spot_img
spot_img
16 C
Madrid
abril, martes 23, 2024

La voz del coraje de la periodista rusa que gritó “NO a la guerra”

Podría enfrentarse a sanciones severas incluso con años de cárcel, si es acusada de vandalismo y difusión de supuestas “informaciones falsas”.

Nuestros monográficos

- Publicidad -spot_img

Editorial-Aviaciondigital.- Con el transfondo desgarrador del “NO a la guerra”, hemos sabido que la periodista rusa Marina Ovsyannikova, un día después de que irrumpiera en el canal de noticias Channel One de la televisión estatal rusa, armada con un cartel de protesta contra la guerra en Ucrania, va a ser juzgada por el tribunal del distrito Ostankino de Moscú. Podría enfrentarse a sanciones severas incluso con años de cárcel, si es acusada de vandalismo y difusión de supuestas “informaciones falsas” destinadas a desacreditar al ejército ruso.

Su No os creáis la propaganda. Os están mintiendoes sin duda un acto de repudio a un país convertido en agresor y cuyo único responsable es Vladimir Putin. Personas como Ovsyannikova en un acto de coraje, son las personas que Rusia necesita. Su gesto de valentía protestando a espaldas de la conductora del programa con un rotundo “NO a la guerra” y pidiendo en su lengua materna no creer en la propaganda rusa, se ha viralizado no solo en las redes, sino también en nuestras conciencias.  Marina ha dado esperanza y ha inspirado al pueblo ruso y también, al pueblo ucraniano que, a través de las palabras de su presidente, Volodimir Zelenski, ha dado las gracias públicamente a esta periodista y a todos los compatriotas rusos que no tiene miedo de sacar a la luz la verdad.

Quizás el régimen ruso debe tener en cuenta las repercusiones sociales y potencialmente peligrosas que puedan tener estos actos de protesta, en los cuales se insta a que los ciudadanos rusos se unan y detengan esta locura, porque solo ellos, tienen poder para hacerlo.

Se estima que alrededor de 15.000 personas han sido detenidas en Rusia durante las protestas contra la guerra desde que esta comenzara, en una represión sin precedentes contra manifestantes, medios de comunicación y redes sociales ajenas. Muchos se han visto obligados a huir tras la aprobación de una ley mordaza que amenaza la propia libertad de expresión.

La periodista rusa Marina Ovsyannikova a la salida del juzgado acompañada de su abogado, Anton Gashinsky

Ovsyannikova salió ayer del juzgado acompañada de su abogado, Anton Gashinsky, denunciando que la habían interrogado durante 14 horas y que le habían impedido hablar con su familia.

No se sabe que le deparará en el futuro a la periodista rusa cuando deje de ser noticia mediática y centro de atención de los medios internacionales, pero ella seguramente tenga la esperanza que su grito no sea en vano, y se alce contra opresión y la injusticia de una guerra que tiene más tintes de catástrofe humanitaria, y en la cual ambos bandos van a ser golpeados.

Ovsyannikova ya ha demostrado que no le asustan los retos y quiere romper con el silencio de muchos ciudadanos rusos que observan avergonzados, pero con miedo, el creciente avance de este conflicto armado. Pero poco a poco, no solo parte del pueblo ruso, sino que todo el mundo empieza a dar la espalda al responsable de esta guerra fratricida.

La invasión rusa de Ucrania ha transformado abruptamente el mundo. Un mundo que ha observado como millones de refugiados huían del que era su hogar, mientras otros muchos se quedaban defendiendo el vacío de los que ya habían huido, junto con la llegada de una temida guerra económica, a medida que se intensifica el conflicto militar y aumentan las bajas civiles. Los combatientes ucranianos se mantienen en la línea de fuego. Algunos sienten miedo, pero saben que los soldados rusos combaten como en 1941. Son muy numerosos, disponen de vehículos, tanques y armamento, pero combaten en el frente y sin maniobras. Los soldados ucranianos luchan como leones por defender su tierra y proteger a sus familias.

Al poco de que Putin lanzara su guerra contra Ucrania, muchos rusos se unieron en una protesta común, y fueron arrestados por llevar sendos pañuelos o cintas ondeando con los colores azul y amarillo, los mismos de la bandera de sus hermanos ucranianos. La fuga de cerebros es ya patente en una nación donde los propios ciudadanos rusos asumen la responsabilidad de hacer todo lo posible por ayudar al pueblo ucraniano, simplemente porque no pueden soportar estar bajo un régimen opresivo e inhumano. Muchos de ellos han emigrado como firme protesta y reivindicación ante la invasión de Rusia a Ucrania.

El «NO a la guerra» se ha extendido como la pólvora en los ámbitos de la cultura, la política, el arte, el deporte e incluso como hoy hemos visto, dentro de la propia Rusia. Un conflicto que ha desatado muchas reacciones, pues son numerosos los daños colaterales que ha supuesto. Un día antes del inicio del conflicto, distintos atletas rusos fueron excluidos de los Juegos Paralímpicos de Invierno de Beijing y la selección nacional de fútbol tuvo que dejar de jugar. Exrepresentantes de Rusia en Eurovisión, lanzaron mensajes de censura contra el régimen de Putin mientras horrorizados solo quieren que sus hijos vivan en tiempos de paz.

No solo el miedo a las fronteras cerradas, la represión, o lo que supone el servicio militar forzoso quedará en la memoria de estas personas; el recuerdo de sus familiares cuando contaban el miedo que habían vivido en la época de Stalin, ahora como un fantasma, ha vuelto a aparecer.  

El «NO a la guerra» está sacando lo mejor de nosotros, ya sea acogiendo a refugiados o enviando ayuda humanitaria. Nuestro abrazo debe abarcar a todos los ucranianos que lo necesiten y también a la población rusa, que nada tiene que ver con el régimen, y que ha demostrado, que con acciones individuales no se para una guerra, pero se aporta moral, coraje y esperanza.

- Publicidad -spot_img

Más artículos

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí

- Publicidad -spot_img

Todos los canales

Últimos artículos