Miguel Gutiérrez / Aviación Digital, Sp. – Boeing está aprendiendo que lo barato sale caro. Los problemas de seguridad que sufren las aeronaves de la compañía norteamericana están suponiendo un enorme gasto para el fabricante en concepto de indemnizaciones y pérdida de ingresos. La empresa se ha visto obligada a pagar 160 millones de dólares a Alaska Airlines por el accidente que tuvo lugar el pasado enero.
La aerolínea ha concluido que el desprendimiento de una puerta a 16.000 pies de altura que sufrió el Boeing 737-9 MAX ha tenido graves consecuencias financieras para la empresa. Alaska Airlines cifra las pérdidas por el incidente en el vuelo de Portland en 160 millones de dólares en el primer trimestre del año. El informe suma esta cantidad entre los costes de reparación de la flota, los costes derivados de las operaciones irregulares y los ingresos que se han dejado de percibir. Alaska Airlines asegura que este pago es solo la «compensación inicial» ya que estima que el coste será aún mayor conforme pasen los siguientes trimestres.
Lo barato sale caro
Las investigaciones realizadas indican que Boeing no siguió los procesos establecidos en la fabricación y en la reparación de las aeronaves ya que no llegaba a cumplir con los plazos de entrega. De tal forma, optó por poner parches lo que ha desencadenado accidentes como este y muchos otros. Así, en el primer trimestre de 2024, la compañía ha perdido más de 4.000 millones de dólares.
Las investigaciones dejan en mal lugar a Boeing
Actualmente, tanto Boeing como su proveedor Spirit AeroSystems están bajo investigación por parte del Departamento de Justicia de Estados Unidos y del fiscal general de Texas respectivamente. El foco está sobre la supuesta mala praxis de la compañía que se ha traducido en incidentes de seguridad. Unas malas prácticas que fueron denunciadas por el jefe de la planta de North Charleston, John Barnett. Además, la auditoría de los procesos evidenció que las cosas no se estaban haciendo bien.
Podría haber más indemnizaciones
Las aerolíneas afectadas por los fallos en las aeronaves de Boeing son muchas: un avión de United Airlines perdió una rueda en pleno despegue (Boeing 777), también el motor de un avión de Delta Airlines (Boeing 737) explotó, y un 787 de LATAM sufrió un descenso repentino mientras volaba de Australia a Nueva Zelanda dejando 50 heridos de los cuales 12 fueron hospitalizados. Las aerolíneas deben determinar qué ocurrió y si es responsabilidad del fabricante. Por ahora, en este último caso, se cree que se trata de un error técnico. De ser así, podrían reclamar millonarias compensaciones al igual que Alaska Airlines.
Los incidentes no cesan. El último tuvo como protagonista a un Boeing 737 de Southwest Airlines que tuvo que hacer un aterrizaje de emergencia en Denver al perder la cubierta de uno de sus motores.