Guadalajara, SP, 9 de diciembre de 2014.- Sr.Director: Le escribo para comentarle cómo ha acabado el asunto del curso on-line SERA. En una palabra: MAL. Mal, porque por muchas cartas que enviemos a los gestores de Enaire (lo de «gestores» es para que usted sepa a quienes me refiero, aunque para el caso también podría servir «payasos», o bien «mamarrachos», «chapuceros», «peleles» o «gansos», que son sinónimos). Pues bien, le decía que por muchas cartas que enviemos a esos indeseables explicándoles que así no se hacen las cosas, a ellos les entra por un ojo y les sale por el otro (Ups!! no era mi intención hacer un chiste malo, que conste, pero vamos, que para el caso ha resultado muy gráfico).
Mal, porque teniendo la oportunidad de mostrarse razonables, ya que el problema lo han generado ellos no nosotros, en vez de aceptar nuestra propuesta de hacer el curso antes de la entrada en vigor del SERA, el pasado 4 de diciembre, durante el turno ya nombrado en nuestra programación con la ayuda de un instructor, estos chapuceros han preferido esperar a que venciera el plazo para añadir a las amenazas contenidas en dos burofaxes previos mi «bienvenida» al turno de trabajo, el pasado día 5, con un: «No te puedo dejar trabajar porque tu competencia está puesta en duda. Fírmame el recibí de este escrito, y a partir de ya tienes 24 horas para hacer el curso SERA o se te abrirá un expediente disciplinario». Así, sin anestesia.
Mal, porque estos peleles tuvieron que llamar a un compañero para cubrir mi puesto ese día. Lamentablemente (o no, depende de cómo se mire), resultó que ninguno de los dos que estaban de imaginaria servía porque dio la casualidad de que ambos se encontraban en mi misma situación, por lo que tuvieron que llamar a uno de horas extras.
Mal, porque a estos mamarrachos se la traía al pairo (perdone la forma de expresarme, pero el lenguaje masculino resulta más apropiado para describir cómo me siento). Como le decía, a estos mamarrachos se la traía al pairo el modo en cómo yo hiciera el curso. De nada ha servido decirles, que dada su actitud de desidia la mayoría de la gente estaba optando por hacer «click» durante casi media hora en la tecla «Siguiente» sin prestar atención al texto del power point, para llegar al final y hacer la evaluación con la ayuda de un PDF; copiando, vamos. Por cierto, corre el rumor de que hace unas semanas uno de esos gansos fue sorprendido en la cantina comentándole a otro ganso: «…a mí me la pela cómo lo hagan. A mí lo que me interesa es que ninguno se enchufe sin que conste clarito que ha aprobado el curso. De todas formas, por su propio interés de uno u otro modo terminarán enterándose de los cambios del SERA. Además, he oído que centrales va a planificar a primeros de año un FAENT de refresco presencial. Así que tranqui…». Según parece, se trataba de un ex-colega controlador que no quiere volver al micro ni loco.
Mal, porque estoy convencida de que a estas alturas de la película ningún compañero va a arriesgar su carrera, enfrentándose primero a que le saquen de la sala y le metan en una oficina, y después a que le sancionen por falta muy grave con suspensión de empleo y sueldo, para dejar al azar que un juez agobiado de trabajo quiera emplear su preciado tiempo en entrar en el fondo del asunto de un tema que afecta a un privilegiado controlador aéreo, con la esperanza de que condene a Enaire a reponer a ese o esa valiente en su puesto de trabajo y a renovar el cuadro de mandos de la empresa por otro más competente. No. Eso no va a pasar ni en un millón de años. No merece la pena inmolarse en plan bonzo por una causa que, en realidad, estaba perdida desde el principio.
Y mal, porque con este asunto se ha abierto la caja de Pandora para que hagan lo que quieran con nosotros a partir de ahora. Ya ha visto usted cómo les importa un rábano haber metido con calzador un cutre curso online basado en un texto con una pésima redacción repleto de arcaísmos y circunloquios infumables, probablemente redactado por un cursi estirado nostálgico de la engolada prosa legislativa que, según parece, piensan «refrescar», !Dios sea loado!, programando en tiempo y forma sesiones de formación presenciales, que es lo que deberían haber hecho desde el principio.
En cuanto a mí, a pesar del mal yogur que se me puso el día 5 no tuve más remedio que pasarme cerca de media hora machacando el ratón haciendo «click» como una posesa sobre la tecla «Siguiente». Después hice el examen. Lo de menos fue la nota, porque teniendo en cuenta que el dichoso examen me preguntó sobre cosas que no se utilizan en mi centro de control, tales como el ADS o el CPDLC, o que nada tienen que ver con mi trabajo como controladora radar como, por ejemplo, cuáles son las luces de una pista, o si un aeródromo sobre el agua tiene o no tiene plataforma, o siquiera con el trabajo diario de un controlador aéreo a pesar de que al principio del curso se asegura que, «no se han incluido las partes que se han considerado sin importancia para la prestación del servicio de control desde el punto de vista operativo». !Y un jamón con chorreras!
!A ver! ¿Qué pintaban ahí, en el examen, preguntas relacionadas con el diseño del espacio aéreo o con la planificación de la navegación aérea que en nada incumben a un controlador a turnos sino a los payasos esos?, o ¿por qué se desperdiciaba una pregunta de las 10 que tenía el examen para preguntar qué Libro del Reglamento de la Circulación Aérea desaparece por completo con la implantación del SERA?, o ¿qué nombre recibe la nube en la que la altura de la base es inferior al valor más elevado entre 1500 metros (5000 pies) y la altitud mínima de sector más alta, o un cumulonimbo o cúmulo de desarrollo vertical a cualquier altura? Pues con semejante definición como poco debe llamarse «nube de mala madre» o «cumulochungo». ¿Qué utilidad tiene saber eso?
Por no hablar del ataque de risa que me dio con una que preguntaba qué organismos son considerados, cada uno en sus respectivos ámbitos, autoridad «competente». Pues fácil, ni Fomento, ni AESA, ni DGAC. Si fueran competentes y no se taparan las vergüenzas entre ellos no estaría la aviación civil española hecha unos zorros, ni toda esta historia del puñetero SERA habría existido. Le confieso que no recuerdo si acerté porque, para más inri, el examencito no informaba de qué preguntas había fallado.
Bueno, pues a pesar de todo eso aprobé a la primera (!daban 3 oportunidades, como lo oye!). Pero eso no significa gran cosa, porque salta a la vista que esa porquería de examen no sirve para evaluar nada de nada. Quizás nuestra paciencia…
La noticia positiva es que todo este asunto del SERA ya se ha acabado. A partir de ahora nuestras «autoridades in-competentes» pueden dormir satisfechas, porque el montaje que han apadrinado para cubrir el trasero del gobierno frente a la Comisión Europea por olvidarse del SERA y dejarlo para el último momento, ha salido bien gracias al acoso al que los malnacidos de Enaire han sometido a los controladores. !Ya les vale!
Y ya para terminar, ¿a usted le parece lógico que estos indocumentados puedan poner mi competencia profesional en duda e impedirme trabajar, y que yo no pueda hacer lo mismo con ellos?
Reciba un saludo y mi eterno agradecimiento por publicar mis penas. A.G.V.