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(CAYOH Blog) 10 de septiembre de 2013.- Hace tiempo, por lo menos dos días o así, que no escuchaba ni leía tantas gilipolleces como ayer a la salud del papelón que hemos hecho con la presentación de la tal candidatura olímpica. Primero lloré, luego me descojoné, y finalmente acabé con ataque serio de risa histérica. ¿Pero cómo cojones, en nombre del cielo y del puto infierno entero, es posible que tengamos unos representantes tan mendrugos? ¿Cómo coño es posible que el presidente del COE tenga los grandísimos huevos de decir en público "No listen the ask" cuando no entiende una pregunta? Cuando me lo contaron pensé que era un video de los de Gomaespuma. Cuando lo vi con los ojos en la mano, que se me cayeron del susto, me puse de una mala hostia del copón.

Hace tiempo, por lo menos dos días o así, que no escuchaba ni leía tantas gilipolleces como ayer a la salud del papelón que hemos hecho con la presentación de la tal candidatura olímpica.

Primero lloré, luego me descojoné, y finalmente acabé con ataque serio de risa histérica.

¿Pero cómo cojones, en nombre del cielo y del puto infierno entero, es posible que tengamos unos representantes tan mendrugos?

¿Cómo coño es posible que el presidente del COE tenga los grandísimos huevos de decir en público "No listen the ask" cuando no entiende una pregunta?

Cuando me lo contaron pensé que era un video de los de Gomaespuma. Cuando lo vi con los ojos en la mano, que se me cayeron del susto, me puse de una mala hostia del copón.

Es que cualquier camarero en España habla ingles mejor que estos pavos, y menos mal, porque si hablan como ellos nos quedamos en dos días sin turistas.

Y la otra, que no sabe ni cómo ni cuándo ponerse unos cascos, le sopla la frase número tres del libro que se ha estudiado a salto de mata para aparentar que sabe algo de inglés.

Ayer cuando la vi sólo pude pensar en esto:


Y en esto:


Y la cosa tendría su gracia si no fuera porque esta peña va representando a un país entero que no se merece tener que aguantar a semejantes mequetrefes, a los que todo les parece de coña, siempre que vaya regado con gin tonics, les paguen hotelitos de cinco estrellas y haya fotógrafos ante los que pintar la mona.

Me imagino a los representantes del resto de los países pensando que la delegación española eran los Teleñecos.

Y flipando.

Y pasándolas canutas para no descojonarse.

Y después de hacer un ridículo de tamaño sideral se van encantados a sus casas, esperando el siguiente evento en el que hacer el memo, encantados de conocerse a sí mismos y sin plantearse que son un esperpento internacional.

Y convencidos de que no tienen nada que ver con que palmemos las olimpíadas, que menos mal, porque paso de pagar en 2020 las patochadas que se les ocurrirían a estos prendas, que tenemos el 80 o el 90 o más bien el 60% de las infraesctucturas hechas, pero al final el 40% que falta acaba siendo un gigallón y lo pagamos todos menos ellos.

Porque se la suda no entender lo que les dicen y se la suda también responder memeces.

Porque según se ve aquí sólo mola viajar, beber, dormir y comer de gorra y de trabajar en serio hostias.

Y ya es para llorar ver toda la prensa llena de sesudos análisis sobre por qué no nos comimos un rosco.

Somos un país de fronterizos. Qué barbaridad. Es que no doy crédito.

No quiero estar aquí.

Es que ya no puedo más, de verdad.

El título de mi post de hoy es el de una de las miles de #PelisconAnaBotella que se inventó la peña ayer en Twitter.

Hubo otro que también me encantó por certero:

Harry Potter and the cup of café con leche in the Plaza Mayor behind the musgo.

El caso es que hubiera preferido ver dos millones de tweets pidiendo la dimisión de Anita and COEmpany, pero qué se le va a hacer.

Y yo que pensaba que con las hijas de ZP habíamos tocado fondo…

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