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Emergencias médicas en el espacio

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16 de enero de 2015.- En diferentes lugares del mundo, todos los días ocurre más de un centenar de veces, que en la cabina de algún avión en pleno vuelo se oye esto o algo parecido: «Les habla el comandante, tenemos una emergencia médica, si hay algún medico a bordo, le rogamos que se identifique al personal de cabina».

La mayoría de las veces, el incidente se resuelve a bordo en cuestión de minutos. Suelen ser; mareos, lipotimias, indisposiciones varias, etc. pero hay situaciones donde el tratamiento adecuado no se puede administrar a bordo, porque existe riesgo por la vida del pasajero o posibles secuelas graves, y es entonces cuando el piloto decide declarar una emergencia médica.
Una vez comunicado a tierra, el controlador aéreo mueve Roma con Santiago para dar prioridad a esa aeronave y pueda aterrizar lo antes posible.
Normalmente en la pista ya les está esperando una ambulancia para el traslado del enfermo a un hospital, que es el lugar adecuando para aplicar el tratamiento que no se pudo ofrecer a bordo.

¿Pero qué ocurre si un astronauta tiene una urgencia médica grave cuando se encuentra a bordo en una nave espacial?


Ni en el Proyecto Apolo (que hizo posible que el hombre pisara la Luna), ni en la Estación Espacial Internacional (EEI), se ha dado una emergencia médica que aconsejara bajar inmediatamente. Pero es cuestión de tiempo, algún día ocurrirá y de hecho, en la MIR se dieron situaciones en las que cosmonautas tuvieron que regresar a tierra por emergencias médicas urgentes.

En primer lugar, como siempre es mejor prevenir que curar, por ese motivo, a todos los astronautas, tiempo antes de subir al espacio se les hace un seguimiento exhaustivo de su salud para evitar en lo posible sorpresas de ese tipo, reteniendo en tierra a todo aquel que pueda suponer un riesgo. Pero nadie puede garantizar al cien por cien, que después no pueda surgir una patología grave a bordo.
En el espacio, sobre todo al principio, es frecuente sufrir algunas anomalías; nauseas, mareos, insomnio, algún dolor de cabeza o de otras partes del cuerpo, irritación cutánea o incluso una quemadura, todas ellas tratables a bordo sin mayor problema.

También es cierto que entre los tripulantes que trabajan en la EEI, siempre hay alguien que ha recibido una instrucción medica un poco más avanzada; el CMO (Crew Medical Officer), para atender algunas eventualidades algo más complicadas como; extraer una pieza dental, suturar una herida o inyectar un medicamento.
Los aparatos médicos a bordo de la EEI y por extensión en cualquier otra nave espacial tripulada, no pueden ser muy pesados, ni excesivamente voluminosos, ni consumir mucha energía.
Los equipos médicos disponible en la EEI, tanto en la parte rusa como la de los EE.UU. lógicamente son bastante limitados. Los americanos disponen de un botiquín de primeros auxilios poco mejor que los domésticos, con algo más de 100 medicamentos (aunque aparentemente, en tierra algunos domicilios lo superan), un aparato portátil de ultrasonidos, un desfibrilador, un RSP (Respiratory Support Pack), un aparato para examinar el interior del ojo, algunas bolsas de solución salina y poco más.
Por consiguiente, si en la EEI surge algún problema médico de cierta envergadura, los pasos a dar son parecidos a los que hay que seguir en tierra firme o a bordo de un avión. Mientras alguien atiende al paciente, otro tiene que llamar al Centro de Control (CC), pidiendo ayuda.

Desde el CC, obviamente les van a solicitar datos: Síntomas, temperatura, presión arterial, imágenes ópticas o de ultrasonidos, etc. que un equipo de profesionales de medicina analizarán para emitir un diagnóstico y determinar la urgencia médica de acuerdo a una tabla establecida según la gravedad; desde Clase I, la más leve a Clase III, la más grave.

