculares y arriesgados de la Historia.

En la nota podía leerse: «Tengo una bomba en mi maletín. La usaré si es necesario. Quiero que se siente junto a mí«. También pedía 200.000 dólares en billetes sin marcar y dos sets de paracaídas. Además explicaba detalladamente cómo debía hacerse la entrega de sus demandas, cuyo incumplimiento resultaría en un fatal desenlace: haría estallar la bomba.
Tras informar en la cabina, el comandante ordenó a Schaffner acercarse a Cooper y tratar de descubrir si realmente portaba un artefacto explosivo. Éste se dio cuenta de sus intenciones y entreabrió levemente su maletín dejando a la vista varios cilindros rojos, cables y una gran batería. La azafata regresó a la cabina convencida de que la amenaza era real.

Billete de 20 dólares americanos

Mientras tanto en Seatlle el FBI recolectaba a toda prisa los 10.000 billetes de 20 dólares sin marcar que debía hacer llegar a Cooper. Pasaron todos y cada uno de ellos a través de un dispositivo Recordak para crear una fotografía y grabar los números de serie. Respecto a los paracaídas inicialmente pensaron en utilizar dos ejemplares de la Base de la Fuerza Aérea McChord, pero Cooper había especificado que debían ser civiles y estar provistos de cordones de apertura manual. Finalmente encontraron lo que buscaban en una escuela de paracaidismo cercana al aeropuerto.

La aeronave aterrizó en Seattle a las 17.39 . Cooper ordenó al piloto que llevara el avión a un lugar remoto de la plataforma y atenuara las luces interiores para impedir la actuación de posibles francotiradores. Un empleado de Northwest Orient se acercó hasta el avión y entregó a la azafata Mucklow las demandas del secuestrador. Minutos después Cooper liberó a los 36 pasajeros, pero mantuvo como rehenes a los cuatro miembros de la tripulación.

Puerta trasera desplegada de un Boeing 727

A las 19.40 el avión despegó nuevamente. Cooper ordenó poner rumbo a México D.F. a una velocidad de 170 nudos (320 km/h) y 3.000 metros de altitud (la altitud normal de un avión en crucero es de 8.000 metros) con el tren de aterrizaje desplegado y 15 grados de flaps (parte de las alas extendida para mejorar la sustentación de la aeronave a bajas velocidades en las maniobras de despegue y aterrizaje). El primer oficial informó a Cooper que con esa configuración no podrían volar más de 1.600 km. Tras discutir posibles alternativas decidieron poner rumbo a Reno, donde cargarían combustible para continuar su viaje. Tras el despegue Cooper pidió a Mucklow que volviera a la cabina y permaneciera allí. Momentos después, a las 20.13 horas, una luz intermitente alertó a los pilotos de que el mecanismo de apertura de la puerta trasera del avión se había activado. La tripulación comenzó a notar un cambio brusco de presión: Cooper había saltado. Nunca más se supo de él. Debido a las malas condiciones meteorológicas (atravesaban una fuerte tormenta y la visibilidad era escasa) ni los cazas F-106 que seguían al vuelo 305 pudieron ver a Cooper abandonar el avión. A las 22.15 el avión tomó tierra en el Aeropuerto de Reno, Nevada. Agentes del FBI y de la policía local registraron el avión meticulosamente, pero no había rastro del secuestrador.

Se movilizaron centenares de efectivos para peinar el área de 73 kilómetros cuadrados en que se creía podía haber aterrizado Cooper. Más de 200 militares, numerosos agentes del FBI y miembros de la policía local de diferentes condados participaron en una extensa búsqueda metro a metro durante 18 días en marzo de 1972. Nada.

Retrato robot de D.B. Cooper (Archivo del FBI)

Siete años después, a finales de 1978, un cazador encontró un panfleto informativo con las instrucciones de apertura de la compuerta trasera de un Boeing 727. Tras el correspondiente análisis se determinó que pertenecía a la puerta del avión secuestrado.
Pero el 10 de febrero de 1980, Brian Ingram, un niño de ocho años, encontró 294 billetes semidestruidos de 20 dólares (5.880 $) atados aún por gomas elásticas en la orilla del río Columbia, cerca de Vancouver (Washington). Los números de serie confirmaron que aquel dinero era parte del rescate pagado nueve años atrás. Estos billetes se mantuvieron en poder de las autoridades hasta que en 1986 un tribunal decidió que fueran repartidos entre Ingram, el FBI, Northwest Airlines y su compañía de seguros. Brian Ingram vendió quince de los billetes a través de una casa de subastas por 37.000 dólares. Los 9.706 billetes restantes siguen, al igual que Cooper, en paradero desconocido.

La Administración Federal de Aviación (FAA) ordenó a las aerolíneas instalar en sus Boeing 727 un mecanismo que sería conocido como «Cooper vane», un pequeño resorte que evitaría la apertura de las puertas en vuelo. Con el avión volando a alta velocidad empujaba la pestaña de acero hasta una posición de bloqueo. Una vez en tierra se desbloqueaba por sí solo.

Cooper vane

El FBI ha investigado a más de un millar de sospechosos en relación al secuestro del vuelo 305 de Northwest Orient sin resultado alguno. En 2007 se hizo público un informe en el que además de mostrar el billete de Cooper, que le había costado 18,52 dólares, se reveló que uno de los dos paracaídas que le fueron entregados era falso y se utilizaba para hacer demostraciones en tierra. Este paracaídas no se encontró en el avión tras el secuestro. El otro, fue hallado abierto con la cubierta cortada, por lo que se cree que se utilizó para asegurar la bolsa del dinero.

Las versiones oficiales hablan de la muerte de Cooper pero, ¿por qué no se encontró el cadáver? ¿Por qué nunca ha aparecido ningún otro billete? Y si fuera cierto, ¿hay 194.120 dólares perdidos en algún lugar del estado de Washington? ¿Encontrará alguien «el tesoro de D.B. Cooper?

Fuente original: http://www.sergiorojas.es/2011/08/06/d-b-cooper-el-ladron-que-apunto-mas-alto/#more-1448

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