Claudia C./ Aviación Digital, Sp.- Hace 60 años, en septiembre de 1964, un piloto español dejó su huella imborrable en la historia de la aviación deportiva internacional. Tomás Castaño de Meneses, capitán del Ejército del Aire, se proclamó campeón del mundo de acrobacia aérea en una hazaña que no solo impulsó el prestigio de España en este ámbito, sino que también marcó el inicio de una era dorada para la acrobacia aérea en el país.
Esta proeza, celebrada por la aviación española y mundial, se sigue recordado como un logro pionero. Hoy, seis décadas después, es el momento de rendir homenaje a este piloto que, con su maestría, ritmo y precisión, conquistó los cielos y los corazones de los aficionados a la aviación.
Campeonato Mundial de 1964: una competición memorable
Entre el 1 y el 13 de septiembre de 1964, España se convirtió en el epicentro de la acrobacia aérea internacional al organizar el III Campeonato del Mundo de Acrobacia Aérea. Este evento, que tuvo lugar en Bilbao, reunió a los mejores pilotos del mundo para demostrar sus habilidades en maniobras que desafiaban las leyes de la física y la gravedad.
Para participar en el campeonato, el Real Aero Club de España (RACE) seleccionó a un grupo de pilotos militares de élite. Entre ellos, se destacaba Tomás Castaño, quien, a sus 35 años, ya era un experimentado capitán. El equipo español, compuesto por seis pilotos de gran talento, se concentró inicialmente en la Base Aérea de Los Llanos en Albacete, y más tarde en Cuatro Vientos, Madrid, para prepararse para la competencia. Los otros integrantes del equipo incluyeron al Teniente Coronel José Luis Aresti, el Comandante Jorge Latonda, el Capitán Manuel Ugarte, el Teniente Ángel Negrón, y el Capitán Ignacio Quintana.
El campeonato comenzó el 3 de septiembre, y desde el primer momento, la destreza de Castaño quedó patente. Con su avión Zlin Z-326 Trener Master, matrícula EC-AXL, Castaño se destacó por su capacidad para realizar maniobras de alta complejidad con una precisión milimétrica. Su estilo de vuelo, caracterizado por un ritmo metódico y una espectacularidad que dejaba boquiabiertos a los espectadores, le permitió superar a todos sus rivales y alzarse con el título de campeón del mundo, siendo el primer español en lograr tal hazaña.
El Avión Zlin Z-326: Protagonista de una Historia
El avión que acompañó a Tomás Castaño en su gesta, el Zlin Z-326 Trener Master, es hoy una pieza de museo. Este avión, construido en Checoslovaquia, es uno de los modelos más emblemáticos en la historia de la acrobacia aérea. Diseñado específicamente para entrenar a pilotos en maniobras complejas, el Zlin Z-326, combinaba maniobrabilidad y resistencia, lo que lo hacía ideal para las competiciones de alto nivel.
Después del campeonato, el Zlin Z-326 fue reparado y restaurado en la Maestranza Aérea de Albacete y, en 1985, fue entregado al Museo del Aire, donde permanece como testigo de un capítulo glorioso en la historia de la aviación española. Hoy, los visitantes del museo pueden admirar esta aeronave en el hangar número 5, una reliquia que simboliza no solo la victoria de Castaño, sino también el avance de la acrobacia aérea en España.
Homenaje a una leyenda
Con motivo del 60º aniversario de esta histórica victoria, la Fundación Infante de Orleans (FIO) ha decidido rendir homenaje a Tomás Castaño. El próximo 6 de octubre, durante su exhibición mensual de aviones antiguos en el aeródromo de Cuatro Vientos, Madrid, se dedicará una jornada especial a la memoria del campeón.
La FIO, conocida por su labor en la preservación de la historia de la aviación en España, ha preparado un acto que incluirá la entrega de un recuerdo en honor a Castaño: una maqueta de bronce de la Ciudad Vieja de Melilla, ciudad con la que Castaño mantenía un profundo vínculo. Esta maqueta representará una avioneta similar a la que Castaño pilotó, sobrevolando los cielos de Melilla, una imagen que evoca los momentos de gloria de su carrera.
Legado de Tomás Castaño en la acrobacia aérea
El triunfo de Tomás Castaño en el Campeonato Mundial de Acrobacia Aérea de 1964 no solo puso a España en el mapa de la aviación deportiva internacional, sino que también inspiró a una nueva generación de pilotos a seguir sus pasos. Su dedicación, perfección técnica y valentía han quedado grabadas en la historia de la aviación española, y su victoria ha sido un ejemplo a seguir para aquellos que sueñan con conquistar los cielos.
Además, su colaboración con otros grandes nombres de la acrobacia aérea, como José Luis Aresti, quien fue el jefe de su equipo y una figura fundamental en el desarrollo de las competiciones acrobáticas, fue clave para sentar las bases de un deporte que en aquella época estaba en pleno crecimiento.
Hoy en día, la acrobacia aérea es una disciplina que combina técnica, arte y precisión, y que sigue atrayendo a espectadores y pilotos de todo el mundo. Gracias a pioneros como Tomás Castaño, este deporte ha alcanzado niveles de perfección y espectáculo que continúan asombrando a las nuevas generaciones.
Articulazo. Un 10