Ya en tiempos del proyecto Apolo, en los años 60 y 70, se recibían continuamente datos biomédicos de todos los astronautas. De este tipo de tecnología, conocida como telemedicina, también se puede sacar beneficio en la Tierra y de hecho se saca, pudiendo diagnosticar en un buen hospital a un enfermo situado a miles de kilómetros en un lugar remoto que disponga de Internet.

Si el diagnóstico del astronauta enfermo en la EEI, se cataloga como uno de categoría Clase III, por ejemplo una apendicitis o un ictus, etc. lo más probable es que desde el CC les recomienden el regreso urgente del enfermo a la Tierra, acompañado por otro par de astronautas.

¿Por qué regresan un total de tres y no dos?


Porque en la EEI normalmente hay una tripulación de 6 astronautas y siempre hay disponibles dos naves Soyuz con capacidad de tres personas cada una, para poder evacuar a toda la tripulación en caso de emergencia (fuego, descompresión, peligro inminente de colisión con cualquier objeto que pueda ocasionar daños importantes, fuerte incremento de actividad solar, etc.).

Si solamente bajan dos astronautas, quedando cuatro a bordo y surgiera una emergencia que recomendara la evacuación de la EEI, uno quedaría condenado a no poder regresar en la única nave Soyuz que queda disponible.

Una emergencia médica Clase III en la EEI, que está aproximadamente a tan solo 400 Km. de la superficie de nuestro planeta y el viaje de regreso a la Tierra puede durar unas 3,5 horas, no supondría un problema muy, muy grave, pero si lo sería en futuros viajes, por ejemplo a Marte, donde esta solución no es viable y habría que solucionarlo a bordo sí o sí.

Como la necesidad de que haya que realizar operaciones quirúrgicas en el espacio cada vez va a ser mayor a medida que aumente el tiempo de permanencia de los astronautas en ese medio y las futuras misiones se vayan alejando de la Tierra, se están realizando distintos ensayos incluso en simulaciones de microgravedad creada en vuelos parabólicos, como la experiencia de 2006 llevada a cabo por el cirujano francés Dominique Martin, a bordo de un Airbus A300 donde a un paciente voluntario se le quitó un tumor benigno (usando anestesia local), en un espacio esterilizado dentro de una tienda de plástico.

Otra vía de experimentación es realizar la intervención quirúrgica protegiendo la zona de la incisión con un dispositivo trasparente relleno de una solución acuosa (Aqueous Immersion Space Surgery), para trabajar en una zona esterilizada y también evitar la salida de líquidos corporales que pudieran flotar por el recinto.

De cualquier modo, las intervenciones quirúrgicas en el espacio por muchas razones son complicadas, y aún queda mucho camino por recorrer antes de que se conviertan en rutina.

Como he mencionado anteriormente, los aparatos médicos a bordo de una nave espacial, deben de pesar poco, no ocupar mucho espacio, tener un consumo energético reducido, ser de fácil manejo, etc. cualidades todas ellas muy interesantes para que cualquier desarrollo en este campo se ponga a disposición de comunidades situadas en lugares remotos, donde sin disponer de un buen hospital, puedan beneficiarse de esta tecnología que podría marcar la diferencia entre la vida o la muerte.

Como dato curioso, en los 16 años de historia de la EEI, el protocolo de seguridad se ha activado cuatro veces y nunca por emergencias médicas.

La última, en julio de 2015, por el riesgo de colisión con un fragmento de un viejo satélite meteorológico ruso (Meteor-2), que al final pasó a unos 3 Km. de la EEI, pero la tripulación, como medida preventiva, dejó la Estación Espacial configurada en modo ASCR (Assured Safe Crew Return) y tuvieron que refugiarse en la nave Soyuz por si tenían que abandonar la EEI inmediatamente.

Por fortuna el peligro pasó y no hubo necesidad de regresar urgentemente a la Tierra.

J.M.M.C.

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